La amante de la muerte.

~Sexto Acto: Naturaleza~

Hermoso verde que rodeaba todo el ambiente a su alrededor.

Hermosas flores que acompañaban con la decoración. 

Ahora sabia que aquellos responsables de tal hermosa creación, eran aquellos que estaban sobre todos los mortales.

Dioses poderosos, gigantes e inmortales.

Maravillada se encontraba, nadando en aguas dulces.

Sin la única prenda que cubría su desnudes. 

Feliz se sentía, la arena entre sus pies era tan suave, los peces que la rodeaban eran tan coloridos.

Sus hojas relucían, marchitas ya no se veían, se cabello brillaba y enredado no estaba.

Desde hace semanas ya no recordaba lo que era llorar. 

Sin embargo algo nuevo conoció que de su boca se podía escapar. 

Risas.

 

"Reír es un bello regalo que jamas había recibido, gracias a aquel pude apreciarlo, la risa era el resultado de la felicidad, la felicidad era el resultado de la libertad. Hades, me arrodillo ante ti, siendo un dios supuse que debía ser así,  agradecida me mostré y sin control te abrace, cuando cuenta me di del error que cometí, rápido me aleje, pero eso no pareció importante ya que de tu cuerpo no querías alejarme."

 

La ninfa ahora nadaba sin darle importancia a que era observada. 

Aquella persona que de lejos la miraba, se encontraba a orillas fijando en ella su mirada. 

Risas contagiosas ambos soltaban, pues para el, ella un espectáculo hermosos le mostraba. 

Ganarse su confianza no había sido simple. 

Cuando salieron del inframundo ella pensó que aquel nuevo mundo seria un paraíso por conocer. 

Sin embargo en muchos problemas se metía sin querer.

Cuando el dios sola la dejaba muchos hombres, dioses y criaturas a ella se acercaban. 

Ella con suerte escapaba, y cuando el dios volvía llorando la encontraba.

 

"Aprendí muchas cosa en tan poco tiempo, quien era el bueno, quien era el malo, como las apariencias podía llegar a engañarte. Ese ser de oscuridad y muerte, era una prueba viviente."

 

Menta giro su mirada hasta el dios, este con una señal le llamo, ella rápidamente hasta el se acerco. 

Aun no intentaban nada, sin embargo el dios al verla tan destapada su mirada hacia todos lados giraba. 

La ninfa sin disimular se reía, era gracioso verlo tan nervioso.

Con su vestido en la mano le ayudo a colocárselo. 

 

"Debo volver  a mi reino, volveré por ti al anochecer."

 

Esas palabras todos los días escuchaba, aunque no le gustaran entendía por que las mencionaba.

El tenia responsabilidades, no podía quedarse todo el tiempo observándola, escuchándola, amándola. 

Ella sabia que era egoísta, tenían un trato, el cumplió y ella igual, pero no con la rapidez que esperaba. 

 

"Cuando vuelvas, hay algo que quiero hacer..."

 

El dios confundido asintió, conocía la paciencia y no deseaba presionarla. 

Cuando este de su vista desapareció,la ninfa se sostuvo el pecho con ambas manos. 

No podía creer que se había atrevido a decirlo. 

Estaba nerviosa, asustada, pero sobretodo emocionada. 

Pues aunque un siglo aun no pasaba, ella no podía seguir negando y apartando sus sentimientos. 

Sabia que había caído ante aquel dios perfecto.

Ella aun no le confesaba sus sentimientos.

Pero creía que esta noche seria el mejor momento. 

Pues no solo tenia pensado decirle lo que sentía.

Si no que por primera vez a el se entregaría. 

 

"Padre, mi corazon late de tanta felicidad, aquel dios que con sus palabras me ha llegado a encantar, finalmente el valor logre juntar, para decirle lo que siento y entregarme por completo, en cuerpo, alma y corazon. Todo de mi le daré, esta noche lo esperare y suya finalmente seré."

 

 

 

 



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En el texto hay: mitologia griega, poesia, ninfas

Editado: 20.12.2019

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