Kull-Dan: La Búsqueda de las 7 Máscaras Perdidas

La Torre de las Quimeras.

 

 Las nubes empiezan a despejarse y el sol por fin vuelve a cubrir la fría superficie de las calles y paredes de esta ciudad en la que todo está hecho de metal.

 

   La lluvia, como siempre, ha dejado una horrible humedad que no termina de gustarle a todos los habitantes, sobre todo porque deteriora los mecanismos muy fácilmente, aunque eso ya ha dejado de ser un gran problema desde hace mucho tiempo gracias al trabajo de los ingenieros que diseñan el sistema de drenaje, el cual se encarga de hacer que el agua se vaya rápidamente. Sin embargo, si tenemos que hablar de algo que nunca se va, eso es el humo de las fábricas, el cual sale de las gigantescas calderas las 24 horas del día. Pero lo más movido aquí no se encuentra en lo alto de las torres, sino sobre las calles, en donde camina la gente.

 

   A pesar de que es casi mediodía, la oscuridad traída por el humo obliga a algunos edificios a tener sus luces prendidas, unas que son energizas desde la gran red eléctrica impulsada a vapor (uno de los más orgullosos inventos de este mundo). Adentrándose por el camino del bullicio, más allá de los callejones sucios y contaminados, justo detrás de una tienda de comida, por donde suelen acumular los grandes contenedores de basura y en donde la gente de más mala pinta se reúne, tenemos a dos individuos.

 

   Uno de ellos, usando todas sus fuerzas, arrastra al otro, quien parece inconsciente. Su vestido, que debería ser completamente blanco, ahora luce otro diseño formado por las manchas de óxido que han caído en él, ni se diga de la otra persona.

 

- Euryth: Vamos, Richard, despierta…

 

   Dice ella en el momento que recarga al otro en una de las pocas paredes de ladrillo, en un pequeño intento por no dejarlo caer a los  charcos de agua que se han formado.

 

- Richard: ………………

 

- Euryth: ¿Es esto un efecto de Kull-Dan? ¿Por qué no despertará…?

 

   Se pregunta ella al no saber qué hacer. Agitarlo muchas veces no parece haber tenido ningún efecto.

 

- Euryth: …………..

 

   Es hasta el momento en que decide darle una bofetada que por fin consigue una reacción. Más allá del quejido de dolor que él hace, ha conseguido despertar.

 

- Richard: ¡¿Qué-qué ocurre?! …… ¿Dónde estoy?

 

   Pregunta una vez empieza a asimilar su locación.

 

- Euryth: Hmmm… Bien, no era nada de qué preocuparse. Qué curioso, esta vez por fin hemos aparecido juntos, es sólo puede significarse una cosa…

 

- Richard: ¿Y tú…quién eres? ¿Nos conocemos?

 

   Dice él al no entender el monólogo de la chica.

 

- Euryth: Pero el efecto sobre tu memoria sigue siendo el mismo, aunque a mí no me ocurra lo mismo… ¿Qué será? Tal vez si…

 

*Smack*

 

- Richard: ¡Ey…! ¿E-estás loca? ¿Por qué haces eso?

 

   Dice mientras se cubre con los brazos.

 

- Euryth: Parece que volverte a golpear no hizo más que despertarte, es una lástima… O…

 

*Smack*

 

- Richard: Euryth, por favor, es suficiente.

 

  Responde, ahora con molestia.

 

- Euryth: Ah, sí. Tu memoria está funcionando mejor, ¿qué otra cosa recuerdas?

 

- Richard: ¿Yo…? Eh…no estoy seguro, creo que lo dije…por instinto. Entonces te llamas Euryth.

 

- Euryth: ¿Sabes? Se vuelve molesto pasar por lo mismo una y otra vez. Ya podrías ir dejando esa estrategia, no funciona, sólo entorpece un poco las cosas.

 

   Eso último no suena como que fue dirigido a Richard.

 

- Euryth: Bien, mínimo ahora que ya te encuentro podemos realizar la búsqueda más rápido.

 

   Dice ella antes de mirar hacia la otra pared que se encuentra en este callejón, una que tiene un mensaje gravado, la lluvia ha vuelto las letras borrosas, pero son lo suficientemente legibles.

 

- Euryth: Perfecto, sólo es cuestión de encontrar ese lugar.

 

   Dice ella una vez lo ha leído.

 

- Richard: ¿Uh…? ¿A dónde vas?

 

   Pregunta Richard mientras se levanta lentamente, todavía con la inseguridad de qué es lo que debería estar haciendo aquí.

 

- Richard: …….

 

   Sin embargo, hay una sensación que le dice que él ya tiene un objetivo aquí, uno que coincide con el de ella, es el mismo que le trajo ese nombre a la mente.

 

    Inmediatamente se propone a seguirla.




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