La apuesta perfecta

Capítulo 1

—Eliot, Eliot, despierta.

Bien escuchándolo de ese modo, definitivamente la voz de un chico no combina con la cara bonita que me lo dice. Siento un dolor de cabeza. Y es porque resulta que estaba durmiendo y soñando con una modelo. Y el dolor de cabeza se debe a que me estrellé con mi propia butaca mientras trataba de reaccionar. Sonrío, me volví a quedar dormido en clase de Historia. Vaya que incomodo.

Levanto mi cabeza despacio y puedo ver como Eduardo, mi mejor amigo, está parado enfrente de mí, mientras niega con la cabeza al igual que ríe. Ah, así que la voz distorsionada en mi sueño era la de él. Ya decía yo que alguien tan guapa no podía tener una voz tan grave.

Mmm... Nada fuera de lo normal ha pasado al parecer.

—Demonios, sabía que historia era aburrida, pero no para que te duermas mi querido amigo Eliot —Dice él según eso un tanto aburrido. Aunque sabe que lo hago casi siempre, de hecho, se tomaría como mi afición preferida en clases—. Y definitivamente no es la primera vez que te sucede.

Últimamente ya no es tanto, pero por alguna extraña a razón la voz de la maestra de historia era tan tranquila que te inducía en un sueño profundo. Lo lamento maestra de historia, no soy yo es su voz.

—Mmm... Y... ¿Cómo cuánto dormí? —Le pregunto con un tono desinteresado, que no note que estoy un poco preocupado por mi calificación que se viene e de Historia—, ¿Hace cuánto que se acabó la clase? Eso me interesa más.

Mejor dicho, eso, volteo a todos lados, y no... No hay nadie más que nosotros dos en el salón de clases.

—Si no estoy mal... —Finge ver su reloj, cosa que no hace porque no tiene uno en su muñeca y parece un tonto al hacerlo—, se acabó hace veinte minutos.

Saco mi celular y veo la hora.

Y lo primero que pienso es que es tarde.

Demasiado tarde, pero bueno, espero que no importe mucho, eso también es de costumbre. Ir tarde a los entrenamientos debido a mi problema con Historia.

—Rayos, tenemos entrenamiento —Le digo mientras me levanto—, ¡Vámonos! —Le grito ya que este no pone atención a lo que le estoy diciendo.

—Pues... si, tenemos entrenamiento —Dice mientras ríe, idiota—. Pero no creo que tú entrenes mucho, ya que siempre te distraes con las porristas viéndoles el trasero. Pero si no lo haces, sí, creo que hoy entrenamos mi amigo Eliot.

¿Por que todo el mundo piensa que les veo el trasero? ¿Alguna vez han pensado que veo sus movimientos mortales y con el miedo de que alguien pueda romperse el cuello?
No, al parecer todo el mundo me ve como un chico que solo le interesan las chicas.
Pero claro jamás admitiría algo como eso.

—Pues, ¿Que seguimos esperando?, vámonos —Y sonrío con eso.

Tomo mis cosas de mi butaca y las meto a mi mochila.

Salimos del salón, para dirigirnos a las canchas de fútbol americano.

Mientras vamos caminando puedo observar, como las chicas hablan tras mi espalda, hablan de nosotros dos, pero sobre todo más de mí. ¡Ja!, espero que no lo tome tan mal Eduardo, él no es tan popular como yo.

¿Pero por qué es eso?

Bueno... Nada más y nada menos porque no es por nada, pero en mi pueden encontrar a un chico atlético, alto, las chicas tienen un gran ojo ante esto.
Se vuelve un tanto aburrido que solo presten atención en mi solo por eso.
¡Vamos, hay mucho más por ver!

Ahora viene la parte favorita de las chicas cuando me ven (Qué fastidio), soy guapo si, ojos que enamoran (No mis palabras, las de ellas), buena condición física, demasiada diría yo y de eso si estoy orgulloso, y por supuesto popular y esto se debe a que soy uno de los mejores jugadores del equipo de fútbol americano que tiene el instituto.

Las chicas hablan a mi espalda por esas razones, aparte creo que también llamó algo la atención ya que no tengo novia, ¿Algo más perfecto para una chica?, definitivamente yo. Aún así, supongo que jamás me ha interesado eso. Pero eso es lo que las chicas siempre intentan conseguir. Me mandan confesiones de amor cada ciertos días, y tengo que rechazarlas personalmente. El problema es que no son ellas, simplemente no me llaman la atención demasiado.

Si, no cabe mencionar que soy un chico muy descarado a veces pero es porque es un poco gracioso, pero bueno, tengo a cualquier chica loca por mí y eso me agrada en parte y en parte no, me gustaría a veces no tener la atención tan fácil de las chicas.

Llegamos a las canchas de fútbol. Y el entrenador ya nos estaba esperando. Y sé que nos mandará a cambiarnos enseguida. Y probablemente esté muy enojado.

—¡Demasiado tarde, a los vestidores!, ahora —Dice con un tono de pocos amigos, como dije antes, nos mandó enseguida—. Van tarde. Y como es de esperar van a estar distraídos hoy, como de costumbre... Eliot.

Le sonrió al entrenador. Como mencioné antes, ¿Por que todo el mundo piensa que veo el trasero de las porristas y no sus mortales?
Supongo que ya todo el mundo me tiene catalogado.

—Si, entrenador —Decimos Eduardo y yo al mismo tiempo y eso se siente raro.

Me muevo por el escalofrío que acabo de sentir.

Vamos a lo vestidores.




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