La antología de tu existencia

Tercera parte

Tercera parte

Habían pasado un par de semanas de su llegada a Toulouse. Se encontraba muy feliz, había encontrado un departamento en donde quedarse para no molestar a Jules -aunque él le dijo que no era necesario porque le agradaba su presencia, supo que su pareja se lo agradecería-.

Por otra parte, le encantaba pasar los domingos en la cafetería que encontró su primer día en la ciudad. Era bastante espaciosa, las paredes con colores pasteles y en una se podía apreciar algunas frases, las mesas estaban distribuidas por todo el lugar con una chimenea que le daba un aire hogareño. Solían poner música tranquila para armonizar el ambiente. Era bastante transcurrida.

Se sentía muy cómoda en el lugar que incluso ya era cliente frecuente y llegó a conocer a la dueña del lugar que se convirtió en una gran amiga - Caro Duval-. Era una chica de veintiséis años bastante simpática que se había mudado hace ya tres años a esa ciudad. Le gustaba mucho charlar con ella, veces entre semana se daba una vuelta por el lugar y se mantenían en contacto.

Recordaba la primera vez que la había visto, fue un día nublado, Jane había abandonado la oficina antes de su hora de salida y pensó en ir a Birch Coffee por su postre preferido, estaba en la barra esperando su pedido para dirigirse a la biblioteca que se encontraba en la parte superior del local cuando se percató que alguien se sentó a su lado. Cuando se giró vio a una chica con el ceño fruncido, era muy bonita detalló. Tenia el cabello color gris ondulado hasta los hombros y unos bonitos ojos azules.

-Te recomiendo el pastel de chocolate, es muy bueno- escuchó que dijo la desconocida.

-Es el mejor de hecho- respondió Jane saliendo de sus pensamientos -es mi favorito- dijo con una sonrisa.

-Me alegra que te guste, es una receta familiar- respondió la chica- soy Caro, Caro Duval- extendió su mano presentándose.

-Mucho gusto, soy Jane Brown- dijo -me encantan los postres de este lugar y aún más la biblioteca-

Se enfrascaron en una muy entretenida charla mientras comían en una mesa cerca de la ventana. Habían descubierto que tenían muchas cosas en común pese a su diferencia de edades. Había algo en Caro que le inspiraba confianza, se sentía cómoda, podía ser ella misma -pensó en sus amistades en el pasado, solo estaban con ella por su quien era su padre-, se sintió feliz por encontrar a alguien que no se fijaba en ese tipo de cosas superficiales y valoraba lo que tenía, pues le había contado que esa cafetería la había levantado con mucho sacrificio.

Cuando se dieron cuenta ya era bastante tarde, se despidieron no sin antes intercambiar números para salir nuevamente. En el camino de regreso a su departamento pensó en aquel tipo de la cafetería, no lo había vuelto a ver y era probable que eso nunca pasara.

En el trabajo le iba bien, le encantaba lo que hacía, aunque no dirigía proyectos grandes se encargaba de ayudar a sus superiores cuando requerían su ayuda. Su nuevo jefe Nathan Fabre y su esposa Ivette Bellerose se habían encargado de que se sienta cómoda en el estudio.

Era una pareja que según los comentarios de sus colegas se habían conocido en su niñez y conforme habían pasado los años se habían enamorado hasta que finalmente se casaron. La empresa que manejaba era bastante reconocida ya que la había fundado el abuelo del señor Fabre y durante años se mantuvo en pie por la buena administración de esta.

Ya era miércoles y deseaba que la semana finalice, hasta el momento había sido una semana sumamente agotadora, tenían muchos proyectos en marcha y varios por finalizar. Se sentía cansada pero aun así le gustaba lo que hacía y jamás podría arrepentirse de haber escogido esa carrera.  Antes de retirarse a su casa su jefe la llamó a su despacho. Indecisa tocó la puerta del despacho de su jefe mientras trataba de calmar sus nervios, pensaba que había hecho algo mal.

-Adelante -dijo Ivette Bellarose abriéndole la puerta mientras le sonreía -vamos a sentarnos y hablar.

-Permiso- dijo la muchacha sentándose en uno de los sofás que se encontraban en la oficina de su jefe en donde se le había indicado.

-Antes que nada, espero que te sientas cómoda en tu estadía aquí -Dijo la señora mientras se sentaba frente a Jane.

-La verdad me siento feliz aquí -se sinceró -me encanta mi trabajo.

-Me alegra escuchar eso -dijo ahora su jefe.

-Quiero invitarte a comer el fin de semana en nuestra casa -comentó ahora su esposa tomando la mano de Nathan que se había situado a su lado.

-Muchas gracias por su invitación…- comenzó Jane, pero se vio interrumpida.

-Y no aceptaré una negativa de tu parte -Dijo Ivette con una bonita sonrisa en su rostro

-No lo iba a hacer -Se escusó la muchacha sonrojándose al verse descubierta -ahí estaré.  

Tras charlar un rato en la oficina con sus jefes se retiró a su casa, descubrió que las comidas de fin de semana eran frecuentes en la familia Fabre Bellarose, en parte era porque su único hijo -Thierry- regresaba de un viaje de negocios y también porque querían conocerla un poco más.

Mientras iba en taxi solo pensaba en tener un refrescante baño antes de adelantar un poco de trabajo que tenia para el día siguiente. Sabia que el resto de la semana estaría copada de trabajo y solo pensarlo le daba dolor de cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.