L Detective

Capítulo Vl

—Así que, trabaja de noche —dijo la agente Jones mientras bajaba las escaleras del sótano, cargando en sus brazos una caja llena de documentos. —¿Cree que eso bastará para encontrar al asesino? —preguntó. 


—Pero por supuesto que no. Apenas estamos iniciando —contestó el asesor abriendo la puerta del cuarto, consigo también llevaba muchos documentos.  


La puerta de madera se abrió y el joven con anteojos prendió el foco que iluminaba la habitación. 


—El sospechoso previo incluía a cada uno de los hombres en la ciudad, ahora se ha reducido a cada hombre que trabaja de noche —concluyó el joven, poniendo las cajas encima de una mesa de madera. 


El sótano era alumbrado por una luz muy tenue, en todas las paredes se podían ver fotografías de cadáveres, cabezas y mapas de la ciudad. Enfrente de la mesa donde habían puesto las cajas estaban pegadas las fotografías los niños asesinados por el asesino del globo. Toda la pared estaba dedicada solamente a él. 

 

Katherine tomó el celular de su bolsillo derecho del pantalón para ver la hora, en cuanto encendió el dispositivo pudo ver los cientos de mensajes que tenía en sus redes sociales. Todos los remitentes eran amigos y conocidos de la central de policía. 


La agente desbloqueó su celular con un simple toque en la pantalla de su móvil, entró a su mensajería y con mirada picaresca se dirigió a su compañero. 


—¡Vaya, no me habías dicho que eras tan popular! —dijo, esperando ver la reacción del joven. 


—Si, soy muy popular —contestó, sin haber prestado atención al comentario. 


—¡Hasta club de fans tienes! —dijo la agente Jones muriéndose de la risa. 


El detective se interesó en qué es lo que le había causado tanta gracia a la agente. 


—¿Club de fans? —contestó incrédulamente. 


La agente Katherine le enseñó su celular al detective. En el grupo de trabajo, dónde estaban agregados la mayoría de empleados del departamento de policía se discutía lo acontecido esa noche en la central: Un conocido para algunos o total extraño para otros, había dado de qué hablar entre los empleados de la central. 


Un joven había humillado a uno de los detectives más populares dentro del departamento. Muchos comentarios estaban pensados para humillar, aún más, la actitud arrogante e infantil del detective brabucón. 


También se comentaba los resultados de la investigación del robo de la tienda de electrodomésticos: el joven había acertado en su deducción; el robo había sido cometido por el propio dueño de la tienda. Gracias a la ayuda del extraño asesor, el caso se había cerrado esa misma noche.


Muchos estaban impresionados con el joven y en cómo en cuestión de minutos, desde la comodidad de la sala del departamento, había resuelto un caso. 
L no pudo evitar sonreír ante ciertos comentarios que hablaban muy bien de él. 


—En mi defensa tengo que decir que él tuvo la culpa: no me dejó ver el nuevo video de Madonna, y vaya técnica de “seducción” que tiene, en verdad, parece que no logró evolucionar. 


Katherine se moría de la risa. 


—La verdad yo también soy tu fan, ese hombre es un cretino, se lo merece. Una vez intento salir conmigo comportándose de igual manera con un chico que siempre pasaba a recogerme, lo que él no sabía es que había insultado a mi hermano. 


L sonrió. 


—Supongo que no le fue muy bien, eres muy ruda cuando estás enojada, ¿lo tacleaste cómo lo hiciste con Liam? 


Katherine sonrió al recordar que horas antes estaba molesta con el asesor y era a él a quién deseaba golpear con todas sus fuerzas pero al no poder hacerlo se había desquitando con el muchacho encapuchado. 


—Tendrás que portarte bien conmigo o, de lo contrario, saldrás muy lastimado —dijo coquetamente. 


—¿Eso es una amenaza? Tendré que conseguirme un guardaespaldas —respondió el joven.


—O mejor aún, yo podría ser tú guardaespaldas. 
 


Ambos rieron y suspiraron de cansancio, había sido un día muy complicado y aún les quedaba revisar cada uno de los archivos dentro de las cajas. Cuando L se disponía a abrir la primera de ellas, se escuchó que alguien tocaba la puerta. Eran las 10:39 pm.


—Yo abriré —dijo el asesor. 


—Yo te sigo, necesito un poco de agua —contestó Jones. 


Subieron nuevamente las escaleras, los tacones de sus zapatos sonaban con cada paso que daban. El piso era de madera. 


El joven llegó a la puerta y Jones a la cocina. 


—Buenas noches, señor —escuchó decir Jones desde la puerta. 


—Querido Thiago, pasa por favor —respondió L. 


—Tengo noticias para usted.  


Katherine salió de la cocina con dos vasos de agua; una para ella y el otro lo entregó al asesor, quien no lo recibió: ofreciendo la bebida al joven con ropas desgastadas. 


—Gracias —contestó el muchacho, tomando el vaso y bebiendo todo el líquido de un solo trago.


Katherine se llevó los vasos vacíos de vuelta a la cocina. A pesar de que toda la casa parecía estar en desorden, con libros por doquier, la cocina estaba perfectamente limpia y ordenada. 


—El motivo de mi visita es para darle el informe del caso que nos encargó a trece y a mí. 

 

El muchacho dió un portafolio al detective. L revisó los documentos que contenía dicho portafolio, hojeandolo como si de una revista se tratase.


—Asi que el asesino fue el esposo... —sonrió. —¿Por qué no me sorprende.


—Un caso común, casi siempre son los esposos —respondió el joven de 13 años. 


—¡Excelente trabajo! —felicitó al joven mostrándose contento. —Tenia mis sospechas, siempre supe que era él, por cierto donde esta tu compañero, se supone que no se tienen que alejarse demasiado el uno del otro. 




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