Solo el sonido del agua filtrándose por el río ancho interrumpió su incómodo silencio.
Sayarumi miraba al joven en sus brazos con esperanzas, fue hasta que vio el rostro raro de Libiak negándose a ir que su corazón sintió un desequilibrio. Movió dos veces la cabeza para indicar al hombre que lo sostenía que no lo seguiría, que no iría con él.
No lo creía, no podía creerlo, ¿negarse a él? nono, así no fue como pensó que serían las cosas. El nudo en su corazón atravesaba la aorta dentro de él.
Libiak comenzó a jugar con el tazón de barro delante de él. No lograba entender los sentimientos que Sayarumi sentía por él, aunque sus palabras se sintieron sinceras, no lo podía creer, no después de su trato y su rechazo hacia él.
Sayarumi suspiró en tristeza y necesidad, vio a un joven distraído delante de él, solo era Libiak jugando con su comida, ¿qué debería hacer? antes de que su mente piense, su cuerpo reaccionó. Jaló la cintura de Libiak para tenerlo más cerca y lo volvió a besar.
"¡!" Libiak se avergonzó de sí mismo cuando sus labios siguieron los suyos. Sus ojos seguían abiertos, miró los pequeños lunares cerca a la sien de Sayarumi.
Les faltaba el aire, sus respiraciones se volvieron pesadas después de no soltar sus labios por mucho tiempo. Libiak hundió sus uñas cortas en los hombros de Sayarumi para que lo suelte, pero a travesía del otro, lo sostuvo de su nuca para profundizar el beso.
Un jadeo repentino hizo que los cachetes acalorados de Libiak se tiñeran de un rojo carmesí, ¡¿qué están haciendo?!
Libiak tomó más fuerza para apartar las manos de Sayarumi de su nuca y alejarse.
—¿Qué…?—Libiak intentó hablar, pero seguía jadeando por falta de aire.
Sayarumi mantenía su cara de satisfacción mientras jadeaba por aire.
Los labios de ambos estaban rojos y hinchados. Sus ojos estaban cristalinos por la repentina excitación que sintieron.
—Vaya—una risa se escuchó desde la puerta de la habitación.
—…
¡¿Qué clase de situación es está?! ¡Jamás pensaron encontrarse con el líder!
Samin Sayri entró a la chica ora recoger las pertenencias de Qisu, al llegar, se encontró con algo mejor que eso: ver a los dos en una relación fue su sueño.
Ambos jóvenes avergonzados se alejaron uno del otro y con miedo te arrodillaron ante el líder, y como si estuvieran rogando, sujetaron los brazaletes del líder.
—Fue inapropiado de mí, no volverá a suceder, líder, discúlpenos—miró la sonrisa del líder y volvió a agachar la cabeza—. Fue mi culpa, merezco todo el castigo.
Samin miró a Libiak con su respiración pesada. "Desvergonzados"pensó. La calma volvió a él cuando vio que Sayarumi seguía disculpándose.
—¿Por qué ruegas? Esto es algo que esperaba desde hace mucho, fue bueno dejarte a cargo de él, Sayarumi. Tengo que irme, pueden quedarse en la otra habitación...es más grande.—habló atrevidamente.
Libiak comprendió rápidamente, hablo antes de que él líder lo interrumpa:—¡No es cómo usted cree!.
Es algo que Libiak también quiere, pero no es capaz de decirlo.
—Bueno…—dudó.
Samin Sayri sonrió.
—No niegues cosas observables; son mis amigos, mi choza es su choza. Tengo que irme—volvió a mirar a los jóvenes—; disfruten.
Volvieron a estar solos. Escucharon al líder decir a sus soldados:—¡Vayan a sus chozas! Esta noche no habrá nadie en la mía.
La complicidad de Sayarumi y el líder era notorio, no sabían lo que lograría con ello.
La incomodidad de la habitación volvió, pasaron buen tiempo sin hablar. Libiak miró por momentos la puerta de madera, ¿por qué no escapa de allí? Es mejor ser golpeado por un soldado que seguir con él.
Sayarumi no dejaba de ver a Libiak poniéndolo más avergonzado y nervioso.
—¿Quieres ir?—Sayarumi habló calmadamente.
Más y más vergüenza, no podía mirar los ojos luminosos de la persona delante de él, no después del beso.
—¿Por qué...por qué me besaste?—miró su tazón de barro—, si solo querías callarme o lo hiciste porque querías que caiga en tu juego—fue directo, aunque se sintiera incómodo—, ¿lo hiciste solo para que pueda ceder?
En este momento, Sayarumi sintió su mente nublada por la repentina alteración que tuvo al querer decir sus sentimientos.
Su voz tembló antes de hablar:—Me gustas.
—¿Qué…?
—Cuando te veo pierdo el equilibrio—sonrió tontamente—. Sabías sobre mis sentimientos, ¿Verdad?
Libiak no creyó en las palabras que decía, solo aprovechó el momento.
—Fuiste claro, juegas conmigo al igual que esas personas que entran a tu choza. Hasta en esa cueva, me dijiste la verdad. Dijiste que te alejarías de mí si mis sentimientos son reales—se alejaba más mientras habla—. Fuiste sencillo con tus palabras, así que no me queda decirte las cosas que quieres saber—sonrió triste—. Los pocos temas de amor que nos enseñaron, las usé en ti y no tuvieron efecto.—exhaló lento, buscó palabras para expresarse.
Cerró sus ojos momentáneamente por las lágrimas que intentaban salir de sus ojos.
Al tiempo que los cerró, Sayarumi se acercó más a él y volvió a plantar sus labios contra los de Libiak.
—¡Uhm!—Libiak empujó sin éxito.
Esta vez, Sayarumi mantuvo el cuerpo estático del joven.
Después de unos minutos, Sayarumi separó sus labios.
—¿Cómo puedes decir algo así? Mira lo que soy, mira en lo que me convertiste—lo besó rápido—. Te quiero siempre en mi vida.
Libiak lo observó asustado, no sabía si creer en sus palabras. A pesar de estar a centímetros de él y ver sus labios tentativos, se alejó.
—No, necesito irme.—empujó a Sayarumi.
—¿Por qué no?
—…
—No te vayas, no quiero.—sujetó su cintura. Intentó jalarlo para besarlo, pero Libiak se negó.
—Esto está mal—se sintió incómodo—, no deberíamos hacer esto. No creo en tus palabras.
Sayarumi juntó sus cuerpo en un intento de persuadirlo.
—No.
—Al menos durmamos en su habitación.