Laia al ver que Hoseok salió rápidamente del aula, fue detrás de él.
Los compañeros y la profesora no sabían cómo reaccionar, no sabían que les sucedía, ya que de un momento a otro pasó eso, Hoseok siempre fue un chico sonriente y pocas veces se le ha visto llorar, pero, lo de hoy fue raro.
Hoseok juraría que no había llorado tanto en su vida.
Laia estaba en frente de la puerta del baño donde se había ido él, debatiendo con su subconsciente si entrar o no.
Al final entró, era el baño de chicos pero no le importó.
— ¿Seok? ¿Estás ahí? –preguntó preocupada.
Hoseok estaba confundido, ¿qué hacía Laia allí? ¿Estaba preocupada por él?
— Sí –respondió este desde uno de los baños más alejados, le dio una respuesta corta intentando que no se notase que estaba llorando.
Laia se acercó hasta donde estaba, solo una puerta los separaba.
— No quiero ver llorar a la persona que me gusta... –susurró ella lo suficientemente alto para que este lo escuchara.
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