La Alta Princesa: Tras la Coronación del Cielo

Prólogo

Mucho antes de que el tiempo se contara en siglos, antes de que los nombres fueran olvidados y los reinos cambiados, existían cinco naciones bajo un mismo cielo.

Cada nación tenía su Arconte, y cada Arconte su propio sueño de gloria.
Durante un tiempo, vivieron en frágil equilibrio. Hasta que la ambición, tan vieja como los propios hombres, encendió una guerra de hermanos.

La Guerra Fría -como fue llamada por los cronistas- no dejó héroes, solo cenizas.
Y de esas cenizas surgió el Pacto del Cielo: la promesa de que un linaje, y sólo uno, gobernaría Elandor hasta el fin de las eras.

En el año 85 a.C., el cielo se partió en dos, y los hombres olvidaron su orgullo para arrodillarse ante la furia y la gracia.

Los ancianos cuentan que el cielo mismo intervino cuando el mundo estuvo al borde de la ruina.
Que una voz sin rostro eligió a uno entre todos.
Que nació una corona no forjada por manos mortales, sino caída de las propias estrellas.

Desde entonces, nada volvió a ser igual.

Y aunque el nuevo orden trajo paz por años, no todos recibieron el cambio con alegría.
En secreto, las viejas casas juraron que el linaje impuesto sería solo un huésped en la historia, no su dueño eterno.

Y en tiempos de incertidumbre, cuando las antiguas alianzas tiemblan y los ecos de la Guerra Fría amenazan con despertar, una nueva llama surge de la sangre de los elegidos.

Una llama que aún no conoce su fuego, pero cuyo fulgor podría reescribir la historia de las cinco naciones. Los susurros desde esa noche, la coronación del cielo hasta ahora no cesaban, la profecía que se escucho en 85a.C, cuando el cielo eligió.

"Cuando las coronas pesen más que la sangre,
y las naciones rompan el juramento del cielo,
surgirá uno nacido bajo el último fulgor de las estrellas.

No portará una espada, ni buscará el trono,
pero donde camine, la tierra temblará y los reinos se alzarán o caerán.

Su voz será llamada herejía.
Su nombre, esperanza.

Y cuando la sombra vuelva a alzarse,
será la sangre de los elegidos quien decida el destino de Elandor"

La profecía nunca cambió, para bien, o para mal. Todos lo sabían, Porque aunque el cielo coronó, también condenó.




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