La Albañil

Capítulo nueve

Acomodó su saco al verse en el espejo de su tocador en lo que terminaba de acomodarse la presentación de su flequillo, peinando su cabello al notar que le gustaba lo que veía e incluso el pequeño rubor que existía en su mejilla, adornándola de ese estado rosáceo que le gustó ver al acoplar ese momento consigo, sintiéndose más liberada de lo que la había estado atando a las circunstancias del tiempo atrás, sumergida en esa sensación gustosa ante la calma que experimentaba, soltando el suspiro donde se regaló una pequeña sonrisa, con sus palmas sudorosas.

Esa semana había sido intensa con el trabajo que tenía empezado con su antiguo hogar, el cumpleaños de su único primogénito junto a la audiencia para la que ya se estaba preparando, consciente que allí solo se dejaría en claro cómo terminaría el procedimiento legal en el que se hallaban involucrados, el modo en que las partes responderían seguramente en esa mesa redonda, lista para adentrarse en esa situación donde dejaría en claro su resolución con lo que estaba pasando entre los dos.

Si quería ser sincera, no sentía en ninguna parte de su interior, la sensación de que terminaría por ganar, mas bien, estaba segura de que si no se expresaba como lo tenía planeado, perdería la batalla, algo que tampoco le estaba quitando el sueño, —uno que en esas semanas se había intensificado al por fin descansar de las maneras que siempre quiso, disfrutando esa cama, esa esencia en ella, apreciando cada segundo en que la noche abría parte en su sistema para apagar sus sentidos, a veces haciéndole compañía al pequeño que le quedaba en la habitación contigua—, consciente de las influencias con las que Patrick aguardaba en su contra, si no era que usaba alguna cosa que tuviera bajo la manga y no se había dignado a decirle.

Por lo pronto, la seguridad que la embargaba en esa resolución silenciosa, le dejó en claro los movimientos en los cuales se enfrascó durante ese periodo de tiempo, saldando las deudas que tenía con las partes afectadas al reunirse de manera personal con todo el equipo de trabajo, las personas que la asesoraban junto a los conocidos que en algún punto deseaban hablar sobre esa escuela que quedaba a terminar.

En la mesa había un grupo de comentaristas y reporteros que tendrían la oportunidad de recibir y publicar la primicia del hecho, no obstante, esos planes terminaron por archivarse al posarse frente a ellos, de pie, consciente de lo que pasaba, adelantándose a los hechos que marcarían un antes y un después en su trayectoria como la trabajadora independiente que fue.

Mentía si decía que estar frente a ellos no la hizo sentir nerviosa, un bicho raro, alguien extraño o con alguna cosa pegada en el rostro que se paraba allí, dispuesta a dar su último intento por obtener algo sin la experiencia previa en ello. La cosa con Alva, era que ella sí lo tenía, lo terminó forjando en medio de sus tragedias, convirtiendo aquello en un escape, aunque también en una realidad, lo que la mantenía en medio de ellos al encontrar personas que no se burlaron nunca de sus capacidades, que no la subestimaron, que confiaron en lo que tenía para dar, por mucho que les hubiese sido difícil aceptar que no todo era color de rosa con ella, que la rubia no sería perfecta para siempre porque nada ni nadie lo era y eso, esa fémina lo sabía, solo que le costaba aceptar la derrota. Al menos una como esa.

—Quiero ser clara con cada uno de ustedes—emitió, viéndolos de ello al mantenerse firme en el espacio—: el proyecto no va a continuar. No ganaré la batalla legal en la que Aaron Patrick y sus asociados, me involucraron al tener en mi poder una edificación, en realidad, un terreno que no me pertenecía desde el principio—todos la vieron—. No les digo esto porque ya peleé, les digo esto porque si algo aprendí de mi esposo, fue a retirada a tiempo. Una donde ninguno de ustedes termine perjudicado y donde mis acciones, no creen una mancha en sus servicios, porque no es lo correcto—siguió—. Entregué confianza y muy seguramente no les estoy dando devuelta la misma ahora, lo que sí hago es mantenerlos donde se encuentran, sin problemas de por medio, porque todo esto, es contra mí. Es personal—pasó saliva, calmada—. En cada uno de sus contratos, dejé las cláusulas establecidas en caso que no cumpliera con alguna de mis asignaciones, sin perjudicar a mi equipo de trabajo por las resoluciones que tomé—indicó—. Hace casi un mes, puse en marcha el cumplimiento de cada parte, agregándoles un por ciento a modo de indemnización por el no término de mis servicios, devolviendo los recuerdos a la empresa de Biotecnología asociada, llevando abastecimiento a mis subordinados y reponiendo el capital de los materiales y equipos que no se utilizaron, así, los que quedaron en mi poder que no pueden regresar de donde fueron sacados, serán donados a terceras partes sin fines de lucro que necesiten de recursos activos para continuar sus labores. Pongo a disposición a mis trabajadores para que sirvan en el proceso, sin remuneración de por medio, aunque sí con el acuerdo de salud vigente puesto que mi parte, ya los ha compensado por no llegar al finiquito de los acuerdos—inspiró profundo—. Espero que se sientan satisfechos con el cumplimiento de mi deber, por lo pronto, es lo más que pude entregarles—completó, bajo el silencio de los presentes, quienes observaron atentos sus carpetas, manteniendo el vilo en ella en lo que la inseguridad buscaba entrometerse en su sistema.

Trató de respirar profundo ante las hojeadas silenciosas, el compartir de miradas de algunos, aparte del cierre de otros que mantenían su semblante estoico, lejos de cualquier emoción hasta que los avistó hablar bajo, acercándose algunos e inclinándose otros, atenta a lo que dirían.




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