Capítulo 5: Ai, es hora de danzar

—¡Y usando su "Meteor Shower", Ryuusei Ichinose se convierte en el primer campeón del Ultimate Tournament del año 2XXX!

El primer Ultimate Tournament fue realizado hace 15 años. Kite Incorporated y Maruyama Electronics fueron los grandes organizadores de dicho torneo. El propósito era que los niños, el público principal de este nuevo juguete, mostraran sus destrezas en su manejo. El campeón fue un chico de 11 años, Ryuusei Ichinose. La multitud se vuelve loca en el estadio al ver al primer campeón coronarse en el podio. Y no es para menos, su "Meteor Shower" fue una destreza nunca vista. Una mezcla de danza, malabares y fuerza, así como este ataque que parecía desplegar a un ejército de cometas, fueron lo que coronaron a Ryuusei con el sobrenombre de "Cometa fugaz". En los octavos de final su marca de 10 segundos jamás ha sido rota en toda la vida del Ultimate Tournament. Su oponente no pudo ni siquiera tomar el control de su cometa.

Nadie se imaginaría que ese sobrenombre marcaría su vida para siempre. A los pocos meses de ser noticia por su logro, volvería a serlo, pero por una tragedia: un accidente de auto con consecuencias fatales donde fue el único sobreviviente de su familia. Después de aquel triste funeral donde la lluvia hizo acto de presencia, a Ryuusei jamás se le volvió a ver en los reflectores de las Kite Wars. Su brillo desapareció para siempre.

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Ai se levantó en la madrugada sobresaltada tras escuchar un ruido proveniente de su cometa. Aquel sonido que indicaba que su equipo ya tenía 2 victorias de las 15 necesarias.

—Así que pelean hasta a estas horas... —dijo Ai viendo el reloj de pared de su habitación. —¿En qué me metí? Ni siquiera sé cómo atacar...

Ai guardó tanto el mando del cometa como su juguete en el armario, y se volvió a dormir.

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—No sé qué decir, Kaito. —le respondió Hayato mientras acomodaban sus útiles antes de tomar la primera clase. —Estoy seguro de que Ai te animará como siem...

Las palabras de Hayato se fueron cayendo cuando vio entrar a Ai con un semblante mucho peor que el de Kaito, ojerosa y cansada, entró arrastrando los pies y su mochila antes de llegar a su asiento.

—¡Pero ¿qué te pasó?! —gritó Hayato al ver a Ai peor que muerto viviente.

—No pude dormir... —respondió Ai. —Apenas pude descansar de una fallida rutina de gimnasia, y pude darme cuenta de cómo juegan cometas en la madrugada.

—E... Eso podemos explicarlo... —Peleamos contra tres sujetos que intentaron robar mi casa. El Justice Kiter nos ayudó a vencerlos, por eso no tuvimos tres victorias sino dos.

—Qué bien... —respondió Ai.

Hayato esperaba que le cuestionara sobre el asunto de aquel justiciero oscuro, o que por lo menos regañara de nuevo a Kaito por no haber hecho los deberes como siempre. Pero eso no paso. Ambos chicos se encontraban ensimismados cada uno con sus propios problemas, por lo que Hayato decidió no hablar sobre el tema para evitar alguna incomodidad.

—Este va a ser un largo día... —se dijo Hayato para sí mismo, mientras sacaba un ligero suspiro.

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—Dejaré el equipo. —dijo Ai durante el recreo.

—¿Qué dices? —gritó Kaito aterrado. —¡No puedes hacer eso!

—Puedo y lo haré. —le respondió Ai. —Este juego no se hizo para mí.

—Técnicamente no puedes. —le dijo Hayato. —El sistema de equipos de las Kite Wars fue hecho de tal forma que el equipo no puede ser disuelto fácilmente. La única forma de salirse del torneo es ir a la Kite Shop y disolver el grupo. El problema es...

—¿Problema?

—Sí, hay un problema. —siguió hablando Hayato. —Si el equipo se disuelve, los participantes no pueden formar otro equipo. En resumidas cuentas, el equipo entero queda descalificado por todo un año.

—¿Ahora qué hago? —preguntó Ai, bastante asustada. —No quiero seguir participando, pero no quiero que Kaito quede descalificado por mi culpa.

—Podríamos pelear solo Hayato y yo. —le dijo Kaito.

—¿Es eso posible?

—En las cláusulas del torneo se dice que el equipo entero debe conseguir 15 victorias cuanto antes. Pero no dice en ningún lado que los tres participantes deben pelear para conseguir esas victorias. Es decir, será un enorme reto que Kaito y yo logremos esas 15 peleas, pero podríamos hacerlo.

—Perdóname por el problema, Kaito. —le dijo Ai tratando de consolar a Kaito.

—¡No pasa nada! —gritó Kaito. —¡Esto lo hace más emocionante!

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Ai se dirigía a la Kite Shop después de clases. Quería ver qué partes nuevas de decoración habían llegado a la tienda. Pero una cuadra antes de llegar se encontró a un adivino.

—Es usted. —dijo Ai mientras abría su monedero para pagarle.

—Veo que te aflige algo. —respondió el vagabundo.

—Sí, verá... —intentó hablar Ai, pero el vagabundo le hizo un gesto para que se callara.

—No necesito que me digas nada. —le respondió. —Un adivino sabe lo que le sucede a los que lo buscan por un consejo. ¿O no por eso nos llaman así?