Después de superar las pruebas, Anna y los sobrevivientes llegaron a un claro donde la niebla se tornaba negra como el hollín. Allí apareció Krampus, más monstruoso y gigantesco que en cualquier visión anterior. Su saco se agitaba con formas humanas que chillaban y luchaban por escapar.
Krampus rugió, y la tierra tembló bajo sus pies. Las sombras comenzaron a atacar, intentando atrapar a los sobrevivientes y arrastrarlos al saco del demonio. Anna levantó la campana y tocó las notas que resonaban como luz pura, creando un círculo de protección alrededor del grupo.
El demonio chilló, golpeando con sus cadenas y deformando la realidad a su alrededor. Árboles que antes parecían normales se convirtieron en brazos gigantes que intentaban aplastar a los vivos, y la nieve se transformó en ceniza negra que quemaba la piel. Cada segundo era una lucha por la vida y el alma.