Atuk Kusi seguía en la entrada de la choza, tenía oportunidad de escapar mientras el líder se iba a su habitación.
Comenzó a abrir la vieja puerta. No se escucharon los chillidos cuando la puerta estaba completamente abierta, Atuk suspiró cuando vio que no había nadie detrás de ella.
Estaba decidido, empezaría a correr en cuanto pisara las piedras suaves. Justo cuando estiró su brazo para irse, Samin lo jaló hacia atrás. El jalón fue tan fuerte que obligó al joven a caerse.
Desde que llegó, Atuk Kusi no había prestado atención a las cosas que le rodeaban, ahora que veía bien, podía asegurar que la única cosa que le daba miedo era el líder.
Los ojos del líder eran grandes y profundos, si alguien lo ve, se queda quieto y sumiso a su presencia. Atuk no estaba acostumbrado a esa mirada, aunque los ojos del líder eran hermosos, no podía rendirse ante ellos.
Qisu le contó las buenas cosas que hacía el líder en su ausencia...
[...]
—El líder prefiere al pueblo que a las chicas, ¡¿Eso no es increíble?!—habló Qisu sorprendida—es bueno que nos preste atención. Siempre que va de cacería le compra trajes nuevos a sus soldados—suspiró como una chica enamorada—; una vez...—no podía aguantar su risa—, cuando el líder recién había empezado a comandar, los agricultores llevaron a sus hijas a su chozas—se rio por buen rato—, ¡No lo puedo olvidar! la cara que tenía Samin en ese entonces era...—dejó de hablar para seguir riendo.
—Al final, ¿consiguió a alguien?—Atuk fue tímido con su pregunta.
Qisu que había agarrado su jarra de vino, volvió a hablar sacudiendo la cabeza:—No, él… seguirá solo por un buen tiempo. Todavía no encuentra a su ideal.
Las mejillas del joven se tiñeron de un rojo intenso mientras batía el vaso de barro. No era resistente al alcohol, pero aun así le dijo a Qisu que le sirviera más para olvidar las cosas.
Atuk entendió que nadie se acercaría al líder, no por miedo, si no por lo que le podían hacer los pobladores antes de ser desterrado.
[...]
Samin llamó a los soldados para encerrar a Atuk en una de sus habitaciones. Logró asustar más al joven con sus inquebrantables palabras.
La mujer que llegó de las montañas fue recibida con alegría por los pobladores. Nadie conocía su pasado, estaba contenta, el joven que lo ayudó cumplió con sus palabras. Ella estaba en calma, tenía un buen hogar y la trataban como de la nobleza. Un sueño que era difícil conseguir a los pobladores, ella lo consiguió en minutos.
La mujer abrió su puerta golpeándose con el líder, cada que Samin Sayri estaba libre, siempre la iba a buscar. El brillo que se esparcía en sus ojos al verla era notorio.
Desde que llegó al pueblo, el líder le regaló gran parte de sus chacras, fue algo que sorprendió a los dos pueblos, darle todo a una mujer no estaba en sus leyes.
—Nuestro líder se casará pronto, lo presiento.
Varios campesinos estaban reunidos escuchando las nuevas cosas que había hecho el líder.
—La mujer…¿La han visto?—un agricultor habló molesto—nos trata mal y el líder le sigue regalando su fortuna—todos agitaron la cabeza en acuerdo con el agricultor—, no podemos hacer nada, nuestro líder está cegado.
—¡No dejemos que ella sea la esposa de nuestro líder! ¡No nos esperará nada bueno si ocurre eso, nuestro líder tiene que reaccionar!
"¿Esperan que el líder haga caso a sus hijas que son peores que esa mujer?".
—Tienes razón, mañana mismo iré a hablar al otro pueblo para unir fuerzas, espero que no le pase nada malo si esto se informa—el joven estaba emocionado.
—¿Odian la felicidad de nuestro líder? Ustedes lo presionaron a casarse y hoy sus sueños se pueden hacer realidad—comenzó a reírse—, ¿por qué se contradicen tanto?
Libiak estaba sentado en un carruaje de madera esperando la llegada de Samin.
Luego del accidente, Libiak estuvo en descanso por varias semanas. Sayarumi no lo dejó de lado, siempre lo ayudó como si fuera su propia vida; Libiak no podía entenderlo, tampoco quería que lo ayude, lo hacía sentir inútil. Sin embargo, él al no tener fuerza, dejó que Sayarumi se encargue de todo.
Como estaba mejor, fue corriendo a la choza de Samin. Tocó y tocó varias veces la puerta y no hubo respuesta.
—…“¿me dejará de lado?”—pensó Libiak.
Salió a buscarlo y no lo encontró, ahora que estaba hablando con los agricultores, lo vio salir de la casa de esa mujer. Se acercó feliz al volver a verlo, sin embargo, Samin no reaccionó como Libiak quería, tampoco se dio cuenta de su presencia, el líder solo miraba la tierra consumido por sus pensamientos. Los pueblerinos lo espiaban desde hace días, querían acercarse a preguntar si estaba bien, pero tenían miedo de que el líder pudiera hacerles algo.
Libiak estaba angustiado, con la espalda erguida, habló:—¿Samin? ¿pasó algo? ¿qué tienes?—ni siquiera con las manos en su rostro se movía, Libiak se asustó—Buscaré a Qisu, ella debe saber lo que tienes.
Samin Sayri levantó la cabeza al escuchar su nombre.
—¿Dónde está Sayarumi? Necesito hablar con él, Libiak sigue en reposo así que necesitaré a otros soldados.
Mientras Samin hablaba solo, Libiak intentó no reírse, el líder no lo reconoció. Movió su mano en su rostro hasta que reaccionó. Sayri miró a la persona delante de él con las cejas fruncidas, no bastó mucho tiempo para saber de quien se trataba. Se sorprendió mucho al ver a Libiak de pie como si nada.
—¡Ah! ¿Qué haces aquí?!—habló apresurado—¡ve a descansar! Pronto anochecerá.
Libiak no dejaba de reírse, extrañó mucho escuchar sus gritos.
—Puede verme—giró en su mismo sitio—, no necesito descansar, ya lo hice por mucho tiempo.
Samin Sayri solo asintió. Es preocupante ver al líder así, Libiak se apresuró a ocultar su risa y a volver a hablar:—Líder, ¿pasó algo malo?¿por qué quiere hablar con Sayarumi? Ahora me tiene a mí, ¡no me haga esperar y digamelo!