La afección del jefe del valle

Capítulo 2: El líder no te dejará libre

No era cuestión de tiempo para saber lo que pasaría con ese joven.

Viendo su rostro y sus bajas defensas, uno sabría que no viviría mucho tiempo. Aparte del trato del líder hacía él, le sería muy difícil sobrevivir.

Qisu conoce las leyes del líder, si hace que el joven se marche, entonces recibirá un castigo peor a lo que reciben los ladrones.

Quiere lo mejor para él, quiere que esta vida ya no le de tropiezos, quiere que el joven pueda escabullirse en un pueblo hasta morir de vejez.

No todo se puede en esta vida.

Cuando llegue la hora de irse, Qisu no olvidará entregarle varios sacos de todos sus frutos cosechados durante las semanas.

Solo faltaban meses para que esté sano… 

Las cosas no salieron como ella quería. El joven se marchó al día siguiente que el líder fue a la habitación. No quería más golpes, no quería volver a ser lastimado.

[...]

Samin tomó su armadura de piedra y fue a buscarlo.

El joven ahora era un ladrón.

Podía recordarlo, podía sentir la ira en su cuerpo y como sus ojos empezaban a ponerse rojos por las venas rotas.

La gente que una vez sintió pena por él, ahora sentía furia, algo que no habían sentido antes. Ya no quería que ese joven arruinara su pueblo con sus actos, aparte que desprestigiaba a su líder, también quitaba la mercancía a los pobladores.

Algunos pobladores iban a la choza del líder solo para decirle las ganas que tenían de matar al joven.

No pensaban en lo que el joven sentía, si llegó en mal estado, ahora que solo roba pocas cosas, será peor. Los pensamientos de Samin fluyen como el rayo de luz al amanecer, el joven debe estar igual a como llegó, sería fácil reconocerlo.

 —¡Ayer entró a mi choza! No sé…—dudó—no se llevó nada, solo fue y se sentó—acarició lata taza—, ¿Qué estará planeando?

El aldeano habló con confusión; el frío que hacía en estas épocas era tan aterrador, hasta un animal amanecía tieso. No sabía como las personas sin hogar podían vivir. 

La persona que estaba a su lado agitó la cabeza y habló con gracia, no habían dudas en sus palabras.

—Déjalo ser, mañana amanecerás muerto—agarró el hombro de su compañero—, necesita de tu carne para alimentarse, así que ve preparando tu entierro de huesos.

"¡!" Samin Sayri pasaba por el lugar; la fiesta ya había finalizado. Los hombres borrachos que hablaban en un rincón, estaban escondidos. La voz gruesa y fina de Samin sonó como un eco para ellos.

—En mis manos habrá sangre de él. Ustedes siembren y protejan a sus familias; me encargaré de él.

Los borrachos asintieron sin entender.

Fueron los mismos de siempre, los que esparcían rumores sobre las cosas que pasaban en el pueblo, los mismos que perjudicaron al líder en sus victorias. No dedicaban tanto tiempo a sus chacras, pero se quejaban de no tener que comer por las noches. Los alimentos se los gana uno, si no hará nada productivo, entonces no ganarán nada.

Ser líder de dos pueblos es agotador, tener que demostrar seriedad a sus pobladores, era difícil; quería unirse más a ellos, pero no quería que nadie desconfiara de él, menosprecia a las personas que se aprovechan de él.

Su búsqueda por el joven fue en vano.

No encontró ninguna pista de él, tampoco frutos perdidos de los sacos, así que decidió regresar.

La luz de la luna llena era como el sol, alumbrando todos los caminos hasta los rincones más oscuros.

No había nadie jugando o hablando, las luces de las chozas estaban apagadas.

En el silencio, Samin volvió a tener deseos: que alguien lo esperara en su choza, sería fantástico, que huelas su deliciosa comida y que cuide a sus hijos, sería grandioso, que aprenda a comandar el pueblo con él… sacudió la cabeza, no quería distraerse. Las personas del pueblo tienen que mantener a su líder intacto.

En la mañana, Samin Sayri y sus soldados estaban encima de unas rocas.

En ese lugar, se decían comunicados aterradores o solo pequeñas cosas.

El terreno de reuniones era espantoso, solo habían pocas flores, si alguien fuera tan valiente de hacer su choza en este lugar, lo admirarían.

Lástima que no sería así. Todos desean tener lo mejor, pero si pones una choza en ese terreno, solo pasarán los meses para que se vuelva a derrumbar.

Ahora que todos los pueblerinos estaban presentes, Samin Sayri habló seguro de sí mismo:

"Las bestias vuelven a invadir nuestro lugar, no logramos eliminarlos."

La gente comenzó a murmurar.

"Siguen apareciendo más; no salgan de sus chozas, no salgan cuando el sol esté oculto; si tienen algo para cosechar, déjenlo para el mediodía. Si ven algo extraño, avísennos. No dejen a sus hijos solos, en especial a los pequeños. A partir de ahora, irán con ustedes a cosechar y si solo tienen meses, las mujeres los cargarán en sus hombros." 

Los campesinos se sorprendieron, comenzaron a murmurar mas fuerte. ¿Cómo actuarían? ¡¿Las mujeres irían con ellos?! ¡¿Cómo dejarían de lado su trabajo por el alcohol?! ¡¿Qué pasaba si su hijo sufría una lesión?! Cuando el líder se vaya, los campesinos harán su plan de escape de las mujeres y sus hijos.

"Las bestias que toman forma, son las más peligrosas, saben lo que le pasó a ese niño ¿Quieren ser uno más?"

Todos: …

"Si no siguen lo que digo, los dejaré pasar un día en las chacras de maíz. Si sobreviven, volverán a ver a su familia."

El líder bajó de la roca, los soldados siguieron su ejemplo.

Samin vio los rostros miedosos de sus pobladores, se rió. Las amenazas son su punto fuerte. Aunque no llegaría al extremo de llevarlos solos a unas chacras, siempre mantendría a sus soldados cerca a ellos.

El pueblo extenso tenía chozas bien detalladas, estaban hechas de piedras y pajas de colores.

Aunque Samin no estaba de acuerdo con colocar tambos* cerca a su pueblo, lo hizo. Habían varios lugares disponibles para colocar tambos, pero muy pocas personas llegaban a ese pueblo, así que con solo tres era suficiente.



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En el texto hay: demonios, boys love bl, epocainca

Editado: 08.08.2020

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