La apuesta perfecta

Capítulo 7

—Entonces  —Empieza con un tono de estar molesta─. ¿Qué es lo que quieres?

Parece disgustada, pero puedo lograr entender la razón, siempre la he tratado mal y me he burlado de ella. Que curiosa es la vida. Un día tratas mal a alguien y al otro tratas de hablar con esa persona y no cabe mencionar que aparte corres por aquella persona para que esta te preste atención.

De ahí su comportamiento tan seco del sábado conmigo. Y el de ahora. Poco a poco voy atando cabos, como diría mi abuela. 

—Bueno, mmm... no sé cómo empezar la verdad.... Ya que es muy obvio que me odias —Empiezo a trabarme con las palabras y eso no era normal y si me ponía a pensar nada de esto era un comportamiento normal en mi—. Quería saber si... Habías llegado bien a tu casa.

Ella enarca una ceja, parece confundida. De hecho, yo también me encuentro confundido. Vamos Eliot, no necesitas hablarle, estás haciendo el ridículo, mejor date la vuelta y ve a ligar a otra chica es lo que sueles hacer, quédate con tu rutina. Date la vuelta, no mires atrás y finge que jamás ha sucedido esto.

—¿Desde hace cuánto te interesas por si llego o no a mi casa? —Responde sin mucha importancia, pero mientras lo dice voltea a todos lados, sin duda parece que se encuentra realmente incomoda.

Auch, duele que sean directos conmigo. Y más que una chica se comporte de esa manera conmigo.

Aprieto mis labios y estos forman una gran línea, realmente no sé qué decirle, no sé por qué había corrido tras de ella; bueno de hecho si lo sabía, yo quería saber sobre ella porque algo en su comportamiento no era lo normal, pero al parecer sabia de su existencia desde hace tiempo, y no de la manera más agradable posible. Así que, ¿Por qué me encontraba aquí? Humillándome enfrente del instituto. Porque si, todos estaban pendientes de nuestra platica. Yo sabía quién era ella perfectamente ¿Por qué seguía aquí enfrente de todos hablándole a esta chica? Empezarían rumores no favorables para mi perfil. Pero sabia que debía de responder a eso. 

—Desde que te fuiste sola a la una de la madrugada sin tu hermano de la fiesta del sábado —Le respondo ya más seguro, tomando de nuevo el control. Porque, aunque fuera seca no me tomaría desprevenido de nuevo hasta aquí terminaba esto—. O tal vez no me importa mucho. La pregunta es sencilla de responder.

Leire suspira cansada. Niega con su cabeza, tal vez tratando de descifrar que era lo que buscaba yo con ella. Y créanme, ni ella, ni yo sabíamos que era lo que exactamente buscaba.

—Si, llegué a mi casa bien... —Volteaba a todos lados nerviosa—, ahora puedes irte.

Asiento.

Mi mente está en blanco en estos instantes, no se me ocurre decirle algo más, y para que esto sucediera necesitaba pasar un milagro, y al parecer eso pasó, pero sin un milagro.

Leire puede observar que me he quedado sin nada que decir, vuelve a enarcar una de sus cejas.

Necesitaba irme ya. Mi dignidad se encontraba esparcida por todo el pasillo, no necesitaba humillarme más, pero mi yo masoquista se encontraba todavía parado junto a ella.

—Ya te dije que llegué bien... —Continua algo cortante—. ¿Quieres algo más?

—Solo estaba pensando qué tal vez... —Ya que me había humillado enfrente de muchos por lo menos tenía que salvar algo de esta humillación—, bueno, quería saber si tú quieres...

Pero la pelirroja no me dejó completar mi frase, me corta con su voz seca. Algo en mi la hizo descifrar por donde iba mi idea. 

—¿Salir? ¿Contigo? ¿Eso era a lo que venias a decirme en un inicio? —Se da cuenta que no le respondo porque no se que decir, y tal vez se lo toma como un sí. Y de hecho es un si en cierto modo... Quería saber si ella me volvería a decir que no, aunque no me dijo un no como tal—. Valerio, no sé cómo juegues con las chicas, bueno de hecho si se cómo juegas con ellas, por eso quiero que sepas para que quede claro yo no soy una de tus otras piezas en el tablero, no saldría contigo, ni aunque estuviera muerta. Y si lo estuviera seguiría negando tu invitación. ¿Y sabes por qué? Porque nadie quiere a los idiotas, bromistas y players. De hecho, esto es probablemente una de tus bromas, ni si quiera sé porque sigo aquí hablándote.

Y entonces la veo darse la vuelta y salir caminando como si nada hubiera pasado.

¿No saldrías conmigo ni, aunque estuvieras muerta?

Me dije a mí mismo ante su respuesta.

¡Ja! Eso ya lo veremos. Querida Leire, has firmado tu sentencia, nadie me dice un no como respuesta, cariño.

Eduardo se acerca a mí.

—¿La invitaste a salir? —Es lo primero que me pregunta en cuanto se posiciona a mi lado —, ¿A la patosa?

—Deja de llamarla así —Le digo un poco enojado, ahora que la invitaría a salir no quería que nadie la llamara de esa manera, aunque yo lo hice en algún momento—, y sí. La invite a salir.

—Por si no recuerdo mal todavía la llamabas así hace unos días —Su comentario provoca que ponga una mueca de disgusto.

Suspiro, es cierto, por eso ella está enojada conmigo, siempre la he tratado mal así como todos, siempre he tratado a la chica como un juego para mí. Pero es que... Demonios no puedo evitarlo, así soy y tal vez así seré por siempre.




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