—¡Es un maldito, estoy molesto! —confesó el detective Thompson a la agente Katherine, golpeando su escritorio de madera con su mano en forma de puño.
La agente Jones esperaba de pie, frente al detective, sin decir palabra alguna.
—¡Entiendo la venganza!¡He perdido amigos en el trabajo por escorias como Pennywise! Ha habido ocasiones donde he pensado tomar justicia por mi propia mano pero no lo hice. Él quizá no sea un policía pero a estado cerca de la fuerza pública para saberlo.
Katherine evitó el contacto visual con el detective por alguna razón también sentía que estaba molesto con ella.
—Hablé con Thiago —dijo el detective estando más tranquilo. —Me dio posibles direcciones pero no está seguro de que L haya huido a esos lugares. Haré que mis hombres vayan a cada una de las direcciones que Thiago nos dio, veremos si podemos localizarlo.
Thompson salió de su oficina, la agente Jones soltó un suspiro cuando se quedó sola en la oficina, nunca había visto a su compañero tan molesto como lo estaba viendo ahora, dejó caerse en el acojinado sillón de color negro y pidió a Dios para que evitará que L hiciera alguna tontería.
Katherine tomó su celular y llamó al aprendiz del asesor.
—Hola.
—¿Hola? ¿Con quién desea hablar? —preguntó el muchacho al no reconocer la voz ni el número de la agente.
—Hola Thiago, habla Katherine, quiero tratar un asunto contigo.
—Lo siento pero no puedo —contestó el muchacho adivinando los pensamientos de su interlocutora. —¿Cómo conseguiste mi número?
—Lo copié del celular de Thompson.
—Vaya, si que te gusto.
—Entiende, esto es algo serio, ayúdanos a encontrar a L, yo sé que tú sabes dónde se encuentra.
—Ya le dije todo lo que sé al detective Thompson.
—Escúchame, no hagas esto por nosotros, hazlo por ayudar a L.
—¿Por qué a L? —preguntó el muchacho pasando la página del libro que estaba leyendo.
—Me temo que L está a punto de hacer una estupidez, podría acabar con su carrera y sobre todo… podría terminar en la cárcel.
Thiago se levantó del sillón dónde estaba recostado.
—¿A que te refieres?
—Creo que L va a matar a Pennywise y si Thompson no lo encuentra antes de que esto suceda: L podría terminar en la prisión.
—Entiendo —respondió Thiago cerrando su libro.
—Necesitamos de tu ayuda para salvar a L, tenemos que evitar que se vuelva un asesino.
—En verdad no sé dónde podría estar, le di a Thompson varias direcciones pero no estoy seguro de que lo encuentren ahí. Me pondré a trabajar a ver qué consigo, buscaré entre sus cosas y contactaré con unos amigos. Estaremos en contacto, te llamaré si encuentro algo.
—Gracias, hazlo rápido por favor.
—Lo haré.
—Adiós.
El muchacho colgó la llamada y se dirigió a la habitación de su maestro en busca de pistas que lo llevarán a su ubicación. Katherine guardó el celular, mirando a la nada, se preguntaba a dónde podría haber ido aquel joven ojeroso que le preocupaba tanto.
Thiago empezó a buscar entre los libros de L pero no encontró nada, los niños que estaban jugando en el sótano con el pequeño felino subieron al escuchar ruido en el piso de arriba.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó número trece.
—Estoy buscando información en la libreta de apuntes —contestó Thiago mientras hojeaba rápidamente la libreta.
—¿Y qué es lo que buscas exactamente?
—Veras Trece, L está por cometer una estupidez y tenemos que encontrar la dirección de una bodega según me informó Thompson.
—¿Ya buscaste en los sillones de la sala o en el sótano?, Ahí es donde normalmente deja abandonados sus medicamentos, el periódico, y todo lo demás.
—No, Thompson me dijo que Katherine le dijo a él que el periódico que buscamos lo encontraría en la habitación de L.
—Entonces buscamos un periódico —comentó el pequeño Trece para él mismo. Y ¿Te dijo algo más?
—No.
—Hmmm.
Trece empezó a buscar revisando nuevamente los libros y cajones en la habitación.
—¿Oye tu dormiste aquí cierto? —preguntó Thiago al niño nuevo.
El pequeño asintió con la cabeza y puso al pequeño gatito en el suelo.
—Si —repitió trece. —Pero cuando L ya no estaba y yo subí a verlo, él aún dormía, no pudo haber visto nada.
El gato brincoteaba , escondiéndose detrás de las pilas de libros que Thiago y trece habían quitado de la estantería.
Thiago cada vez se sentía más presionado y nervioso.
—Escuche un sonido en ese cuarto —dijo el niño más pequeño.
Thiago y trece voltearon la mirada a dónde el dedo índice del pequeño señalaba.
—¿El vestidor? —Preguntó Thiago.
—Pero que yo sepa, nunca ocupa el vestidor —contestó trece.
—Quizá lo utilizo porque el pequeño estaba durmiendo aquí.
—Pero si luego se termina de cambiar en las escaleras —dijo trece riéndose.
—Pero bueno, no creo que al jefe le hubiera gustado que la agente Katherine lo viera en pelotas, quizá a la agente Katherine si le hubiese gustado —sonrió. —Pero a L no lo creo.
Trece soltó una carcajada al imaginarse la escena.
Thiago regresó los libros a su lugar correcto con la ayuda de Trece. El niño nuevo quitó a su mascota de uno de los cajones donde jugaba con una pequeña pelota de esponja.
Thiago termino de acomodar los cajones y abrió el vestidor pero como ellos ya se lo esperaban: ahí no había nada.
—Uff, pues no encontramos nada —dijo Thiago.