El olor a quemado inunda las fosas nasales de Ivy despertándola, su cuerpo se sacude y la cabeza rebota golpeándose con algo duro, con esfuerzo consigue abrir los ojos, alguien la lleva cargando en el hombro gritando órdenes a los soldados y a los asistentes a la celebración, reconoce su voz, es Greyn. Los ojos le escuecen por el humo que los rodea, el bosque está ardiendo.
- ¡No te muevas! ¡Agárrate fuerte!- le grita el capitán al notar que está despierta.
Él corre todo lo rápido que puede por el bosque esquivando los árboles y las ramas que caen ardiendo a su alrededor, ella se agarra fuertemente siguiendo sus consejos para no caerse.
De repente Greyn para en seco, dudando por dónde seguir, estan rodeados por el fuego.
- Sigue sujeta a mí, intentaré saltar el fuego por la parte más baja- le cuesta respirar, el humo cada vez es más denso, toma aire y empieza a correr otra vez.
Ivy al estar en su hombro con la cabeza hacia abajo no puede ver a dónde se dirige, pero si puede ver la tierra quemada, las pequeñas lenguas de fuego que suben por las botas de Greyn y se acercan cada vez más a su cara, el calor es sofocante, quema, estan rodeados de llamas, con un grito Greyn salta entre ellas, cayendo al suelo. Sus prendas arden por distintas partes, él se levanta y hace dar vueltas a la chica por la hierba para apagar las llamas, pero no es suficiente, han prendido y les queman.
Greyn suelta un quejido de dolor, su pierna está ardiendo, se tira a la tierra y dando unas vueltas lo sofoca, cada movimiento es una agonía, las llamas los rodean, son un muro infranqueable. Greyn toma a Ivy entre sus brazos, cada respiración les abrasa la nariz y la garganta al respirar.
- Mírame- le pide con suavidad a Ivy- ¿Para que te ha servido alejarme de tí?— sus ojos la miran rebosante de amor - Te he querido desde el primer momento y hasta el último te querré y sé que tú también - apoya su cabeza en la frente de Ivy y la abraza con fuerza. Ya no pueden casi respirar, los ojos se les cierran, les quedan pocos minutos de vida, se asfixian por el espeso humo.
Lágrimas ardientes caen por las mejillas de Ivy, van a morir y no le ha dicho lo que de verdad siente, tiene que decírselo antes de que todo termine, acaricia su cara ya casi sin fuerzas, coge una pequeña bocanada de aire y sin apenas voz le dice:
- Yo también te...
Un torrente de agua los cubre totalmente apagando las llamas, les arrastra llevándose todo a su alrededor, las ramas y las piedras arañan sus cuerpos, el agua sucia entra por todos sus orificios, con mucho trabajo consiguen asomar las cabezas para tomar aire.
Cuando por fin paran, Ivy vomita toda el agua y la tierra que ha tragado, busca a Greyn que se ha separado de ella, lo ve tumbado boca arriba lleno de barro, ha perdido el conocimiento, el miedo sube por su garganta pero enseguida se tranquiliza al ver su pecho moverse.
- Opsss, lo siento, todavía tengo que aprender a controlarme.
Ivy reconoce la voz de la extraña anciana de sus desvaríos. Dirije la mirada en dirección a la voz, ante ella ve a una joven con el pelo azul suelto hasta la cintura, con la piel blanca cómo la luna y con unos ojos zafiros que brillan con pequeños relámpagos en sus iris, ¡Es la anciana rejuvenecida! parpadea varias veces sin creer lo que está viendo.
- ¿Quién eres?- pregunta atemorizada. Parece una de las antiguas magas de los libros de antes de la barrera ¿De dónde ha aparecido?
- Cierra la boca y levanta, tenemos que ayudar a tu amigo— sonríe mientras le tiende la mano a Ivy para ayudarla a levantarse.
- No puedo andar, ya lo sabes— la mira recelosa.
- Uff- dice enfadada la mujer poniendo sus manos en la cintura- Deja de lamentarte y levántate, porque si no lo haces, no le ayudaré- señala a Greyn, que ha empezado a gemir.
- Te estoy diciendo que no puedo andar, ¿O es que no lo entiendes?- le contesta enfadada.
Greyn está ahogándose, el barro sale por su boca, aún está inconsciente. Lágrimas de rabia e impotencia caen lentamente resbalando por las mejillas cubiertas de barro de Ivy.
- Ayúdale, por favor, ¡Se está ahogando- le suplica.
- Levántate, confía en mí, puedes hacerlo- sigue tendiéndole la mano.
La aparta fuertemente y al tocarla comprueba que es real, no una alucinación e intenta arrastrarse hacia él, pero no la deja, se coloca delante de ella, sus ojos lanzan destellos, tiende su mano izquierda con el dedo índice apuntándola, un hilo de luz celeste sale de él, se divide en decenas de hilos de diferentes tamaños, giran en el aire y finalmente forman una mano que agarra sin miramientos a Ivy por la cintura poniéndola en pie para al instante desaparecer ante sus atónitos ojos. Estira sus manos para evitar caer de cara en la tierra anegada, pero no cae, permanece de pie, mira incrédula a sus piernas que la mantienen de pie, siente miedo, miedo a dar un paso y caer cómo muchas otras veces.
- ¿Vas a ayudar ya a tu amigo o te vas a quedar ahí parada cómo un espantapájaros todo el día? Si te soy sincera no le veo muy buena cara- la apremia la extraña mujer.
Y de repente sin darse cuenta corre hasta el capitán, antes de llegar a él, éste abre los ojos, los tiene blancos, su cuerpo se pone rígido y empieza a convulsionar golpeándose la cabeza contra las piedras del suelo, Ivy llega junto a él y le sujeta la cabeza con fuerza, su cuerpo se sacude violentamente.