La absurda agencia Spookwind.

CAPÍTULO 3. El collar de Reina.

Una de las razones por las que Hooked Wind evitaba abrir la puerta, era porque la mayoría de los clientes se sorprendían al verlo frente a ellos.

Un sujeto de casi dos metros, con semblante serio y aspecto de solo bastarle una mano para asesinarte, no era precisamente alguien que te haría sentir seguro.

La mayoría de veces era fácil deducir lo que la gente pensaba.

Algo como:

"¿Estoy en el lugar correcto?"

"Este tipo va a asesinarme"

"¿Será el matón del lugar?"

O

"Estoy tan jodidamente asustado que mi cuerpo se mueve en automático y solo me he resignado a aceptar mi destino hacia la muerte"

Al menos eso fue lo que la expresión del tipo frente al mayor de los Wind daba a entender.

El sujeto debía rondar entre los 25 y 30 años, iba vestido con un traje negro, unos impecables guantes blancos y una corbata a complemento. Su cabello negro estaba pulcramente peinado hacia atrás, resaltando lo pálido de su ovalado rostro.

Al principio su postura era firme y recta, parecía estar acostumbrado a lucir elegante, pero en cuanto reparó en Hooked, su cuerpo se contrajo y se puso rígido. Solo en ese momento, el mayor de los Wind, pudo notar al niño que lo acompañaba. Un pequeño de no más de 13 años, de cabello oscuro y piel trigueña, con un curioso traje azul y una correa en la mano.

A diferencia del adulto, él no parecía asustado, más bien sorprendido.

—Asustarás al niño, si sigues parado ahí, gorila tonto —reclamó Gregory, llegando hasta la entrada principal.

—Yo no me asusto con nada —soltó el pequeño con disgusto—. Michael, ¿Estás seguro de que este era el lugar? —preguntó observando el exterior de la casa —. No me parece que esto sea una agencia y mucho menos que estos dos sean investigadores

—Mi señor Louis, estoy seguro de que esta es la dirección —habló el hombre volviendo a enderezarse

—¿Estos dos?—preguntó Gregory ofendido —. ¿Niño, acaso tú y tu padre están perdidos?

Hooked miró la escena por unos segundos sin mucho interés y después entró a la casa, sin decir otra palabra.

—No digas tonterías, incompetente. Michael es mi mayordomo. Mejor sé de utilidad y dime dónde puedo encontrar al líder de la agencia Spookwind.

Gregory abrió la boca, ligeramente sorprendido por la forma de actuar del niño, y frunció el ceño con disgusto.

El pequeño parecía impaciente, su voz sonaba irritada y se tocaba la sien como si tuviese un dolor insoportable de cabeza.

—¿Qué acaso tu madre no te enseñó a respetar a tus mayores? —habló el rubio finalmente, colocándose las manos en los costados e inclinándose hacia el pequeño.

Michael, el mayordomo, volteó de inmediato a ver al muchacho, quien parecía aún más irritado.

—¿Y la tuya? —debatió el pelinegro, dando un paso hacia Gregory.

Por suerte, Hooked regresó de nuevo a la entrada y tomó al rubio por la cintura, pues este parecía tener intenciones de abalanzarse sobre el menor.

Tras de él venía Loni, quien observaba todo sin saber muy bien lo que ocurría, pero con la ligera sospecha de que su hermano mayor estaba por cometer una tontería, típica de su inmadurez.

—Suéltame, tonto —reclamó Gregory, pero el más fuerte hizo caso omiso y lo llevó hasta el interior de la casa.

Llegó hasta los sillones y lo sentó con brusquedad; después, con su usual cara impasible, se acercó hacia él de forma amenazante.

—Será mejor que te comportes, Gregory —advirtió con voz ronca, y por apenas unos segundos el rubio pareció nervioso, pues incluso para él, cuando Hooked se lo proponía, podía ser muy intimidante.

Sus ojos grises miraban fijamente el rostro del rubio, y el hecho de que estuvieran a solo unos centímetros no ayudaba a disipar la tensión entre ambos.

—Ay, ya cierra la boca —habló finalmente Gregory, desviando la mirada y cruzándose de brazos—. Además, él empezó —agregó, poniéndose a la defensiva, pues de ninguna manera permitiría que Hooked, pensara que podía doblegarlo.

—Tiene como 9 años, Gregory—debatió Hook, alejándose de él finalmente

—Mentira, debe tener al menos 12—reclamó rodando los ojos.

Ninguno de los dos dijo nada más, pues Loni llegó hasta la sala donde solían recibir a los clientes. Junto a él venía el mayordomo, y el pequeño niño, quien aún no parecía convencido de quedarse.ç

—Por favor, tomen asiento— pidió Loni, señalando el sillón más grande.

—¿Señor?—dijo Michael con duda, al ver que su jefe aún permanecía de pie.

—¿Sucede algo?—preguntó el líder de la agencia.

El niño lo miró de arriba a abajo y después decidió hablar.

—Le daré una oportunidad a tu agencia, solo si él se va— condicionó el pequeño pelinegro, mientras veía de reojo a Gregory

—¿Perdón?—preguntó el rubio, levantando ambas cejas, cada vez más irritado—. ¿Crees que un duendecillo como tú, puede venir a darnos órdenes?

Loni se pasó dos dedos por su ceja izquierda, acción que hacía cuando intentaba mantener la calma. Mientras tanto, Hooked observaba la escena con cansancio.

—¿A quién crees que llamas duendecillo, jirafa?—Contraatacó Louis arqueando una de sus pequeñas cejas—. Apenas tengo 13 años, así que mi estatura es adecuada. Contrario a tu actitud, aun viéndote como un anciano

—¿Anciano?—preguntó el rubio parándose del sillón

—Okay—intervino finalmente el de cabello blanco—Hooked creo que Greg y tú deberían preparar algo de té —pidió intentando recuperar el control de la situación

—Les advierto que no tomaré nada que sea preparado por ese tipo —dijo el de traje azul, mientras miraba a Gregory y apretaba con fuerza la correa que sostenía con su mano derecha—. Estoy seguro de que lo escupirá o le echará veneno

—Con gusto lo haría —respondió el mencionado.

Gregory entrecerró los ojos, aun observando al pequeño cliente, quien lo veía con expresión enojada.

Mientras que el mayordomo intentaba calmarlo de manera nerviosa, pero era ignorado casi por completo.




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