Después de contener a Krampus temporalmente en Hinterwald, Anna se dio cuenta de que la criatura había comenzado a extender su influencia. Las desapariciones se multiplicaban en aldeas vecinas, y la niebla negra que acompañaba al demonio parecía crecer cada día.
Anna y los sobrevivientes decidieron adentrarse en el bosque maldito, un lugar donde Krampus había atrapado a innumerables almas durante siglos. La entrada estaba cubierta de símbolos antiguos, dibujados por aldeanos que habían intentado detener al demonio en el pasado. Sin embargo, la energía maligna que emanaba del lugar hacía que los árboles parecieran retorcerse y susurrar nombres de aquellos que estaban por entrar.