K'lisn

Greyn, siempre Greyn

— Agárrate fuerte— Maest pasa el brazo de Ivy por encima de sus hombros y la lleva hacia un banco intacto.

El dolor del tobillo ha aumentado y el mas mínimo contacto con el suelo le produce a la chica un dolor atroz al andar.

— No te puedo dejar sola ni unos minutos, a ver, enséñame que te ha pasado— dice fastidiada— Bah, no es nada, es una torcedura— con un chasquido de sus dedos en su mano aparece un redoma con un líquido marrón de aspecto dudoso— tómatelo y el dolor se te aliviará, luego podré curártelo bien.

Nada más tomar el amargo brebaje, la maga sin ningún miramiento toma las manos de Ivy y la levanta, al mismo tiempo un fuerte viento se forma alrededor de ellas, gira y gira cada vez más rápido elevando las cenizas y las hojas de los árboles que aún quedan en pie, un haz de luz dorada surge de la tierra y también las rodea, Ivy aparta la mirada mareada.

— ¡Ni se te ocurra vomitarme encima o verás cómo es la furia de una maga!—y de repente todo desaparece.

 

— ¡Quietas!— Ivy intenta enfocar la mirada hacia la voz, está mareada y la cabeza le da vueltas, contiene una arcada al recordar la advertencia de Maest.

Han aparecido en la sala de audiencias de su padre y están  rodeadas por la guardia de la ciudad que las apuntan con lanzas mirándolas asombrados. Cuando Ivy consigue estabilizarse ve a su padre sentado en la mesa donde despacha los asuntos rodeado de guardias con las espadas desenfundadas.

— No tengo tiempo, ya he perdido demasiado— con un movimiento de cabeza los manda despedidos contra la pared a la vez que se sacude las manos dirigiéndose al padre de Ivy que las mira estupefacto.

— ¿Ivy?— su padre la mira incrédulo al verla andar como si nada.

— Luego podéis poneros al día— dice la insolente maga— Los fetznianos han cruzado la barrera, seguramente alguno ya esté en el castillo. Tenéis que protegerla— señala a su acompañante sin mirarla— cuidad de ella— les ordena como si tuviera derecho a ello, de repente se queda inmóvil, su cuerpo se pone en tensión— ¿ Porqué no han saltado las alarm...— una potente bola de luz verde la lanza por la ventana, la explosión hace que una lluvia de minúsculos cristales caiga sobre todos los que estan allí.

Los presentes al unísono buscan el origen de la bola de energía, pero ninguno se da cuenta de la bruma verde que cae desde el techo y se posa en ellos inmovilizándolos. Pueden ver, oír y sentir todo a su alrededor pero no pueden moverse. Al instante los cuerpos de los soldados van cayendo muertos con la garganta abierta, un mago, no puede ser otra cosa, se abre paso hasta dónde está Ivy, va cubierto con una capa de color negro, se para delante de ella y la mira fijamente con una terrorífica sonrisa en su blanco rostro, un escalofrío de miedo recorre todo su cuerpo al reconocerlo, esos enormes ojos verdes son inconfundibles, es el hombre que mató a Greyn.

— Curioso— dice mientras la examina detenidamente, con su dedo índice levanta la barbilla de la chica para que lo mire a los ojos.

Ella no puede moverse pero insufla a sus ojos toda la energía de su pequeño cuerpo para que vea el odio que siente por él. La  boca  de él se ladea en una media sonrisa.

— Puedo ver tu fuego interior brillar en tus ojos, siento el odio que sale por tus poros, tu desprecio— recorre su dedo índice por su brazo desnudo— pero no consigo recordar de que me conoces— la sujeta fuertemente por la cintura y pega su cara a la de Ivy— pero claro, no suelo fijarme en desechos cómo tú— la suelta y la empuja fuertemente hasta ponerla de rodillas— así es cómo debes de estar delante de un señor, a sus pies y con la cabeza baja— le empuja la cabeza hacia abajo. Una fuerte explosión llama su atención y con un gesto de fastidio se agacha y le habla al oído a Ivy— la próxima vez que nos veamos pasaremos un buen rato juntos— le da una palmadita en la parte superior de la cabeza— ahora me marcho por lo que he venido a buscar, ella es ahora la que merece mi atención— mata a los guardias que se encuentra en su camino y salta por la ventana rota.

En el mismo momento en que el mago desaparece, el hechizo se desvanece y ya pueden moverse.

— Raffe, ¡Ve tras él!— ordena el padre de Ivy a uno de los soldados que tiene la suerte de seguir con vida. Éste reúne a cinco de los nueve que quedan vivos y se marchan dejando a los otros para que protejan al gobernador y a su hija.

Ivy sigue de rodillas sin fuerzas para hacerlo, temblando de impotencia y miedo, él mató a Greyn, él podría haber matado a su padre y a todos, Clodfyre no tiene ninguna defensa contra él y su pueblo. Varias explosiones la sacan de sus oscuros pensamientos y levantándose junto con su padre se dirige hacia la ventana para ver qué ocurre.

En medio de un gran hoyo están el mago y Maest, ella está rodeada de una enredadera que le aprieta de tal forma que no puede moverse, le cuesta trabajo respirar y tiene numerosas heridas. El mago de los ojos verdes parece también herido, una gran brecha atraviesa su frente, la sangre gotea sin cesar sobre él. Los guardias intentan atacar, pero con su mano derecha dibuja un arco de luz verde y una cúpula transparente toma forma repeliendo el ataque.
¿Porqué no se marcha? Ha tenido tiempo de sobra para desaparecer y llevarse a la maga. Ivy mira con más atención la extraña enredadera ¡No la está aprisionando! ¡La está protegiendo! La va cubriendo como el capullo de un gusano y las raíces van hundiéndose más y más en las profundidades para no soltarse, por eso han sido la explosiones, quiere destruir la planta.



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En el texto hay: aventuras magia fantasa

Editado: 16.02.2020

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