L Detective

Capítulo l

La puerta se abrió en su totalidad, exhibiendo el interior del cuarto. Justo en medio de ella, sentados en el suelo, estaban un par de jóvenes enfrentándose sangrientamente en un juego de ajedrez. Al fondo de la habitación otro joven dando la espalda a los agentes, era quién con mucha destreza en los dedos, acariciaba las teclas del piano haciendo que el instrumento hiciera vibrar las almas de los allí presentes.


—¡Vaya!, que agradable visita —dijo el joven con anteojos sin retirar la vista del elegante instrumento. —Agradable por la presencia de la señorita, por supuesto. —comentó al reparar en la curveante figura que se reflejaba en la madera del piano.

 

La atractiva joven sonrió por el halago.

 

El hombre dejó de tocar el instrumento de color negro que emitía tan preciado sonido, dio media vuelta en su banco giratorio y se puso de pie.


—Has mejorado, Thiago,  pero te distraes fácilmente y aún sigues siendo demasiado predecible, una distracción pude costarte la vida. Jaque mate. —dijo, agachandose; moviendo las piezas del otro jugador que iba perdiendo la partida.


—Casi gano —dijo el muchacho orgulloso de su hazaña. 


—Thiago, la conformidad es un síntoma de mediocridad. 


L se puso de pie mientras el joven Thiago y su compañero recogían las piezas y las guardaban en un cajón. El joven de anteojos vestía con unos jeans de color negro y una playera gris oscuro de cuello alto metida en el pantalón: casual pero elegante al mismo tiempo, era común verle todos los días vestido del mismo modo, toda su ropa era idéntica: así no tenía que preocuparse de qué ropa ponerse o cómo combinarla, haciéndole ahorrar tiempo. Debía tener alrededor de 24 años de edad, era de complexión delgada, cabellera negra, corta y despeinada estéticamente. Thiago, el hombre más joven dentro de la habitación contaba con 13 años, vestía con prendas desgastadas al igual que el niño que había abierto la puerta. 

 

—Bien, es hora de retirarme —anunció el muchacho que estaba compitiendo con el joven Thiago. —Si su instalación eléctrica vuelve a fallar, no olvide llamarme nuevamente.

 

—Gracias, te pagarán allá afuera.

 

El joven trabajador salió del sótano sin decir nada más.


—Señor L —dijo el detective a modo de presentación. —Seré breve... necesitamos de su ayuda. 


—Lo siento, pero tengo otros asuntos más importantes que atender —contestó el joven, mostrando la salida con la palma de su mano.


—Le expondré el caso y usted decidirá si es de su interés ¿Esta de acuerdo? —preguntó la agente Katherine tratando de convencer a su interlocutor. 


—De acuerdo —respondió L por cortesía.  


—Se trata de un secuestro, una niña de nueve años fue raptada anoche, los padres no estaban en casa y el secuestrador aprovechó la oportunidad. Creemos que entró por la ventana forzando el cerrojo —concluyó la señorita. 


—Es un caso simple y aburrido. Usted, detective Thompson, puede resolver esto por su propia cuenta —contestó el joven desviando la mirada. —No estoy interesado. 


—Quizá esto le haga cambiar de opinión —el detective sacó un sobre que mantenía oculto en el interior de su traje y lo entregó al joven. 


L abrió el sobre y extrajo de su interior una fotografía de la víctima. 


—Lo único que se encontró en la habitación de la niña fue un globo rojo atado a un “regalo” —expuso el hombre de cuerpo robusto. —En el interior de la caja estaba esta fotografía. 


El detective y la señorita Katherine cruzaron miradas, en espera de una respuesta por parte del joven. 


—Un globo rojo… —dijo el joven ensimismado en sus pensamientos.  


—¿Y, bien? —preguntó la agente, irrumpiendo en los pensamientos del joven. 


—Parece que es su día de suerte, ahora mismo estoy disponible —contestó el hombre, cambiando de parecer.


—Señor, ¿que pasará con el caso que tenemos pendiente? —inquirió el joven Thiago. 


—Tú y número trece —dijo, refiriéndose al niño que había abierto la puerta. —Se encargaran del trabajo, si necesitan de mi ayuda puedes consultarme en cualquier momento, ya sabes cómo contactarme.


El joven asintió y salió del cuarto. 


—“Pennywise”, el asesino del globo... —dijo el joven para si mismo, acomodándose los lentes en un gesto desafiante. —Esta vez no podrás escapar. 

 

El detective Thompson, la señorita Katherine y L, subieron las escaleras del sótano para llegar a la sala. 

 

—La vida te ha tratado muy bien —comentó el hombre robusto observando, nuevamente, la amplitud de la casa.

 

—Bueno, la vida te tiene que dar cosas cuando te hace perder otras ¿No? —contestó el asesor.

 

El joven de anteojos invitó a sus compañeros a tomar asiento para poder conversar amenamente. Thiago no demoró en acercarse con unas tazas de té para los visitantes.

 

La señorita Katherine y Thompson agradecieron el gesto.

 

La apuesta mujer recogió su cabello formando una coleta, mientras observaba la decoración de la casa reparó en un cuadro el cual parecía haber hipnotizado al pequeño que minutos antes había abierto la puerta. 

 

—¿Que es lo que está haciendo? —preguntó al asesor.

 

—Jugando —respondió, indiferente. 

 

—Pero el niño está paralizado. —replicó la agente.

 

—Esta Observando.

 

Katherine siguió sin entender así que L se dispuso a dar una explicación.

 

—En nuestro oficio, la observación es de vital importancia así que estoy entrenando al muchacho para que aprenda la diferencia entre ver y observar. Verán —prosiguió. —La casa está repleta de pinturas y todas ellas son originales y de un alto valor, todas a excepción de una: la tarea del muchacho consiste en hallarla.




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