Anna y los sobrevivientes realizaron el ritual según las instrucciones del Libro de las Sombras. Dibujaron símbolos en la nieve con velas de cera virgen, colocaron ofrendas de bondad y pronunciaron palabras antiguas de protección y arrepentimiento. Cada acto genuino aumentaba la luz del círculo, debilitando temporalmente al demonio.
Krampus, furioso, atacó con todo su poder. Sus gritos hacían temblar la tierra y las sombras intentaban quebrar el círculo. Sin embargo, la fuerza colectiva del grupo, basada en la bondad y la sinceridad de cada acción, comenzó a empujarlo hacia atrás.
Por un momento, parecía que habían vencido. Las sombras humanas del saco se dispersaron en luz, y Krampus retrocedió hacia la niebla, chillando con furia y dolor. Sin embargo, su voz resonó en la mente de Anna, gélida y amenazante:
—Esto no ha terminado… volveré.