Qisu entró a su choza con un miedo que le recorrió todo el cuerpo. El joven estaba tendido en una cama mirando el techo de paja bien decorado, desde esa vez no ha sido capaz de levantar una sola parte de su cuerpo. Aparte de que Qisu le había dado el Quro Quro para que pudiera escuchar, él no hablaba, no la miraba “es su especialidad” pensaba la señorita.
Siempre que veía al joven, tenía lágrimas en el borde de sus ojos como si quisiera explotar en ese instante, ella no sabía si era por el dolor de su cuerpo o por algo que tenía escondido; las únicas veces que el joven la observaba y abría su boca eran solo para alimentarlo.
—Esta vez tiene que hablarme, le hice beber la medicina para que escuche y sé que dura mucho tiempo, por favor al menos dígame su nombre…—se sentía incómoda—No te había dicho antes, pero en dos días va a venir mi maestra para que me enseñe más cosas sobre las hierbas y como tienes varias costillas rotas—tragó— decidí que ella te cure, tiene más entendimiento sobre estos temas...
El joven miraba el techo indiferente, al escuchar la voz de Qisu, salió de su nube, la miró y dijo con la poca voz que le quedaba:
—Me llamo…—sentía su garganta arder—Atuk... Kusi.
Qisu suspiró, creyó que había perdido la voz por la crueldad que le hicieron pasar. El joven volvió a mirar el techo y soltó una lágrima, sus labios se contrajeron, pero no soltó ninguna queja.
—Bonito nombre...—Le dio una sonrisa un poco rígida por la incomodidad.
Era la primera vez que ayudó a alguien que había hecho el mal, pero al ver su forma y las lágrimas que daba, no aparentaba ser alguien malo o alguien que había cometido algún delito, simplemente un error...
En ese momento se escuchó el ruido de la puerta exterior abriéndose, Qisu maldijo en su mente y tapó todo el cuerpo de Atuk.
Al salir se dio cuenta de que era Samin Sayri, no necesitaba tocar la puerta porque ambos se consideraban hermanos; Qisu Achiq sintió escalofríos y luego lo saludó de forma educada, pero no le permitió pasar a su choza.
—Qisuu, me iré de caza ¿no tienes algo que decirme?
En su voz se podía sentir la emocionado que estaba, sin embargo, Qisu se sentía responsable de lo que había hecho, le dio una mirada no comprensible a Sayri, pero en su interior estaba asustada, su corazón latía muy rápido, su columna vertebral estaba entumecida "¿él ya se enteró sobre el cuidado y solo quiere que lo afirme? Pero nadie sabe que lo tengo aquí a menos que… ¡a menos que alguien me haya visto en la noche! ¡Imposible!”.
Su cuerpo se estremeció, Samin al ver que no respondía se rio inconscientemente “¿qué es esto? ¿El perro le comió la lengua? Es buena para hablar en los peores momentos y mala para los buenos".
— Bueno Qisu, necesito que me des algunas medicinas para los soldados, no estaré aquí días—se volvió tímido—también que me diga que este viaje no se interpondrá con mi destino para encontrar a los niños desaparecidos.
Qisu siempre fue un apoyo emocional fuerte para Samin; la señorita se relajó al ver que no se refería a lo que estaba pensando, soltó un suspiro de alivio para sus adentros y dijo:—¿Qué me darás a cambio?
Samin se sorprendió, jamás habían hecho algo así, cuando uno quería algo simplemente le daba al otro, pero ahora… ¿Qué pasó? Vaya que los hábitos cambian.
Qisu se estaba burlando de él, al ver que se lo tomó muy en serio, sacó su bolso hierbas para heridas complejas y un poco de alcohol, luego de darle una gran bolsa con medicamentos, cerró la puerta. Samin Sayri suspiró, no le dio importancia a su comportamiento de hoy. Se fue temprano con los soldados a la cacería para evitar el encuentro con Jarjachas.
En el camino por las cosechas se encontraron con una niña, estaba de espaldas comiendo algo podrido, los militares comenzaron a hacer suposiciones, prestaron atención al cuerpo de la joven, era tarde por la noche “¿Qué hace una niña por este camino? ¿Dónde están sus padres? ¿Acaso no advertí sobre ello?” observó la ropa de la niña.
“¡!” Solo tenía una manta sujetada con un gancho simple en su pecho, la niña no tenía un hogar. Con un largo suspiro de alivio se acercó a la niña y se sentó a su costado, vio que había un montón de maíz esparcido en la tierra, Samin que estaba prestando atención en sus movimientos le quitó el maíz crudo de su boca, agitando el alimento dijo:—¿Sabes que tus dientes se pueden romper por comer algo así? Es demasiado duro, déjame coserlo para ti.
Libiak al ver lo que intentaba hacer se apuró en detenerlo:—¡Líder! ¡líder! No haga eso, no sabemos si de verdad es una persona...
Los soldados se rieron. Sayarumi que estaba a su costado lo sostuvo del cuello y dijo:—Es una niña ¿acaso no te enseñaron a distinguir? Solo está un poco delgada por la falta de comida ¡Ay Libiak!—miró a la niña—Sus extremidades no demuestran alguna deformación y su rostro solo está sucio—afinó sus ojos—tampoco tiene ojos diferentes a los nuestros, es alguien normal ¿ves?
Libiak que apuntaba las cosas en su mente, se sintió un poco mal, él era el que más atención prestaba en las clases “¿Dónde estaba en ese entonces?” agitó la cabeza y miró a los dos personajes que estaban en el piso. Era raro ver a un indigente a estas horas. “En cualquier caso ¿por qué todavía se encuentra la niña aquí? ¿Acaso no fue atormentada por las bestias? Y…” frunció el ceño “¿Por qué no la recogieron y la llevaron al refugio con las otras personas?”. Él no pierde nada preguntando.
—¿Quién fue el encargado de llevar a estas personas al pueblo? ¿por qué esta niña se encuentra aquí? Fui claro con la orden: se llevaban a todos al pueblo porque sí y si no querían igual lo tenían que llevar. Ahora mírenla—la señaló—miren su apariencia ¡¿creen que es algo agradable ver a alguien así?! ¿Y si fueran ustedes? ¿Estarían contentos con esta situación? ¡que salga adelante a quién le encargué!