Habían pasado varias horas desde aquella conversación con Klaus en el cementerio de Nueva Orleans, desde que le dije que me quedaría. El resto del día lo había pasado sola, bien dando vueltas por la ciudad, o en algún lugar de la casa de los Mikaelson.
En ese momento, ya era de madrugada, pero no podía dormir. Así que salí de mi habitación y, sigilosamente, fui a la biblioteca. Cogí un libro cualquiera y me senté en una de las sillas de la gran mesa que ocupaba el lugar. Al cabo de un rato, Klaus se presentó allí y me preguntó:
Negué con la cabeza y dije sin apenas pensar: - Echo de menos mi casa
Él simplemente asintió, pero no porque lo entendiera, o al menos eso creía
Le miré fijamente: - No estoy segura de si he hecho bien en quedarme aquí
No le contesté, es más, ni siquiera me moví de donde estaba.
Klaus abrió la boca para decir algo, pero continué hablando:
*****
Sentía que necesitaba respirar. Así que salí de la casa y me dediqué a caminar por las calles de Nueva Orleans, que a esas horas de la noche tenían algo fantasmal. Yo sabía de sobra que no pertenecía a ese lugar. La poca gente que había en la calle, no me miraba más de una vez, y la verdad es que eso era bastante…tranquilizador.
Me senté en un banco que estaba en el parque. Sin poder controlarlo, varias lágrimas cayeron por mis mejillas.
No mucho tiempo después, una voz a mi espalda preguntó:
Me limpié los ojos rápidamente y alcé la vista. Una mujer mayor con un pañuelo en la cabeza me observaba
Ella se sentó a mi lado y me sonrió amablemente. No parecía peligrosa
Me quedé callada, pero no por miedo. Sino por el hecho de que había sido notada.
La mujer se levantó del banco. Pero antes de irse, me dijo:
Después de que esa mujer se fuera, me quedé allí un rato más, sopesando sus palabras. Y comprendí que quizás no me estaba perdiendo a mí misma, sino que podría construir algo nuevo siendo simplemente yo.
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Todavía era de noche cuando entré de nuevo en la casa Mikaelson, donde había un silencio sepulcral, pero no sentí nada. Ya no.
Cuando entré al salón, Klaus estaba allí, con una copa de whisky en la mano, pero no me dijo nada. Solo se dedicó a mirarme durante unos instantes.
Negué con la cabeza. - He reflexionado - dije solamente, acercándome a la ventana.
Hubo un silencio prolongado por parte de él.
Klaus dio un par de pasos hacia mí, pero sin invadir demasiado mi espacio.
Y por primera vez desde que entré en este mundo, me di cuenta que Klaus no era realmente una amenaza. Al menos, no el villano de mi historia