El fuego de la sala ya se había disipado, se escuchaban gritos agonizantes, el humo negro y plomizo no dejaba ver los alrededores.
—Mama, ¡¿Dónde estás?!—su voz era tímida.
—¿Mama?
Nadie contestó. Miró sus manos llenas de sangre y luego volvió su mirada a ese palacio oscuro.
Adentro no había nada más que personas sostenidas con aros de fierros colgados en la pared, estaban carbonizados y solo quedaban sus huesos rotos.
—Bienvenido.—esa voz arrogante le resultó familiar.
—¿Quién eres?—respondió asustado y temblando.
—…
Poco a poco su vista se volvió borrosa. En sus oídos retumbaron campanas fuertes que le hacía perder la cabeza.
—¡Mama!—gritó por última vez cuando alguien sostuvo su brazo.
—¡Despierta!—El líder estaba delante de él sosteniendo un balde de madera. Samin le tiró todo el agua de sus cultivos para no verlo desesperado.
Atuk estaba empapado de agua, tranquilizó su respiración por el repentino miedo.
—Ya es hora—Samin se acercó con una sonrisa tierna en su rostro y lo besó.
"¡!" ¿Qué?
Se sentó encima de su cuerpo, besándolo a profundidad.
"¡¿Qué está ocurriendo?!"
—¡Uhm!—Kusi no logró alejar al líder de su cuerpo.
Samin deslizó sus manos por la cintura de Atuk intentando quitar su cinturón de colores.
—¡No! Ah...
Abrió sus ojos asustado, ¡¿Cómo puede soñar con algo así?! ¡Imposible!
Intentó moverse, pero no tuvo éxito. Una persona lo sostenía, el pecho de la persona subía y bajaba lentamente en su espalda. Jaló y jaló los cueros de llamas, pero fue imposible salirse del agarre.
—No te muevas—la voz con sueño se escuchó detrás de él—, este líder no te dejará libre.
—…
¡¿Cómo es esto posible?!
—Líder.
Samin lo abrazó más fuerte
—Líder—volvió a decir y lo movió, pero los brazos de Samin se ajustaron más a su cintura.
Samin olía a alcohol, ¿Qué habrá hecho? Atuk pensó que Qisu era el motivo de sus escapes a los bares.
Se aferró al cuero de llama en un intento de alejarse, cerró sus ojos y se dispuso a dormir, la noche recién comenzaba como para mantenerse despierto.
Golpes y más golpes, ¿Qué era? Libiak frunció sus cejas al ver que la persona de al lado lo despertó, estaba cansado como para seguir órdenes. Además estaba caliente entre las sábanas de cuero de llama. Se volvió a dormir soñando que estaba en los brazos de Sayarumi.
Ambos jóvenes estaban abrazados, estaba lloviendo como lo habían predicho.
Sayarumi miró los ojos almendras, tan bello. Acercó su mano para quitar el mechón de cabello que interponia su hermosa vista del joven.
—¿Fue todo bien?—Samin recostó su espalda en la puerta. Lo miró con un sonrisa divertida haciendo incomodar al otro.
Si pudiera gritar, lo haría, pero esta es la habitación de Samin, así que no podía hacerlo.
—¿Qué haces aquí?—susurró—¿no tienes algo mejor que hacer? ¿desde cuándo estás ahí?
Aunque no fue una noche candente como él deseó, se sintió expuesto. Samin Sayri vio el poco desorden que había en la habitación y sonrió.
—¿Así te diriges a tu líder?, Es mi choza; te estuve buscando y el último lugar fue este—se acercó—, no pensé que lo fueran a hacer. Bien por ti.
Sayarumi se avergonzó, no quería sentirse ofendido.
No reconocía al líder en estos momentos, ¿Cómo pudiste de alguien entrometido?
—¿Para qué me estás buscando?
Samin Sayri no podía aguantar su risa al ver a Sayarumi tan defensivo.
—Quería saber cómo te fue, pero por todo lo que veo me quedó claro. Espero que esta vez no te opongas, ¿cómo reaccionó Libiak?
Sayarumi con tristeza expresó:—Cree que miento.
—Aún así durmió contigo—Samin lo meditó por un momento antes de alejarse de la puerta—. Me iré, te veo luego. Trata bien a Libiak, se merece lo mejor.
Salió de la habitación a encontrarse con Atuk. Con el pasar de los días, su relación mejoró un poco, seguía desconfiando en las cosas malas que Atuk había hecho.
—¿Por qué ellos pueden dormir?—Atuk Kusi habló con sueño—, son tus trabajadores. Yo no soy nada y tengo que hacer su trabajo, si esto seguirá así, entonces también deberías pagarme.—fue sarcástico, pero el tono de su voz sonaba serio.
Como Samin no recordaba como amaneció en la habitación de Atuk, no pensó seguirle el juego. Lo miró sin sentido y dijo:—Si sigues así, te despertaré temprano y cosecharás en las montañas.
Atuk Kusi se aterrorizó, él es un joven que se despierta al medio día. Con el tiempo que estuvo recluido en la choza de Samin, no se acostumbró a las levantadas del líder y militares.
Su cuerpo expuesto al sol no aguantaría y se desmayaría ¡No permitiría algo así!
—No, no, no—agitó sus manos levantándose de su cama—. Discúlpame, líder, era un juego—se rio moviendo sus manos en su nuca con vergüenza—, por favor, no me mande a las chacras.
—No quiero problemas, no hagas bromas sin sentido, recuerda que tus castigos fueron porque no hubo respuesta a mis preguntas—miró al joven que tenía cara amenazante—. Tomé en cuenta las palabras de Qisu—cerró la puerta de la habitación, acercándose al joven. Lo miró de pies a cabeza, mientras decía:—Quería disculparme apropiadamente… ¿deseas algo?
“¿Tan fácil me ves?” Atuk Kusi lo miró asombrado, pero fue una oportunidad para pedir sus túnicas.
—Regrésame mis ropas.
"¿?"
—Mis ropas, las que destrozaron tus soldados. Esas prendas me sirvieron por años… todavía se puede rediseñar.
Reconocía que las prendas estaban deshechas, pero buscó una probabilidad de que haya un traje que no esté destrozado. Samin fue el que ordenó quemar esas prendas.
—Tus ropas ya no existen—acomodó su mascapaicha*—, puedo darte mejores trajes o algo que desees.
[Mascapaicha: Corona]
Ahora las ropas que utilizaba Atuk, eran sábanas malolientes o costales de tela cortados. El frío siempre recorría en su piel delgada.