La apuesta perfecta

Capítulo 6

Perfecto es miércoles y todavía no encuentro a la pelirroja y realmente no quiero preguntarle a Román algo de su hermana, ya que sonaba enfadado en su mensaje que recibí de él el domingo sobre qué si no le había hecho algo a su hermana y no se cuanta tontería más me dijo, la verdad es que ganas no me faltaron, pero ella fue más lista. Tal vez es eso lo que me llama la atención, no pudo caer ante mi encanto porque ni si quiera pude empezar con este y quiero que lo haga. Ya que sin duda como deseaba que cayera ante mi aquella Pelirroja.

En serio ¿Cómo no la he podido reconocer?

No es que alguien perdiera a una pelirroja de vista o algo así, pero acaso... ¿Sería que ella hubiese jugado conmigo y me hubiera mentido? No, no creo, ella parecía conocerme de hace tiempo, podía ver su desprecio por mi...

No puedo sacármela de la mente, ese vestido, su pelo, y esos ojos verdes.... Yo solo no puedo... En estos días es lo único en lo que he estado pensando.

—¡Eliot! —Alguien me grita y bajó de mi nube—. ¿Me estas escuchando?

—Claro que si amigo Ed —Le miento a Ed. Ni le prestaba la más mínima de mi atención.

—Bueno, te decía, conseguí una cita con una chica llamada Lara... —Dice emocionado.

—Aja... ¿Y eso que o qué? —La verdad es que en estos momentos no me importa que estaba pasando por la mente de Eduardo y menos con su vida amorosa.

—Pues... Que hace tiempo que no tengo una cita... —¡Eso era! Es cierto hace mucho que no tiene citas, ya que piensan que es un idiota solo por juntarse conmigo.

Ja ja que gracioso, lo cierto es que no me importa mucho eso.

—Vaya, no pues... —Pero aun así seguía sin importarme su vida—, que bueno Ed, te felicito.

—¿Estas bien? —Me pregunta mientras hace una mueca—. Estas cómo que muy raro.

Y lo estaba, no le había prestado atención en la plática la verdad... Yo solo podía pensar en ella... ¡Ja! ¿Quién lo diría? yo pensando... Y más en una chica, algo no está bien conmigo... Debería ir a que me checara algún doctor, ¿Yo pensando en una chica? Algo no estaba yendo como de costumbre, suspiro. Debo de dejar de darle tantas vueltas al asunto.

Y hubiera seguido estando atrapado en mis propios pensamientos de no haber chocado con alguien, termino en el suelo, y la persona con la que choqué también, lo único que puedo notar es que hay muchos papeles tirados en el piso.

—Perfecto lo que me faltaba —Puedo escuchar aquello venir de una voz femenina algo disgustada.

Así que con la persona que choqué es una chica.

Apenas soy consciente de lo que está pasando, la observo recoger sus papeles tirados que quedaron esparcidos por todo el piso.

Me dedico a ayudarla para no verme como un total cretino, sin ver en concreto su rostro, ya que este es tapado por una gorra.

La chica trae un suéter color amarillo, y unos pantalones de mezclilla ajustados, pero todavía no puedo ver su rostro, lo único que capto son sus lentes anchos de color negro.

—Discúlpame, no estaba viendo por donde caminaba, estaba... —Empecé a justificarme.

—¿Pensando? —Termina mi frase con un tono de burla—, ¿Tú? ¿Acaso tú piensas? ¿En serio?

Esa voz... Tan directa... Trato de ver su rostro, pero ya que sigue recogiendo los papeles sigo sin poder ver del todo su rosto

—¿De qué te sorprendes? No es como que alguien no pensara, es algo normal ─O tal vez no tanto en mí, supongo que no me importa mucho.

—De nada —Dice mientras se ríe secamente... —Y no te preocupes, creo que tengo un apodo por este tipo de accidentes... ¿O me equivoco Eduardo? —Se para ya con sus hojas recogidas, entonces puedo ver su rostro.

Abro muy rápido mis ojos por dos cosas...

Número uno. Sabía quién era la Patosa, ella era la chica con más caídas de la preparatoria y quedaba más que claro que era el centro de atención de burlas de la mayoría del instituto y hasta mía ¿Quién demonios no sabía quién era ella? Duh todo el mundo sabía quién era ella, pero nunca le había prestado atención, hasta hoy...

Me muerdo mi lengua, esto es extraño, lo es... Demasiado para mi gusto.

Ella suspira. Pero no es el suspiro soñador que las chicas suelen hacer cuando me ven, era un suspiro de cansancio. Empezaba a entender las cosas.

—Si, esa soy yo —Dice realmente molesta—, y si me lo permiten me tengo que ir, y espero no tener otro accidente de la Patosa. Cosa que creo que sucederá como de costumbre.

Y se va realmente enojada con su cabeza agachada.

Ahora entiendo su enojo de la noche del fin de semana, ahora entiendo un poco más. Por eso me hablaba con desprecio.

—¿Ella siempre será tan directa? —Pregunta Eduardo un tanto divertido ante la situación.

—Si —Le respondo inconscientemente como si la conociera realmente.

Se voltea sorprendido ante mi respuesta, la verdad es que no me importa de nuevo en que esté pensando.




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