Kite Wars: Ultimate Tournament

Capítulo 3: Seamos amigos, la voluntad del niño genio

El Kite Core es el alma del cometa. Solo hay un par único, para el Kiter y para el cometa. De esa forma, el Kiter y el cometa siempre están conectados. Kite Inc. revolucionó el mundo de los juguetes inteligentes al mostrar en sus convenciones esta extraña conexión, que a todos los asistentes dejó atónitos. "Es como si el cometa supiera lo que su dueño está pensando", comentaron algunos de ellos. Y así es. Ambos son como uno solo.

—¿Por qué no se queda en mi casa, profesor? No puede vivir como vagabundo el resto de su vida.

—No, Kiter. —contestó aquel adivino. —A mí es al que me buscan. Te metería en problemas.

—Ya tengo suficientes problemas al haberlo ayudado a escapar. A ambos nos buscan, y nos matarán si nos encuentran.

—Entiendo. —contestó aquella figura extraña, sin despegar sus ojos de sus cartas. —Pero tampoco quiero que me involucres en tu nueva misión. Podrías poner en peligro a... tú sabes.

—No creo que intenten algo en contra nuestra. No saben con quién se están metiendo. Puedo darles pelea a la hora que quieran, en donde quieran.

—Me gusta tu confianza. Pero es mejor que nos mantengamos en las sombras. No quiero arriesgar a Kaito.

—Lo entiendo, señor. Como usted desee.

Y fue así como aquella figura sombría, la del Justice Kiter, desapareció, como solía hacerlo, dejando al adivino solo, repartiendo sus cartas para ganarse ese día.

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—¡Kaito! —gritó Ai entrando al salón de clases de Kaito.

—Hola, Ai. —contestó Kaito mirando su celular.

—Haz tus deberes. —contestó Ai antes de que Kaito pudiera hacer algo.

—¿Otra vez? ¿Podrías dejar de molestar con eso cada vez que me saludas?

—Es la costumbre. En fin, ¿qué vas a hacer saliendo de clases? Recuerda que me dijiste que me ibas a enseñar a volar un cometa.

—¿Kaito? —protestó otro de los chicos del salón. —¿Con un cometa? ¡Eso quiero verlo!

—¡Pues tengo uno y vuela bastante bien! —presumió Kaito, algo molesto porque finalmente podía decirle a los chicos que lo molestaban que ya podía tener algo de su propiedad. —¡Y Ai también tiene uno!

—¿De verdad? —preguntó aquel chico. —Ahora el único raro de aquí es el matadito de Hayato.

—¡Oye! —gritó el susodicho Hayato desde el frente de la clase. —¡No soy ningún matadito!

—Habló el ratón de biblioteca. —le respondió aquel chico. —¡No tienes cometa! ¡¿Qué tienes entonces?! ¿¡Muñecas?!

—No te burles de Hayato. —contestó Ai. —Si no quiere tener un cometa, es su decisión. Pero no es motivo para que te burles de él.

—Ahora que lo recuerdo... Tú te burlabas de mí cuando no me dejaban tener un cometa. —respondió Kaito. —¿De aquí a cuándo ahora pretendes ser mi mejor amigo?

—¡Como quieras! —contestó aquel bravucón saliendo del salón. —¡Quería que fuéramos amigos, pero se nota que son unos antipáticos!

Hayato comenzó a guardar sus libros mientras trataba de hacer caso omiso a esos comentarios. Pero en el fondo dolían demasiado.

—Oye Hayato. —preguntó Kaito tratando de acercarse a él. —¿Te gustaría ir al Kite Shop con nosotros?

—No quiero hacer nada. —le respondió Hayato, tomando sus libros y saliendo como rayo del salón, ante la mirada atónita de Ai y de Kaito.

Kaito quiso correr detrás de Hayato, pero Ai lo detuvo, como diciéndole que mejor no lo hiciera. Y es que Hayato era de familia rica y sus habilidades en Matemáticas y en Ciencias lo hacían perfecto para concursar en diferentes ferias de ciencias de la región. Pero sus padres le habían prohibido tener un cometa. "Te distraerán de tus estudios", le decían. Eso lo convertía en el chico menos popular del salón, y el más envidiado y odiado por los mismos bravucones. Por eso no tenía amigos.

Hayato iba pensando en eso, cuando de repente se topó con tres extraños sujetos de traje que lo interceptaron.

—Hayato Asano. —contestó el líder de ellos. —A ti te estábamos buscando.

—Qué... ¿Qué es lo que quieren de mí? —preguntó Hayato bastante asustado, tomando sus libros con fuerza. —Si quieren dinero, puedo darles, pero por favor no me hagan nada.

La única mujer del grupo salió a la defensiva y gritó:

—¡No queremos tu dinero! Lo que queremos es otra cosa.

—¿Qué cosa?

—Sabemos que siempre has deseado un cometa. —respondió el líder del grupo. —Si nos cumples unos favores, podemos darte el mejor cometa que desees.

—¿Qué clase de favores? —preguntó Hayato casi temblando.

—Solo queremos que venzas en un duelo a Kaito Ichihara. Que su cometa esté tan destruida que su Kite Core quede inservible. Por eso te regalamos este cometa.

Fue entonces que un tercero del grupo de traje negro llevaba consigo un Quake 5000, uno de los cometas de élite fabricados en la época.

—¿Un Quake 5000? No lo entiendo... —dijo Hayato. —¿Por qué me regalan algo como esto?

—Somos chicos buenos. —contestó la mujer del grupo. —Solo te pedimos ese favor.




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