La absurda agencia Spookwind.

CAPÍTULO 11. Hooked Wind.

Hooked Wind solía pasar mucho tiempo en el pequeño jardín trasero de la agencia. Podía estar horas observando el árbol de duraznos que estaba justo frente a la banca donde solía sentarse.

Hacía aquello, cuando quería disipar los recuerdos que atormentaban su cabeza. La mayoría de veces funcionaba, pero había otras, donde no corría con tanta suerte y tenía que revivir una y otra vez todas las tragedias de su pasado.

Aquella tarde, era una de esas veces. La peor en muchos años...

Hooked miraba fijamente la pared azul frente a él. Sus brazos descansaban sobre la mesa de metal que estaba en el centro de la habitación. Sus oídos se habían ensordecido casi por completo, debido a lo sumido que se encontraba en sus recuerdos.

Recién había abandonado el lugar una de las investigadoras que formaban parte de la SEG, quien, al no obtener palabra alguna de Hook, pidió un descanso con tono molesto.

El mayor de los Wind no había hablado desde que Rob y un grupo pequeño de agentes se presentaron en su casa, con la noticia de que él era sospechoso de un doble asesinato.

Su cabeza se había transportado años atrás, al escuchar la noticia sobre la muerte del doctor Blif y uno de sus asistentes.

Dos horas antes...

La música sonaba fuertemente, inundando cada rincón de la vieja casa que servía como base para la agencia.

Love buzz de Nirvana era transmitida desde el taller de Gregory, quien tenía toda su concentración puesta en soldar dos piezas de metal, para su más nueva creación. Sus ojos tras los lentes de protección estaban fijos en su objetivo, mientras sacaba levemente la lengua. Un gesto que había adquirido desde niño, cuando intentaba mantener su atención en algo específico.

Hooked suspiraba pesadamente, luchando por no perder los estribos debido al alto sonido, mientras cortaba algunas zanahorias para la comida.

—¡Gregory, en serio baja el volumen! —gritó Loni, desde su oficina, pues no lograba concentrarse en revisar las finanzas de la agencia.

Su petición fue ignorada, pues evidentemente nadie en esa casa podía oír otra cosa que no fuera la voz de Kurt Cobain.

Rápidamente, se paró de su silla, para dirigirse hacia donde el mayor de la agencia se encontraba. Al salir de su oficina, se topó con Igari, quien caminaba con rapidez hacia la entrada principal.

—Creo que alguien está tocando— explicó el de suéter de estambre negro y caritas sonrientes.

—Yo atiendo —se ofreció Loni—. Puedes ir con Gregory y bajar el volumen de su música, por favor. Si es un cliente, no podremos atenderlo con todo ese escándalo —pidió el más bajo e Igari asintió, mientras le sonreía.

Loni finalmente tomó el pomo de la puerta y abrió. Se sorprendió al encontrar a Robert frente a él, pues el moreno tenía la llave de la agencia para poder visitarlos cuando quisiera. Sin embargo, supo que había algo más tras la visita del pelinegro, pues a unos cuantos pasos algunos hombres de camisa blanca y lentes negros, lo acompañaban.

—¿Qué pasa?—preguntó Loni sin preámbulos.

Robert dudó unos segundos para responder. Hasta que uno de los sujetos que iban con él, carraspeó sin mucha discreción.

—¿Está Hooked aquí?—cuestionó el mayor, mirando a Loni de una manera extraña, que este no supo descifrar.

—En la cocina, pero ¿puedes decirme por qué estás aquí, con ellos?—pidió el de chamarra verde, mirando a los sujetos de lentes oscuros.

—Sé que lo que voy a decirte no va a gustarte, pero te prometo que voy a darles todos los detalles, y hacer todo lo que esté a mi alcance para ayudar a tu hermano —dijo Rob, demasiado rápido, como si temiera que alguien lo interrumpiera.

—¿Decirme qué? Rob, estás preocupándome —confesó el más bajo.

El moreno se quedó en silencio nuevamente, hasta que uno de los hombres tomó la palabra.

—Agente Robert. Lleve a cabo el arresto, o deje que nos encarguemos. Usted insistió en ser parte de esto, así que no nos haga perder el tiempo —dijo un tipo de semblante serio. Tenía la cabeza rapada y un diminuto arete negro resaltaba en su oreja derecha

—¿Arrestar a quién?—cuestionó el menor de los Spook—A Hooked—dijo, tras analizar todo lo que el moreno le había dicho—. ¿Qué? ¿Por qué?

Loni frunció el ceño, confundido por la situación. No podía pensar en una sola razón por la que la SEG, quisiera arrestar a Hook. Sabía que el más alto, era serio, incluso intimidante, pero no era el tipo de persona que dañaría a alguien inocente, o cometería algún tipo de crimen. Además, apenas una semana antes, Gregory había estado trabajando en sus instalaciones, por lo que la agencia estaba en buenos términos con la organización.

—Tu hermano, es sospechoso de un homicidio —soltó el mismo tipo rapado—Dos, en realidad—, se corrigió, y Robert cerró los ojos.

Loni soltó una risa nasal, mientras miraba incrédulo a los tipos frente a él.

—No, están equivocados. Hooked nunca lastimaría a nadie, ni siquiera por error —dijo, negando con la cabeza.

—Ya lo ha hecho antes, muchacho —respondió el de arete, sin mucha paciencia—Yo no tendría por qué darte explicaciones, pero no creas que hacemos esto sin motivos. Tu hermano ya ha matado, él tiene un pasado con los tipos muertos, así que debe acompañarnos.

Loni miró a Robert, quien parecía igual de perturbado que él. Incluso daba la sensación de ser otra persona. En todo el tiempo que llevaba conociéndolo, el menor de los Spook, nunca había visto al moreno tan indeciso y nervioso.

—Te prometo que haré todo lo posible para que lo dejen ir cuanto antes. Vamos a resolverlo —dijo Rob, intentando serenar a Loni.

—Ahora, ¿puedes hablarle al muchacho o harás que nosotros entremos?—preguntó el sujeto de gafas, quien parecía estar al mando.

Loni no respondió. Solo se quedó inmóvil frente a la puerta. Pensando en lo que debía hacer o esperando a que Robert le dijera que todo aquello era una broma, una de muy mal gusto, que jamás volvería a repetir.




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