Cuando Antonio cruzó la puerta del negocio, noté de inmediato que algo estaba cambiando. Su mirada inquisitiva recorrió el lugar, y su rostro reflejaba una mezcla de curiosidad y preocupación. Me encontraba detrás del mostrador, tratando de ocultar mi inquietud y mantener una actitud profesional.
—Hola, Antonio. ¿Qué te trae por aquí hoy?— pregunté, intentando sonar despreocupada.
Él se acercó lentamente y sus ojos se encontraron con los míos. Había algo en su expresión que me decía que no venía solo a saludar. Tomó asiento en uno de los taburetes frente al mostrador y dijo:
—Mely, he notado que últimamente pareces preocupada. ¿Hay algo que esté sucediendo?—
Mi corazón dio un vuelco. No esperaba que se diera cuenta de mi estado de ánimo, y mucho menos que se interesara por saber qué me aquejaba. Me tomó unos segundos reunir el valor suficiente para responderle.
—Antonio, has captado muy bien mi sentir. Estoy atravesando algunos problemas con el negocio. Las ventas han bajado y las deudas comienzan a acumularse. No sé cómo afrontar esta situación. —, confesé con un nudo en la garganta.
Él asintió comprensivamente y se inclinó un poco hacia adelante.
—Mely, entiendo que esto pueda ser abrumador. Pero quiero que sepas que no estás sola. Estoy aquí para apoyarte en lo que necesites. Tal vez juntos podamos encontrar soluciones o ideas para revitalizar el negocio. — dijo con una voz llena de calma y determinación.
Sus palabras resonaron en mi interior, llenándome de esperanza y fortaleza. Había algo en la sinceridad de su oferta que me hizo sentir que no estaba sola en esta batalla. Sentí un nudo en la garganta, pero esta vez era de gratitud y alivio.
—Antonio, no puedo expresar con palabras lo agradecida que estoy por tu apoyo. Me siento afortunada de tenerte a mi lado en estos momentos difíciles.— respondí, sintiendo que mis ojos se humedecían.
Ambos sabíamos que esta conversación marcaba un nuevo capítulo en nuestra relación. No éramos solo dos personas que se encontraban casualmente, éramos aliados dispuestos a enfrentar juntos cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.
Ese día, mientras compartíamos ideas y planes para revivir mi negocio, supe que había encontrado en Antonio algo más que un simple amigo. Había encontrado a alguien dispuesto a luchar junto a mí, alguien que creía en mí y en mis sueños.
El primer incentivo para seguir adelante había llegado, y su nombre era Antonio.