La amante de la muerte.

~Tercer Acto: Protegida~

Como un parpadeo una década paso. 

La Menta había conocido a tantas almas.

Tanto había prendido de esas almas sufridas.

Los sentimientos que esas almas le transmitían eran como experiencias de sus vidas.

Solo una llamo lo suficiente su atención. 

Fue una joven que por amor murió. 

Sus sentimientos llegaron a Menta como una daga en el corazon. 

Demasiado dolor contenido en un solo lugar, temía que su corazon fuera a explotar.

El amor era un asunto peligroso sin dudar. La ninfa se preguntaba si la pena valía. 

Creía que el amor era un fantasía, inventada por los grandes dioses solo para mantener la armonía. 

¿El amor es mas doloroso que el sufrimiento?, se preguntaba constantemente.

La respuesta la dejo como otra incógnita en su vida, junto a saber quien era el responsable de hacer a las plantas nacer. 

 

"Tal vez el amor era un castigo, creado por los dioses para los humanos, engañándolos, haciéndolos caer en ese veneno mortal, para luego sus almas corromper y que sus corazones no paren de doler.El amor es un arma peligrosa, pero... hermosa."

 

Menta se encontraba arrodillada en el mismo lugar, desde que solo apareció en esa orilla nada había cambiado. 

Nada excepto su olor, un olor puro y fresco se escapaba de su cuerpo, de su pelo, de todo su ser.

Ella no tenia idea de lo que pudiera significar. 

Tal vez era una enfermedad, aunque daño no le causaba.

Ahora tenia un problema por enfrentar.

Ya que parecía que aquel viejo navegante su aroma notaba. 

 

"Padre, si este es un castigo por mi deseo de estar lejos de ti, pues no esperes una disculpa de mi parte, pues este olor que sale de mi, es mi único tranquilizante. Este aroma tan atrayente, llama la atención de aquel anciano barquero, se que ya me ha notado, pero parece no atender ese llamado."

 

Ella lo veía pasar de largo a pesar de su aroma, eso es algo que siempre agradecería, pues por mas que deseara hablar con alguien, sabia que una conversación entre dos seres solitarios bien no acabaría. 

Mas algo ella no esperaba.

Esa alma oscura de nuevo regresaba.

Viajaba junto aquel anciano barquero.

Este en su nave lo llevaba.

Parecía jactarse de ser alguien importante.

Pues con una posición engreída se postraba. 

Entonces una idea paso por su mente.

Ella creía que esa alma era un sobreviviente.

Igual que aquella bruja o las tres damas con cabello de serpiente.

Que habitaban el inframundo al igual que ella.

 

"Ese ser oscuro debe ser alguien importante, tal vez el hijo de algún dios predominante, aunque solo su espalda llegaba a observar, podía jurar que no era nada normal."

 

No entendía como esa persona pasaba sin siquiera verla.

Hasta que una vez se dio cuenta, que aquel anciano la protegía.

Pues cada vez que aquel ser iba y volvía, el barquero se alejaba de la orilla.

Su olor no llegaba hasta el, una tradición se volvió.

Pues este misterioso ser cada 6 meses volvía a cruzar los ríos.

Sin que la notara, sin  importar que ahora no estaba envuelta en ramas. 

Menta había logrado salir de entre aquella prisión que creció en su alrededor, se armo de valor y las ramas corto. 

Y aunque ahora estaba expuesta, sabia que alguien la protegía. 

Pero era obvio que eso toda la vida no duraría.

Un error tarde o temprano ella cometiera.

Este ser indeseable, seguro la encontraría.

Y al pasar los meses, se cumpliría esta profecía. 

Pues gracias al error del viejo barquero, aquel ser se le acercaría.

 

 

"¿Quien eres tu?..."

 

 

 

 



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En el texto hay: mitologia griega, poesia, ninfas

Editado: 20.12.2019

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