La amante de la muerte.

~Segundo Acto: Caronte~

Ella deseaba volver a ver esa luz.

Esa luz que va y viene.

Que se pasea por el río. 

Pero solo cuando quiere.

Es una luz curiosa, brillante y hermosa.

Como un pedazo de aquello que las almas llamaban Sol.

Una luz amarilla que iluminaba el alrededor. 

Que llegaba a abrazarla con su calor. 

Tan maravilloso seria tocarle. 

Si no fuera porque a su lado llevaba un acompañante.

Alguien no deseado, pero sin embargo envidiado. 

Por el simple hecho de tener la oportunidad de por esos ríos poder cruzar. 

De tener el privilegio de ir y volver cuando quisiera.

Tan envidiado era...

 

"Padre, antes no podía entender por que en tus aguas yo no podía caer, ahora me siento ofendida de ver tal acto proveniente de tal ser. ¿Como me puedes mantener atada a tus orillas? ¿Cuando le permites a un cualquiera adueñarse de tus aguas?, no es justo esta osadía, mientras otros van y vienen... yo me quedo aquí todos los días."

 

Aquel ser que cruzaba esos ríos, no era alguien con un buen porte.

Parecía un señor viejo, malhumorado y sin nombre.

Tan viejo y acabado, calvo y barbudo.

Muy delgado, con una mirada perdida y  grandes manos. 

La ninfa al verlo pasar cerca de la orilla, quedaba confundida.

no entendida como ese ser aun no la notaba. 

¿Tan insignificante era en el mundo para no tomarla en cuenta?

Era algo que siempre se preguntaba. 

Entonces se dio cuenta, de que aquel hombre viejo no flotaba por las aguas.

Viajaba en un tipo de nave, según las almas era una canoa. 

El remaba y remaba, sin detenerse viajaba, sin mirar atrás y sin su vista del camino apartar. 

Sin notarla, sin siquiera mirarla, no es que ella deseara su compañía, pero era horrible ser ignorada todo el día. 

Trato de hablarle una vez, solo un sonido extraño de su boca se escapo. 

El no la escucho, pero alguien detrás de ese viejo apareció. 

 

"Sentí por un momento como si un gran aura me chocara, su pelaje tan negro, tan grande se observaba, cuando su voz se escucho, sentí como mi cuerpo temblaba, era tan ronca y espesa, mis hojas se erizaban. De repente se fue de mi mente,toda idea de llamar su atención, pues no quería que me notara": 

 

En el borde de la canoa descansaba, observando a su alrededor, La ninfa su mirada bajaba, negándose verle a la cara, miedo tenia de terminar petrificada, miedo tenia de ser notada. 

En su interior deseaba, que por esas aguas nunca mas pasara. 

Su mano viajo a su corazon, y al tocar su pecho, de algo extraño se dio cuenta.

La razon por la que nunca fue notada, era porque estaba envuelta en ramas. 

Apenas sus brazos podía mover, parecía una planta desde otra perspectiva. 

Se sintió triste y protegida, pues si la notaban seguro estaría perdida. 

Con su mano derecha todas las ramas de su rostro aparto.

Ya el viejo y aquella horrible alma, lejos se  encontraban.

 

" ¿Cuanto tiempo paso desde que me moví?, rápido trate de alejarme de ti, Padre, perdóname si mis ganas por estar lejos de ti te lastiman, pero yo no deseo perder así mi vida. Por mas que tenga una eternidad para estar a tu lado, no es lo que deseo ni lo que había esperado."

 

Y  el tiempo seguía pasando, la ninfa aun estaba arrodillada en aquella orilla, el viejo navegante seguía con sus viajes y jamas volvió a toparse con aquella alma oscura y de aura espeluznante. 

Pero aunque no lo quería aceptar, curiosidad sentía. 

Pues aquella voz tan profunda, hizo que su corazon brincara. 

Podía jurar que de su pecho se escapaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: mitologia griega, poesia, ninfas

Editado: 20.12.2019

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