Los pasos de ambos jóvenes se escuchaban por los pasillos. Rhaego mantenía sus brazos detrás de su espalda, mientras Soreya posaba ambas manos debajo de su abdomen. Ambos caminaban.
— Leí su carta — empezó Rhaego mientras jugaba con su anillo —. ¿Entonces pensó en mi propuesta?.
— Creo que un buen movimiento de jaquemate a las antiguas relaciones de nuestros antepasados.
Respondió Soreya para frotar su pulgar, baja su mirada unos segundos para luego levantar y mirar al frente mientras doblaban otra esquina.
— Entonces no es algo que anhela sinceramente.
— ¿Quién anhela algo sinceramente en estos años? — preguntó Soreya algo incrédula—. Solo anhelo la paz de los años venideros.
— ¿Crees que con este matrimonio podría ser posible ponerle un fin? — preguntó Rhaego.
— Todo comienzo tiene final, Miral Rhaego. — Respondió Soreya—. Y depende de nosotros, si queremos un cambio, los jóvenes como nosotros debemos escribir nuestra propia historia, y no repetir los actos del pasado.
Rhaego la miró mientras caminaba a su ritmo. — Ahora quieres defender los derechos de los jóvenes del reino, gran avance, su alteza.
Soreya simplemente sonrió leve negando.
— Cada uno tiene su voz, pero me gustaría que nosotros, la nueva generación sigan sus propios pasos y no los de sus antepasados, abuelos o padres. — dijo ella —. Mi padre pudo educarme y cuidarme, pero estoy segura que no todos los Mirales del reino tuvieron la misma suerte.
Ella miro a Rhaego, él la mira a los ojos unos segundos, simplemente sonrió leve.
— Yo también quiero una nueva era. — confeso — Dónde no tengamos que seguir tradiciones que muchas veces nos ha puesto en disputa.
Soreya sonríe ante las palabras que escuchaba del Miral de Valemont, simplemente ella acerca su mano a su costado, Rhaego la miró algo confundido pero saco un brazo detrás de su espalda para poner su mano sobre la de ella.
Ella aprieta suavemente su mano para frotarla con su pulgar. Rhaego miró sus manos unidas unos segundos, para luego mirarla a ella.
— Soreya, yo..
Rhaego recordó la carta que no se había quemado, quería decirle lo que había descubierto en el despacho de su padre el Arconte Dareth, además de la visión que habia visto pero se detuvo.
— Rhaego — murmuró ella esperando sus palabras.
— ¿No has sentido algo inusual estas semanas? — Preguntó él —. ¿No te sientes extraña o enferma?
— No, ¿por qué? — preguntó ella bajo algo preocupada, noto la piel algo pálida de Rhaego. — ¿Miral Rhaego?
— Yo, tengo que contarle algo — trato de expresar pero se tropieza un poco con sus propios pies.
Soreya trato de mantenerlo estable — Miral Rhaego, ¿esta todo bien?. — preguntó Soreya ahora algo frustrada al no tener respuesta pero Rhaego se desplomó en sus brazos.
Ambos cayeron al suelo, Soreya no pudo sostener el cuerpo pesado de Rhaego, ella jadeo bajo mientras unas doncellas que llevaban bebidas doblaban la esquina, al verlos, se acercaron preocupadas mientras dejaban las bandejas.
— ¡Su Majestad! — exclamaron mientras llamaban a los guardias, ayudaron a poner de pie a Rhaego el cual estaba inconsciente, Soreya se pone de pie.
Ordena a los guardias que lleven a Rhaego a la habitación más cercana y que llamaran al médico. Mientras las doncellas obedecían Soreya entró a la habitación de Rhaego, ella se sienta en un asiento a su lado, tocó su rostro algo preocupada, tratando de buscar si tenía fiebre.
— ¿Estuvo enfermo y no se hizo revisar? — murmuró ella.
La puerta se abrió, ella volteo algo exaltada, no querían que nadie supiera del paradero de Rhaego, sería un escándalo justo hoy en el torneo, donde se supone que debían estar.
— Caelan.
Murmuró ella bajo, él se acercó a Soreya para examinarla con la mirada y voltear a ver a Rhaego.
— Se desmayo de repente, ellos no pueden...no pueden ver esto ahora, sería un escándalo. — explicó Soreya
Caelan asiente ante sus palabras. — Tranquila Princesita — murmuró Caelan para tocar la presión de Rhaego. — Se ve estable, ¿el médico ya lo reviso?
— No, pero ya lo mande a llamar.
Caelan asiente, Soreya lo mira, ahora que lo recuerda no sabía a donde se había ido hace un rato, ni tampoco sabía su edad, pero tenía cierta similitud con Rhaego.
— Deberías volver al balcón real — expresó — Será más sospechoso no verlos a ambos presentes.
— No puedo dejarlo solo, él...estaba por decirme algo importante pero, se desplomó como por arte de magia.
— ¿magia?
— Es un decir — musitó Soreya, pero se detiene al ver la mirada sería de Caelan sobre Rhaego —. Estas pensando en.. magia.
Sus palabras fueron más una afirmación que pregunta, Caelan no dice nada pero su mirada le daba una respuesta afirmativa.
— La magia no fue nombrada durante el siglo del reino, dicen que sólo fue un cuento que inventaron para los niños — explicó — ¿Por qué habría magia ahora?.
— ¿Un cuento? — preguntó bajo Soreya — ¿Como sabes de ese cuento?, ¿acaso te lo leyeron?
— Pude no ser reconocido por mi padre, pero me cuidaron una mujeres. — Hablo Caelan — Ellas eran Nodrizas, me leían cuentos todas las noches para calmar mis llantos irritantes.
Soreya guardo silencio al escucharlo hablar en ese tono, simplemente se empezó a sentir más pequeña de lo que estaba.
— Debo saber si era real.
Hablo Caelan para empezar a desvestir el pecho de Rhaego, quitando las telas y desabrochar botones.
— ¿Qué haces? — Exclama Soreya sintiendo vergüenza de ver esto, simplemente se levanta de la silla para darles la espalda — Si alguien nos ve aquí, pensaran que estamos asaltando al Miral de Valemont.
— Es mejor que piensen eso antes que otra cosa.
Respondió Caelan para despojar las prendas, tocó el pecho de Rhaego buscando algo, bajo hacia su corazón y cerro sus ojos.
— ¿Qué buscas? — Preguntó Soreya.
Caelan no respondió, hasta sentir algo, toco mas abajo de su pectoral y sintió algo, era calido y parecía un segundo corazón bombear.
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Editado: 03.06.2025