La Alianza Maldita

La Boda Maldita

Todas las brujas son especiales, desde niñas nos reconocemos con nuestros dones característicos que en suma deben de trabajarse y desarrollarse de acuerdo con nuestro carácter. Muchas pueden hacer florecer campos verdes y floreados, a otras se les dan mejor los hechizos domésticos, otras más son grandes reinas amadas u odiadas de nosotros o del hombre, todo es según se miré.

Hace mucho tiempo, sin embargo, nació una bruja muy especial, una bruja que cambiaría el curso de nuestro linaje y de nuestro mundo para siempre. Esta historia se remonta a hace unos diez mil años, cuándo los dragones eran los amos de las especies.

Temidos por los hombres debido a su poder y fuerza, eran seres que obtenían todo lo que querían sin cuestionamientos, riquezas, magia, comida, victimas, nada les era negado primero por el hombre luego por las brujas y todas las especies existentes. Pero todo tiende a tener un fin, los dragones no se reproducen de manera "natural" por decirlo de alguna manera, su especie es muy limitada en cuanto ejemplares femeninos y la mayoría tendían a convertirse en humanas y permanecer en esta forma, limitando su fertilidad al lado humano.

Aquí es cuándo desesperados por su condición los dragones de todo el mundo deciden en reunirse para encontrar una respuesta, al principio acogían a todos los cachorros que encontraban fueran de la raza que fuesen, aun así, seguían pereciendo. Un segundo plan implicó medidas más drásticas, en las que hacían un sacrificio de sangre, una victima por un huevo de sangre y fuego de la que naciera un dragón.

El problema con aquella magia era que su progenitor debía también dar parte de su fuerza vital, el fuego para que el nacimiento fuera posible. Muchos dragones viejos morían en su intento por no extinguirse y la mayoría de las crías morían jóvenes debido a la falta de fuerza.

Finalmente, con el tiempo los dragones de oriente se retiraron a dormir entre el agua y el viento, los de los bosques hibernaron entre las montañas y los bosques. Los dragones de fuego y magia, los más raros entre los de su especie desaparecieron en cavernas o islas submarinas.

La humanidad considero esto su extinción y el mundo pudo por fin entrar en una era de progreso y relativa paz, hasta el nacimiento de las brujas, mujeres y en ocasiones hombres con habilidades mágicas que podían ayudar o maldecir a la humanidad. La guerra regresó a la tierra entre brujas y hombres, muchos decían que la magia de los dragones había renacido entre las brujas otros más pensaba que eran las brujas quienes extinguieron a los dragones, no importaba realmente pues finalmente era la humanidad quien buscaba el poder absoluto.

Con ello, el tiempo, las brujas y los hombres llegaron a un acuerdo, las brujas se retiraron a sus poblados donde la segregación y el rechazo de la humanidad comenzó a extinguirlos poco a poco del mismo modo que a los dragones. Fue entonces que las brujas debieron de tomar medidas realmente desesperadas, medidas que jamás imaginaron tener que tomar. 

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Basilia miraba con desdén al elegido de su pueblo para desposarla, caminar desdén la entrada del pueblo por las calles luciendo la piel trabajada de dragones y bestias mitológicas que le servían de vestiduras. Años y años de luchar contra con los Matadores para que el pueblo de las skjaldmö hechiceras terminara cediendo ante ellos a quienes consideraban invasores y asesinos de otros aliados y compatriotas.

-Es un asesino- musitó Basilia escupiendo desdeñosa desde la ventana del enorme castillo de madera que se hallaba en lo alto del pueblo.

-¡Basilia!-gritó su padre Eguil rey de los hechiceros y brujas del norte de Noruega.

Basilia gruñía en silencio mientras era calzada con la enorme capa de nieve cristalina y diamantes que le habían fabricado para aquel día en específico. Las brujas no se doblegaban ante nada ni nadie, pero ahora parecía que la falta de brujas con habilidades sobresalientes afectaba también ese aspecto y pronto no podrían defender su pueblo de los invasores del sur que amenazaban con asesinarlas.

-¡Las verdaderas brujas no se doblegan ante nadie!-gritó Basilia estrellando su ramo de flores de cristal contra el suelo que al acto se hizo mil pedazos. Su padre, furioso abofeteo a Basilia con fuerzas lanzándola contra los pedazos y rasguñando el rostro de la chica, pero a Basilia no le importaba pues su sangre comenzó a arder con la misma furia contenida en su interior y en un instante toda ella ardía en llamas derritiendo el vestido y dejando ver su traje negro y largo que usaba de diario.

-Mejor que nadie debes de entender la situación Basilia, nuestra especie decae, pronto no habrá ni una bruja con habilidades para pelear y entonces todos nos extinguiremos- decía su padre apesadumbrado ante el cruel recuerdo. Las brujas debían de encontrar a seres realmente especiales para poder procrear brujas realmente completas, de lo contrario, su descendencia se limitaría a seres mestizos con capacidades básicas o mortales que podían hacer trucos simples.

-¡Los Matadores mataban brujas!-gritó Basilia aún en llamas pero de pie ante su padre.

Basilia sabía su papel en el mundo, era la princesa del pueblo skjaldmö , un pueblo de guerreras, por lo que Basilia había nacido con dones excepcionales para una bruja. Su cuerpo entero resistía las llamas y el sí mismo el fuego era su habilidad más fuerte sin dejar de lado el control sobre la naturaleza y demás elementos y seres vivos.

-Pero también han defendido vehementemente a los humanos, no todas las bestias son generosas Basilia y lo sabes, es mejor quedar del lado de los vencedores y no de los vencidos- concluyó su padre dejando la habitación.

Las damas corrieron entonces a vestir a Basilia mientras esta apagaba sus llamas de poco en poco, moviendo un par de varitas, ramas de los árboles cercanos reconstruyeron el vestido destruido. Una rabia profunda invadía a Basilia que contenía el fuego en su interior para no exteriorizarse de nuevo, sus damas no tenían la culpa de que Basilia deseara quemarlo todo antes de entregarlo al pueblo que había matado a sus ancestros y a su propia madre.




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