La absurda agencia Spookwind.

CAPÍTULO 4. Tóxica Cena.

11 de noviembre.

Dos toquidos en la puerta de la oficina del primer piso, hicieron que Loni saliera de su concentración y diera un pequeño salto.

Intentó esconder lo que estaba haciendo bajo su escritorio, pero una voz conocida lo tranquilizó.

—Soy yo, te traje algo de tomar —habló Igari, entrando con cautela a la habitación—Sigo sin entender cómo es que después de tener un día tan pesado, puedes seguir haciendo eso en lugar de descansar—dijo el castaño, mirando la bola de estambre y las agujas que reposaban en las piernas de Loni.

—Bueno, es mi manera de relajarme —respondió el de cabello blanco, volviendo a ponerse los anteojos que había metido a uno de los cajones del buró—. Además, es de las pocas cosas que aprendí en el orfanato —agregó tomando la taza gris que el menor le extendía.

Igari se sentó en una de las sillas, frente al escritorio, y con nerviosismo jaló ambas mangas de la playera negra que ocupaba como pijama, hasta cubrir sus manos.

—Aun así, siento que pierdes el tiempo, por mi culpa —admitió el más joven, mirando apenado a Loni.

—Claro que no, me gusta tejer suéteres horrendos para ti— bromeó el más bajo, sonriendo.

—¿Crees que son horrendos?—preguntó Igari con timidez, siguiendo el juego del mayor

—Dejan de serlo, cuando tú los usas —admitió Loni, intentando arreglar el asunto, y el castaño solo desvió la mirada avergonzado.

—¿Qué tal tus lentes nuevos?—preguntó el más joven de los Wind, cambiando de tema, observando el rostro de Loni con atención. Le parecía increíble cómo su líder podía lucir bien con cualquier cosa que usara.

—Son muy cómodos—admitió, ajustándolos con su dedo índice.

—Lucen bien, tal vez deberías usarlos más seguido —sugirió el menor, sonriendo con sinceridad.

—Creo que prefiero los lentes de contacto —respondió el otro con rapidez—. Bueno, son más cómodos al momento de trabajar.

Igari asintió, aunque sabía que no era la verdadera razón por la que Loni se negaba a usar sus anteojos.

Para las demás personas, el de cabello blanco era alguien extrovertido, con mucha confianza en sí mismo, inclusive hasta vanidoso. Pero Igari, era capaz de percibir el miedo que Loni sentía a que otros lo juzgaran.

Si el menor de los Spook tuviera que pensar en una palabra para describirse, su primera opción sería "Grandioso" o al menos eso es lo que diría frente a los demás, porque en su mente la palabra "inseguro" resaltaría en un brillante color rojo.

Aun así, Igari no insistió con el tema, pues Loni jamás había querido tener ese tipo de plática, tan personal.

—Creo que ya deberíamos ir a dormir —habló Igari, levantándose de su lugar—. Bueno, ya sabes, cada uno en su cama— agregó después con tono nervioso, desviando sus entornados ojos miel lejos del rostro del más bajo.

—La idea de compartir mi almohada contigo no me molesta —respondió Loni con tono divertido y al ver que las mejillas del más joven se ruborizaban, soltó una breve risa—. Es broma —dijo, guardando el estambre y las agujas.

—Apresúrate, Fallon— respondió el castaño, en un intento de fastidiar al de ojos cafés.

—Si tú lo dices, no me molesta —admitió Loni sonriendo con diversión.

Igari lo sabía, él nunca le diría algo a Loni, que pudiera lastimarlo.

Antes de que el más joven lograra responder, una fuerte carcajada los hizo mirarse a ambos confundidos.

—¿Hay una mujer en la casa?—preguntó Loni con duda.

—Eso creo —respondió el castaño, con tono inseguro.

—Gregory — dijeron ambos al mismo tiempo, después de escuchar la escandalosa risa del rubio.

Salieron con rapidez de la oficina del más bajo y se encontraron a Hook en el pasillo. Este vestía su pijama a cuadros rojos, que consistía únicamente en un pans. Tenía el cabello completamente suelto, y gran parte caía sobre su rostro.

Entre sus labios descansaba un cigarrillo sin encender.

—¿Tú sabías que Greg traería a una chica? —preguntó Loni, al más alto.

—No—respondió Hook, sin siquiera mirarlos, y continuó caminando hasta la puerta trasera que daba al patio.

Cuando ambos chicos llegaron a la sala, encontraron a Gregory, platicando animadamente con una mujer pelirroja de cabello corto y grandes ojos grises.

Vestía un elegante conjunto café y unos guantes negros de piel.

Sonreía ampliamente, por lo que el rubio le decía, mostrando sus blancos y perfectos dientes.

—¿Greg?—preguntó Loni, pues ni él ni la mujer se habían dado cuenta de su presencia.

—Ah, por fin están aquí —dijo el rubio sin dejar de sonreír—. Ella es Emily, una clienta —explicó, mientras observaba a la mujer, quien debía tener al menos 30 años.

—Discúlpenos, no sabíamos que estaba aquí —pidió Loni, extendiendo su mano hacia la pelirroja—Soy Loni Spook.

Emily correspondió su gesto, mientras lo analizaba con poca discreción y sonreía complacida.

—Es un gusto. Tu hermano ya lo dijo, pero soy Emily Carson—respondió, y después desvió su mirada hacia Igari.

—Buenas noches. ¿Gusta algo de beber?—dijo el castaño, intentando no lucir nervioso.

—Estoy bien, gracias —contestó únicamente y de nuevo centró su atención en Loni

—Bueno, señora Carson, ¿en qué podemos ayudarle?

En cuanto Loni preguntó eso, la actitud de la pelirroja cambió por completo, su semblante pasó a uno preocupado y la sonrisa en su rostro desapareció. Como si de repente recordara el motivo por el que estaba en la agencia.

Emily se quitó con cuidado los guantes, dejando a la vista su argolla de bodas en la mano izquierda, haciendo que la emoción de Gregory por estar ahí, disminuyera.

Después, con un ligero temblor en sus dedos, sacó de su bolsa, una hoja doblada en dos, y se la extendió al líder de la agencia.

—Mi esposo recibió esta nota el día de ayer—explicó la pelirroja y todos observaron el contenido de la hoja.

En ella se podía leer lo siguiente.




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