Knight-Lord Experiment: Cuentos Conceptuales

Knight-Lord Experiment: Frío acero nocturno

Knight-Lord Experiment: Frío acero nocturno

Autor: Manuel MR Reyes

Japón, año 2606

Una de las ventajas del progreso tecnológico, es que nos acomedimos a un estilo de vida acelerado, cómodo y cada vez más accesible, sin embargo, también trae consigo nuevas formas de miedo, diversificación del crimen y atajos a todo aquel que delinca…

Un ejemplo es Japón, para situarnos mejor, Tokio. No hay nada más hermoso que ver que las cas calles de la gran ciudad iluminadas por los faroles de cada edificio y comercio que abunda, para mejorar la decoración, el transporte público surcaba las calles aéreas, autobuses flotantes y un vehículo parecido a un tren, sobre-iluminaban el cielo, casi ocultando las estrellas.

En el área comercial, Akihabara, los citadinos disfrutaban sus típicas compras: videojuegos, anime, entretenimiento al límite, algunos tenían sus cabellos estilizados muy propio de los amantes del anime, otros solamente se limitaban a divertirse sin adornarse, pero otros se dedicaban, pues, a hacer bullying.

-¡AH!

Un muchacho fue golpeado en la mandíbula por un hombre fornido, alto. Se trató de levantar pero no podía, de hecho, su novia fue a atenderlo acompañada de sus demás compañeros de clase.

-Te advertí que si me ocultabas algo te iba a lastimar –decía el hombre, vestía ropas deportivas azul marino, sobre su cabeza había un gorro negro con un emblema de un pingüino.- Hoy te quito la comida, mañana te quitaré otra cosa, tu novia tal vez

El muchacho trató de nuevo de levantarse, al mismo tiempo que le gritaba

-¿Cómo te atreves?

Un instante después recibió una patada en la barriga que lo dejó adolorido en el suelo, su novia lanzaba insultos a ese sujeto.

Di lo que quieras –se disponía a comer el sándwich que le había arrebatado al muchacho, hasta que la vio.

Por al menos diez metros adelante, una chica, demasiado esbelta, caminaba hacia él. Vestía un traje bastante ajustado, marcando su figura, este tenía al descubierto los brazos, dejando ver que éstos estaban llenos de tatuajes rojos en forma de rayas a lo largo. Su pecho tenía un escote entretejido que llegaba hasta el cuello, terminando en un lazo. Para rematar, sobre sus caderas, sus hombros y parte de los antebrazos tenían fragmentos de lo que parecía una armadura samurái roja.

-Oh, no –se dijo en voz baja el hombre, luego echó a correr sin antes tirar el tentempié en la cara del malherido chaval-.

Aquella chica, cuyo cabello castaño claro iba hasta la cintura, parecía relajada incluso cuando su objetivo huía. A su alrededor, algunos jóvenes admiraban su “cosplay”, pero otros reconocieron quién era realmente, por lo que evitaban cruzarse en su camino o iban en otra dirección evitando contacto visual.

De vuelta con el bully, este corría, esquivaba las personas que tenía delante, las empujaba con violencia, producto de la desesperación, era tal su velocidad que todo eran luces y borrones a su alrededor, por lo que en cuanto llegó a la calle, gritó de miedo al ver que a su costado iba aquella mujer enarbolando un par de espadas cortas en cada brazo, ahora ella tenía su boca tapada por una careta de dientes demoníacos, comunes en las armaduras del Japón feudal.

-¡Déjame! –aulló

Cambió su dirección al tráfico, al siguiente edificio, los autos que flotaban a centímetros del suelo se detenían ante aquél imprudente peatón, la chica saltó a los cofres de los vehículos, saltándolos como su el suelo estuviera prohibido de tocar. En cuanto ese sujeto llegó a la otra acera, ella saltó sobre un farol, lo trepó y volvió a saltar sobre los escaparates de los negocios. El hombre apresuró su carrera al escuchar como los toldos sonaban por tener alguien corriendo encima de ellos.

.Uf… ¡UH! ¡Ah! –Se quejaba el hombre al hacer parkour para subir un toldo saltando unas cajas y un diablito, sólo para comprobar como la mujer saltaba hacia la pared para correr sobre esta unos segundos y aterrizar tras él-.

En un momento de desesperación aprovechó un tubo, se subió por él y luego a una cornisa para seguir subiendo, giró su cabeza para comprobar que la chica se había quedado en un toldo, contemplándolo, luego se bajó y caminó al edificio que había delante.

-Sabía que era fácil dejarla –se dijo sin dejar de escalar el edificio.

Siguió escalando hasta llegar a lo que sería el piso 23, 24 más bien para llegar al 34 en dónde había terraza. Se sentía aliviado por haber dejado a la chica en la calle, hasta que escuchó un extraño sonido, como si hubieran arrojado algo a gran velocidad cerca de él. Escuchó como el cristal se resquebrajó, producto de que algo cayese sobre este, giró su cabeza para ver con horror que se trataba de la chica, posicionada sobre la ventana, ahora diferente: Su piel ahora era un suave pelaje rojizo con negro y blanco, sobre su cabeza salían unas pequeñas orejitas circulares, y sobre su espalda sobresalía una enorme y esponjosa cola anillada propio de un panda rojo.



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En el texto hay: fantasia, futurista, kle

Editado: 22.04.2019

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