Kobo...El Gorila Gigante.

Capitulo 4.

​La aldea, habiendo aprendido de la traición de Goro, había fortalecido su vínculo con Kobo. La paz que ahora disfrutaban no era una simple ausencia de conflictos, sino una profunda confianza. La historia de un gorila que protegía a una aldea era una leyenda, una conversación común en todas las aldeas. Pero la paz, como una flor frágil, estaba a punto de ser destruida.
​Un día, un grupo de hombres armados con fusiles llegó a la aldea. Los aldeanos se asustaron, y se prepararon para un ataque. Pero los hombres no eran cazadores, ni mercenarios, ni soldados. Eran un grupo de terroristas, liderados por un hombre llamado Malik.
​Malik no era un hombre de negocios, ni un científico, ni un militar. Era un líder de un grupo terrorista, un ser que se movía por el odio y la maldad. Malik había oído la historia de Kobo, y había visto el poder que tenía sobre la selva. Malik creía que si podía capturar a Kobo, podía usarlo para sus propios fines.
​Malik se acercó a Kobo, con una sonrisa malévola en el rostro. "No te haré daño, gorila", le dijo. "Solo quiero tu ayuda". Malik, con una voz llena de maldad, le dijo a Kobo que si no se rendía, su aldea sería destruida.
​Kobo, por su parte, se dio cuenta de que se enfrentaba a un enemigo diferente, una fuerza que no entendía la razón ni la fuerza. Mbali, por su parte, se dio cuenta de la trampa, y se preparó para la batalla. La batalla se había convertido en un juego de ajedrez, con Kobo como el rey y Malik como el oponente. La historia de Kobo, el Gorila Gigante, apenas había comenzado. ​La voz de Malik resonó en la aldea. "Gorila, la elección es tuya", dijo con una sonrisa malévola. "Ríndete, y tu pueblo vivirá. Resiste, y arderá".
​Kobo se quedó inmóvil, sus ojos fijos en el terror de los aldeanos. Su fuerza física, que había vencido a tantos enemigos, era inútil contra la amenaza de Malik. El gorila emitió un rugido de frustración, no por miedo a la batalla, sino por la imposibilidad de proteger a sus amigos sin ponerlos en peligro.
​Fue entonces que Mbali, con una valentía que sorprendió a todos, se adelantó. "No te rindas, Kobo", susurró. Luego se dirigió a Malik, su voz firme y llena de determinación. "No tienes poder sobre nosotros. No nos controlas con tu miedo. Ya no le tememos a nada. Si vas a destruirnos, hazlo. Moriremos libres".
​Las palabras de Mbali resonaron en la aldea, y la confianza regresó. Los aldeanos, que una vez habían temido a Malik, se unieron. El jefe, con una voz llena de coraje, se unió a Mbali. "Moriremos libres", dijo. "La selva es nuestra. No te la llevarás".
​Kobo, al oír las palabras de su gente, se dio cuenta de lo que tenía que hacer. No tenía que luchar. Tenía que demostrar a Malik que la fuerza de la selva no se puede controlar. El gorila se puso de pie, un muro de piel y músculos, y se lanzó. No se lanzó contra Malik, sino contra las armas de sus hombres. Kobo, con una fuerza de la que Malik no se había percatado, destrozó las armas, y los hombres de Malik huyeron.
​Malik, solo y desarmado, se dio cuenta de su derrota y huyó de la selva, y la paz regresó. Kobo miró a Mbali, quien le sonrió, y por primera vez en su vida, se dio cuenta de que su hogar era un lugar donde la confianza y la libertad eran los únicos tesoros. La paz había regresado, pero la historia de Kobo, el Gorila Gigante, apenas había comenzado. ​La aldea, habiendo aprendido de la traición de Goro y los ataques de Malik, había fortalecido su vínculo con Kobo. La paz que ahora disfrutaban no era una simple ausencia de conflictos, sino una profunda confianza. La historia de un gorila que protegía a una aldea era una leyenda. Pero la paz, como una flor frágil, estaba a punto de ser destruida.
​Un día, un equipo de científicos llegó a la aldea. Los aldeanos se asustaron, y se prepararon para un ataque. Pero los hombres no eran cazadores, ni mercenarios, ni soldados. Eran un grupo de científicos, liderados por una mujer llamada Elena.
​Elena no era una mujer de negocios, ni una científica, ni una militar. Era una líder de un grupo terrorista, un ser que se movía por el odio y la maldad. Elena había oído la historia de Kobo, y había visto el poder que tenía sobre la selva. Elena creía que si podía capturar a Kobo, podía usarlo para sus propios fines.
​Elena se acercó a Kobo, con una sonrisa malévola en el rostro. "No te haré daño, gorila", le dijo. "Solo quiero tu ayuda". Elena, con una voz llena de maldad, le dijo a Kobo que si no se rendía, su aldea sería destruida.
​Kobo, por su parte, se dio cuenta de que se enfrentaba a un enemigo diferente, una fuerza que no entendía la razón ni la fuerza. Mbali, por su parte, se dio cuenta de la trampa, y se preparó para la batalla. La batalla se había convertido en un juego de ajedrez, con Kobo como el rey y Elena como el oponente. La historia de Kobo, el Gorila Gigante, apenas había comenzado.

