Ryuusei Ichinose, 26 años, originario de Yokohama, capital de la prefectura de Kanagawa. Saltó a la fama hace 15 años en el duelo final del primer Ultimate Tournament.
A la corta edad de 11 años se coronó campeón de este torneo, donde demostró su completa destreza con el tablero de mando lanzando su singular ataque llamado “Meteor Shower”, un despliegue ilusorio de cometas en el aire que caen en picada, simulando una especie de lluvia de estrellas, una majestuosidad de movimiento en el cual el oponente no se imagina que ese paisaje nocturno en realidad es su fin en el duelo, ya que en el último segundo, todos los cometas formados en la lluvia caen en picada hacia el aparatejo del oponente.
Ese movimiento fue el que marcó la pauta de cómo debían ser los siguientes Ultimate Tournament. Pero nadie ha podido replicar el “Meteor Shower” con la limpieza y elegancia de la ejecución de Ryuusei. Cientos de Kiters han pasado por este torneo tratando de intentar el "Meteor Shower” sin éxito, y todos ellos han perdido al no poder mover el cometa como debía ser necesario. Se esperaba que fuese Karen Akiyama, su fiel discípula, quien pudiera seguir el legado, pero prefirió realizar una variante de dicho movimiento al que bautizó como “Shinigami Sword”.
Pareciese que el destino del joven Ryuusei estaba marcado por su nombre, puesto que su fama duró lo que dura una estrella fugaz en el cielo. Poco después de su victoria imparable, fue protagonista de un accidente automovilístico en carretera junto a sus padres, donde fue el único sobreviviente. Nadie asistió al funeral, excepto por una persona.
Haruto Maruyama, el presidente de Maruyama Electronics.
Fue como si el destino hubiese reunido a estos dos personajes, una leyenda viviente en el naciente mundo de las Kite Wars, y un magnate de la electrónica que vio en los cometas electrónicos un nicho de negocio para hacer más dinero que el que ya tenía. Un chico que necesitaba tener un padre, y un hombre que, por la carga del trabajo y por la necesidad de hacer dinero, no pudo superar el duelo de la pérdida de su ser amado y de su futuro bebé.
Dicen que Ryuusei desapareció desde entonces, pero nada más lejos de la realidad. Ryuusei estuvo hasta los 15 años viviendo en Japón, hasta que, por reglas de la autoridad escolar donde se le validó la educación secundaria en casa, fue enviado a estudiar la educación media en el extranjero, y luego la universidad donde hizo una licenciatura en negocios y comercio internacional. Era justo lo que necesitaba Maruyama Electronics para expandir su negocio en el extranjero.
Pero cuando Ryuusei regresó a Japón, a los 21 años, se encontró con un panorama distinto. Maruyama Electronics y Kite Incorporated habían roto su relación de negocios, y toda la división de electrónica y de investigación de Maruyama fue vetada de las Kite Wars. Además de un Haruto Maruyama totalmente cambiado, con investigaciones científicas de dudosa moralidad.
Ryuusei, en el fondo, compartía el resentimiento que su padre tenía contra Kite Incorporated, puesto que sentía que todo lo que se le había prometido después de su coronación como campeón en el primer Ultimate Tournament, como becas, premios y la posibilidad de trabajar en Kite Incorporated, eran promesas olvidadas, vacías e incumplidas. Sin embargo, seguía amando las Kite Wars a pesar de todo, por lo que no compartía la idea de su padre de destruir el juego que tanto amaba y por ese motivo se rehusaba a colaborar con los planes de Maruyama.
Maruyama, sabiendo que eso en algún momento iba a pasar, desarrolló el casco MCH, con investigaciones y pruebas del mismísimo doctor en ingeniería Eiji Yamamoto. Un casco que poco a poco va anulando la voluntad de quien lo porta. Quería que su propio hijo adoptivo fuese una máquina de guerra que solo sigue órdenes de su amo y señor padre.
Efectivamente lo logró porque, después de casi 4 años y medio de entrenamiento ninja forzado, Ryuusei logró cumplir el deseo de su padre, el de secuestrar al doctor Kenta Ichihara para intentar acabar con todo el sistema de cometas y su funcionamiento a nivel nacional.
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El nuevo escondite de Maruyama era amplio. A Ryuusei le recordaba mucho al astillero en Osaka donde se refugió un tiempo junto con el doctor Ichihara. Era una nave enorme dentro de la zona industrial, en la periferia de la capital. Totalmente vacía y en obra negra, no traía nada llamativo, más que una computadora en un escritorio casi al fondo. Pero era todo lo que Maruyama necesitaba para poder continuar con sus planes.
—Así que este es tu nuevo palacio… —dijo Ryuusei sarcásticamente, tratando de romper el hielo.
—Nuestro palacio provisional. —le corrigió Maruyama. —En cuanto terminemos con el plan, nos iremos a refugiar en Tailandia, ahí conozco algunos contactos que nos pueden esconder mientras el escándalo ocurre.
—¿Qué clase de escándalo? —preguntó Ryuusei algo confundido.
—Jamás le vi sentido a las Kite Wars. —le respondió Maruyama, poniéndose de frente a su hijo adoptivo. —Solo las vi como un método para hacer dinero más fácilmente, y ciertamente lo logré. Vender la tecnología del sistema de cometas a países bélicos fue la mejor idea que pude haber tenido. Pero los bondadosos de Kite Incorporated pensaron que esa sería mala idea y no solo me sacaron del negocio, sino que me denunciaron ante las autoridades. Una verdadera locura y traición. ¿No lo crees así, Ryuusei?