Capítulo 7

El día había llegado y Laia junto a Jimin habían acordado verse en el cine a las cinco de la tarde.

Jimin nunca llegaba media hora antes a una cita, ¿la razón? él no tenía citas, no las necesitaba para "enamorar a una chica", pero con Laia fue diferente, el de verdad quería quedar con ella.

Sabía que ella era una chica bastante dulce y divertida y no era como las chicas con las que solía estar, ellas sólo buscaban algo pero Laia buscaba otra cosa. Laia buscaba su corazón, siempre se preocupaba por él y ella estaba cuando realmente lo necesitaba.

La chica llegó unos minutos antes de que fuera la hora prevista y le vio allí esperando.

— ¿Te hice esperar mucho? –preguntó ella con una sonrisa y un leve color rojo en sus mejillas.

— No, no, para nada –le dijo este sonriendo– ¿elegimos la película?

Dicho esto se pusieron en la cola para los tickets, fueron unos pocos minutos de risas entre ellos dos, pero lo disfrutaron.

Decidieron coger una película de comedia, aunque eran el tipo de películas que Laia detestaba, decidió aceptar verla.

Cogieron palomitas y unos refrescos, para luego adentrarse para ver la película, a los minutos empezó.

Pasó una hora y media más o menos cuando por fin salieron de allí, Jimin y Laia no hablaron, hasta que este preguntó:

— ¿Te gustó?

Fue una mierda de película, era lo que ella tenía ganas de decirle.

— Si –dijo mirándole a los ojos.

Los dos se quedaron allí uno al lado del otro, sin decir nada, era un silencio incómodo, tanto para él como para ella.

Él la agarró de la mano y ella giró su cabeza para verle, la miró a los ojos mientras se acercaba poco a poco, hasta dejarle un dulce y corto beso sobre sus labios, no eran los besos que ella le había visto darse con otras chicas, este era diferente, era tierno, dulce y maravilloso.

Pero Laia no sintió nada, no iba decir que besaba mal, porque no lo hacía pero, no se comparaba a los que Hoseok le había dado, no era la misma sensación, la misma calidez, ni la misma dulzura.

Ella no sintió las mariposas que pensaba que sentiría, no sentía la emoción que creía que iba a tener y tampoco sintió las ganas de volverle a besar.

Laia se separó de él y le sonrió.

— Gracias, ahora ya lo tengo claro –dijo susurrando.

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