Había transcurrido más de una semana desde el secuestro de Igari, y desde que Finny había sido trasladado a "El hormiguero", una de las prisiones supervisadas por la SEG, de donde difícilmente se podía salir, al menos que la organización así lo quisiera.
El ambiente dentro de la agencia Spookwind era extraño. Desde que los mayores habían sido dados de alta del hospital, Loni e Igari no habían vuelto a dirigirse la palabra, así que, para evitar volver más complicada la situación, Hooked y Gregory pactaron una tregua de forma silenciosa, aunque eso implicaba que ellos tampoco hablarían, por lo que, la enorme casa, se encontraba en una quietud demasiado incómoda.
Durante los pocos casos que se habían presentado en ese tiempo, Igari optó por no participar, pues, se sentía indigno de ser miembro de la agencia, y solo gracias a las súplicas de Gregory, fue como había accedido a seguir viviendo con ellos.
Aunque a Hooked le preocupaba la actitud que habían adoptado los menores, no interfería en el asunto. No sabía de qué manera abordar el tema con ellos. Además, le atemorizaba mucho tener que hablar de cosas personales con otros, incluso si se trataba de su familia. Una parte de él seguía absteniéndose de hacerse muy cercano a los demás, pues la idea de formar un lazo y después tener que ser testigo de cómo se rompía, no era algo que le gustaba experimentar. Hooked prefería ver y cuidar de lejos a los demás. Aunque, al hacerlo, quedara como alguien desinteresado o insensible.
No tenía claro de qué manera podía mostrar su apoyo, y aunque así fuera, acercarse a otros lo ponía ansioso.
Por otro lado, Gregory ya no podía aguantar las ganas de encerrar a Loni e Igari en una habitación para hacer que hablaran y arreglaran aquel asunto de una vez por todas. Por lo que, harto de la situación, se dirigió hacia la oficina de Loni, donde su líder solía recluirse de forma más constante durante los últimos días.
El rubio tocó un par de veces antes de entrar. Loni se encontraba sentado tras su escritorio. Su rostro lucía desanimado, lo que era extraño en él, pues, frente a los demás, siempre intentaba ser positivo. Tenía notorias ojeras y su cabello lucía desordenado.
—¿Pasa algo?—preguntó el menor, observando a Gregory, mientras este tomaba asiento.
—Muchas cosas en realidad —respondió el rubio cruzándose de piernas para acomodarse en su lugar—. El desayuno de hoy en serio fue un asco —dijo recordando la escena que había ocurrido horas atrás, cuando en un descuido, los dos menores de la agencia, tomaron la jarra de agua al mismo tiempo, provocando que sus manos se rozaran un par de segundos, y al retirarlas con rapidez terminaron por derramar el líquido sobre toda la mesa.
—¿Viniste para eso?—preguntó Loni sin muchas ganas, alzando ambas cejas.
—¿Eso es una bola de estambre?—dijo el mayor, ignorando el cuestionamiento de su hermano y señalando con curiosidad el objeto redondo que había dentro de uno de los cajones.
Loni desvió su vista hacia donde su hermano mayor señalaba y con rapidez cerró el cajón.
—En serio, ¿qué es lo que necesitas?—insistió Loni, aún decaido.
—¿Qué necesito?—cuestionó Gregory, levantando ambas cejas—. ¿Qué es lo que tú necesitas?—agregó mirándolo a los ojos—. Loni, ¿hasta cuándo vas a hablar con él?
Loni desvió la mirada, cabizbajo y suspiró con cansancio.
—No lo sé—dijo únicamente.
—En serio debes hacerlo o vas a lamentarlo en el futuro —dijo Gregory con voz seria—. Y te lo digo por experiencia. Perdí a dos personas importantes para mí, y no pude decirles lo que realmente sentía. Si lo hubiese hecho, las cosas serían diferentes y ahora no tendría tantos arrepentimientos.
Gregory parecía pensativo y, aunque a Loni le costaba creerlo, sabía que el mayor estaba esforzándose por actuar de manera sensata para poder ayudarlo.
—¿Quiénes eran esas personas?—cuestionó el más bajo con curiosidad.
—Eso no es lo importante —negó el mayor —. Solo quiero decir que, si lo que deseas es estar con él, vayas y se lo digas. Si a pesar de todo lo que ha pasado, tus sentimientos siguen sin cambiar, entonces ¿qué estás esperando para que puedan estar juntos? —preguntó el rubio perdiendo la paciencia.
A Loni le asombraba un poco el que Gregory estuviera al tanto de sus verdaderos sentimientos hacia Igari, pero le tranquilizaba saber que tanto él como Robert se habían tomado con naturalidad toda la situación y lo incitaban a arreglar las cosas con el más joven. Sabía que había muchos aspectos que volvían difícil el hecho de que él estuviera enamorado de Igari. Como que, el menor podía no sentir lo mismo, y que si decidía rechazarlo, las cosas en la agencia se tornarían mucho más incómodas, o que, aún había gente que no aceptaba las relaciones entre dos personas del mismo sexo, por lo que tendría que lidiar con el desprecio injustificado de otros.
—Él tampoco me ha dirigido la palabra —respondió Loni a la defensiva, enfocándose nuevamente en la conversación.
—Porque le asusta que puedas rechazarlo—dijo Gregory, recordando las breves pláticas que había tenido con el menor de los Wind.
—Yo también estoy asustado —confesó el líder.
—Pues la única forma de que puedas dejar de tener miedo, es enfrentándolo.
Loni permaneció en silencio durante un largo tiempo, por lo que Gregory decidió que era mejor marcharse, pero el menor se puso de pie y lo miró fijamente.
—Tienes razón. Creo que ya es momento de hablar con él, ¿sabes dónde está?—cuestionó con voz temblorosa.
—Salió, pero no creo que tarde mucho en llegar, así que tienes tiempo para calmarte.
(...)
Finny miraba con asombro y diversión al miembro más joven de la agencia a través del grueso cristal, que los separaba.
Con la ayuda de Robert y el permiso de la SEG, Igari había conseguido tener una visita para poder hablar con su antiguo amigo de la infancia, quien sorprendentemente no estaba tan devastado como él suponía.
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Editado: 21.03.2025