Una vez que llegaron a la agencia, todos se pusieron manos a la obra.
Hooked se aisló en la cocina, preparando todos los platillos que comerían esa noche. Trabajaba sin parar, pero siendo tan meticuloso como siempre.
Loni e Igari, decoraban el árbol, intentando no romper las esferas. El líder de la agencia, había optado por comprar el pino que ya incluía las luces, para no arriesgarse a causar otro apagón como el del último año.
Finalmente, Gregory, se encargaba de las decoraciones más simples, aquellas que no incluían electricidad, pegamento o fuego, pues querían evitar cualquier tipo de inconveniente. Por lo que solo buscaba sitios donde poder colgar los objetos navideños.
Horas más tarde, cuando ya todo estaba listo. Los chicos bajaron después de haber tomado un baño y arreglado sus obsequios para el intercambio.
—Los suéteres, Greg —dijo Loni, en cuanto los cuatro estuvieron reunidos en la sala.
—Cierto—respondió el rubio y sacó las prendas de la bolsa donde las guardaba.
Ni siquiera prestó demasiada atención a que suéter le entregaba a cada uno de sus compañeros, pues en realidad no se había tomado el tiempo de ver los diseños en la tienda.
Loni desdobló el suéter que le tocó y alzó las cejas con asombro.
—¿En serio, Greg?—dijo al ver la imagen de un reno vomitando bastones de caramelo y pompones de colores, sobre la tela negra.
—Es un reno, así que es navideño— se justificó el rubio, alzando los hombros, y después se colocó su prenda.
El suéter que él había elegido parecía simple. Era de color rojo y en la parte delantera se podía ver una galleta de jengibre con un gran moño rojo en la cabeza. Algo parecido al de Hooked, solo que el suyo era azul y la galleta tenía un gorro de Santa.
—Claro, eso lo dices, porque tu suéter no es tan extraño— se quejó el de cabello blanco.
—Nadarías en esto —dijo Gregory, jalando la parte delantera de su prenda—. Así que no puedo cambiártelo.
Loni sabía que el rubio tenía razón, pues incluso a él, el suéter se le veía algo grande, así que no pudo contradecirlo.
—Chicos—dijo Igari, llamando su atención. Y los tres mayores lo observaron.
Loni se esforzó por no reírse, contrario a Gregory quien soltó una risa nasal. Incluso Hooked levantó ambas cejas.
—¡Por Dios, es horrendo!— admitió el rubio y Loni lo golpeó en el brazo, con su palma—. ¿Qué?, es verdad.
—Tú lo elegiste —le recordó el moreno.
—Ya lo sé, pero solo míralo— respondió Gregory, y de nuevo desviaron su atención al más joven de la agencia.
La prenda era de un verde opaco. Tenía gruesa escarcha, de un rojo chillón en las mangas y cuello. Y al centro, a modo de botones, resaltaban esferas amarillas y azules de diferentes tamaños.
—Si te incomoda, puedes dejar de usarlo —le sugirió Loni, al castaño, pero este se negó.
—Pica un poco del cuello, pero estoy bien, quiero entrar en la temática —respondió sonriendo.
Loni le devolvió el gesto, y una vez que todos en la agencia estuvieron listos, volvió a hablar.
—Bueno, ya está listo el árbol, las decoraciones y la cena. Tenemos nuestros suéteres, ahora solo debemos entregar nuestros regalos —dijo, repasando la lista de objetivos que tenía para ese día.
—Deberías iniciar tú —propuso Gregory, mientras se aseguraba de que su regalo estuviera dentro de la bolsa blanca con la que había bajado.
—Tiene razón, gracias a ti es que estamos haciendo esto —agregó Igari y Loni asintió.
—Pero antes. Rob envió obsequios —comentó el líder— y fue hasta uno de los sillones donde reposaban 4 cajas blancas con brillantes moños rojos.—Quería incluirlo en el intercambio, pero dijo que este año lo pasaría con su madre —explicó y comenzó a repartir los regalos.
—Qué generoso —dijo Gregory, quitando la tapa de la caja—. Rob, es genial para los regalos —agregó, sacando un oso de peluche azul. El mismo que tiempo atrás había portado una bomba —Darnos, evidencia de un crimen como obsequio navideño, solo a él se le ocurriría.
Los demás también observaron sus regalos. Eran el resto de los peluches que el tipo de cabello morado había usado en la feria para esconder las bombas.
Hooked tomó el oso verde con ambas manos y lo observó detenidamente.
—Bueno, después de todo, eran para nosotros —dijo Loni, recordando el caso de semanas atrás.
Igari sonrió cuando sacó el regalo de la caja. Al final sí había podido quedarse con el oso rojo, que Loni había ganado para él, en el juego de los dardos.
—Bien. Entonces es mi turno —dijo el líder de la agencia y dejó el peluche amarillo en uno de los sillones, para después tomar una gran bolsa plateada de papel—. Bueno, mi regalo es para la persona más impredecible y desastrosa de esta agencia.
Al decir eso, Hooked e Igari, voltearon hacia Greg, quien no tardó en reaccionar de forma ofendida.
—Bueno, ser impredecible no es tan malo—dijo sonriendo con superioridad.
—Ven aquí, hermanito mayor —habló el líder y sin darle tiempo para negarse abrazó a Greg, quien abrió los ojos con exageración y después palmeó un tanto incómodo la espalda del más bajo.
Una vez que se separaron. Gregory quitó las grapas que mantenían adentro su obsequio y sacó un folder gris. Frunció el ceño, mientras lo abría, pero pronto su semblante pasó a uno más emocionado.
—¿Es real?—preguntó Gregory, alzando su vista hasta el de suéter de reno y este asintió con una amplia sonrisa—. ¿Cómo conseguiste que la SEG te diera un permiso para usar sus laboratorios?—preguntó aun leyendo el documento.
—Ya sabes, en ocasiones puedo ser muy bueno para conseguir lo que me propongo —bromeó Loni de manera altanera.
—¿Coqueteaste con la jefa de Rob o algo así?—cuestionó el mayor, y finalmente cerró el folder.
Loni soltó una risa nasal, mientras negaba con la cabeza.
—Por supuesto que no —respondió el líder—. Puedes usar las instalaciones durante toda una semana, en los horarios libres. Siempre y cuando te apegues al reglamento —explicó cambiando de tema.
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Editado: 20.02.2025