La amante de la muerte.

~PRIMER ACTO: NACER~

Las gotas se resbalan por la suave piel pálida.

En medio del Inframundo, en el río del dolor.

 Un inocente espíritu lloraba sin pudor.

En aquella orilla del lugar, parecía que su dolor no fuese nunca a terminar.

Lloraba, temblaba, de confusión su mente se llenaba.

Sin comprender que su destino ya estaba sellado.

Pues los lamentos le atormentaban.

Preguntándose de donde provenían esos gritos.

Se acerco mas a la orilla para ver su profundidad.

Sus ojos contemplaron la cruda realidad.

Almas en pena bagaban sin piedad.

 

"Padre, ¿Por que debo ser yo quien viva en este horrible lugar?, ¿Que pecado has cometido para que yo deba pagar?"

 

Rápidamente se alejo, pues en ese momento todo entendió.

Esos gritos, llantos y lamentos.

No eran suyos sus sentimientos.

El río le estaba afectando sin dudar.

Hasta lo profundo de su ser llegaba y en su corazon se mezclaba.

Sus lagrimas trababa de secar, mas estas parecían de nunca acabar.

Trato de levantarse, pero sus piernas temblaban.

Y callo de inmediato sentada.

Sus manos hasta su pelo las llevo, este era suave y de un verde color.

Observo de pronto a su alrededor y solo oscuridad ante ella aprecio. 

 

"Estoy sola en un mundo completamente desconocido, ¿Por que al tener tantas hijas la que termino perdiendo he sido?"

 

A la derecha el río seguía, las almas por ahí se escabullían.

Por la izquierda el río venia, solo oscuridad se distinguía.

Derrotada, la joven baja la mirada, sus piernas aun temblaban y sus lagrimas las mojaban. 

Su garganta dolía, un nudo crecía, sus manos en puño se cerraban. 

Hija del río Cocito.

Recuerdos ajenos le llegaban.

Un espíritu del bosque, una náyade de los ríos,  su destino debería ser la naturaleza.

Pero en cambio le toco vivir en ese mundo sombrío. 

 

"Sola y sin compañía, ¿Debo sufrir todos los días?, estas almas me atormentan con su dolor, esto no debe ser obra de algún dios..."

 

Rendida ante su propia vida, se dio cuenta que jamas acabaría, tal vez la muerte a ella nunca llegaría, pues  la muerte ella viviría. 

Arrodillada aun ante el río, sucumbía entre su orilla, sus manos hasta su boca viajaron y sus ojos se cerraron.

Llorar, llorar, querer gritar.

Sin voz hablar y con su vestido mojado.

Una larga tela a ella la cubría. 

Pero sus lagrimas no le permitían el secado.

 

"Almas vienen, almas van, sus sufrimientos son tan diferentes, unos lamentan su fracaso, otros lloran su propia muerte, sin embargo el mayor dolor, el que mas se hace presente, es el dolor que viene de un corazon ausente. Padre, ¿Por que el corazon duele?, aquello que llaman amor, ¿Por que el amor esta presente?, si aquello que llaman amor te hace sufrir... ¿Por que de amor se puede llegar a morir?.

 

El tiempo pasaba, nada en ella cambiaba.

Aun se encontraba arrodillada, ante aquella orilla postrada.

Manteniendo su cabeza bajada, sus lagrimas de sus ojos aun se escapaban.

Sus piernas aun temblaban, aunque estas por raíces se encontraban amarradas.

Tanto tiempo había pasado, que crecían plantas a su lado.

Marchitas y sin color, eso esta claro. 

En silencio lloraba, los lamentos le atormentaban.

Recuerdos ajenos en su mente se colaban. 

Quiso escapar y jamas mirar atrás.

Pero las almas nunca la dejaron en paz. 

Si la muerte le llegaría algún día, nada seguro sentiría.

Pues no había dolor que no hubiera experimentado.

Al menos...

Eso ella un creia,



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En el texto hay: mitologia griega, poesia, ninfas

Editado: 20.12.2019

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