​La fama de Kobo era ahora mundial, un símbolo viviente de la lucha de la naturaleza contra la civilización. Su historia de valentía resonó en foros internacionales, y un comité de naciones, con el pretexto de "protegerlo", decidió que Kobo debía ser reubicado en un santuario de alta tecnología. Para ellos, la selva era un lugar demasiado peligroso para una criatura tan valiosa.
​Un día, el cielo se oscureció con el sonido de los helicópteros. No eran los cazadores furtivos ni los terroristas de antes, sino un equipo de élite, con armas tranquilizantes y redes de captura. Los aldeanos, llenos de terror, se refugiaron en sus casas. La líder del equipo, una mujer de expresión fría llamada Dra. Anya Sharma, se acercó a Mbali con una sonrisa. "No vinimos a hacerle daño. Vinimos a salvarlo de la barbarie", dijo con voz firme.
​Mbali, sin embargo, vio la verdad en los ojos de la doctora. El "santuario" era una jaula, y la "protección" era una sentencia de por vida. La aldea, que Kobo había protegido con tanta valentía, ahora se convertía en su prisión. Mbali susurró a Kobo. El gorila, entendiendo la situación, rugió en señal de desafío. La batalla se había convertido en un juego de ajedrez, con Kobo como el rey y el mundo como el oponente. La historia de Kobo, el Gorila Gigante, apenas había comenzado. ​La Dra. Anya Sharma ordenó a sus hombres que avanzaran. Sus helicópteros emitían un ruido sordo, y los hombres se movieron con una precisión militar. Kobo, por su parte, se lanzó a la batalla. No se lanzó contra los hombres, sino que corrió hacia la selva, con la intención de esconderse.
​Pero la Dra. Sharma tenía un plan. Su equipo lanzó un dispositivo que se adhirió a la espalda de Kobo, y el gorila se vio inmovilizado. Kobo, en su desesperación, se dio cuenta de que tenía que encontrar una manera de derrotar a sus enemigos.
​Mbali, por su parte, se dio cuenta de que no había lugar para ellos en la selva. La única manera de sobrevivir era escapar. Con una voz llena de determinación, Mbali se puso de pie, y se preparó para la batalla. Mbali le susurró a Kobo. El gorila, al oír la voz de Mbali, se dio cuenta de lo que tenía que hacer.
​Kobo, con una fuerza de la que la Dra. Sharma no se había percatado, se levantó, y con un rugido, le dijo a sus enemigos que no se rindieran. Kobo, con una fuerza de la que la Dra. Sharma no se había percatado, se lanzó, y con una fuerza de la que la Dra. Sharma no se había percatado, destrozó los dispositivos de los hombres de la Dra. Sharma.
​La Dra. Sharma, humillada, se dio cuenta de su derrota y huyó de la selva. La paz había regresado, pero la historia de Kobo, el Gorila Gigante, apenas había comenzado. La historia de Kobo, el Gorila Gigante, se convirtió en una leyenda, un símbolo de la lucha por la libertad.



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En el texto hay: drama, aventuras, acción y caos

Editado: 19.08.2025

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