La apuesta perfecta

Capítulo 13

Perfecto, es viernes no he conseguido algún progreso en la apuesta y está lloviendo, el entrenamiento se canceló.


Eduardo ya se fue a su casa, ya solamente falta que me vaya yo.

Suspiro, acabo de recordar que deje algo en los vestidores, antes de que se cancelara el entrenamiento.

Voy a ellos, salgo con mi sudadera gris y me encamino a mi auto, antes de que salga del instituto me percato de una persona, tiene su celular en el oído, me acerco a ella, y puedo escuchar que está susurrando.

—Vamos, vamos, vamos contesta —Entonces cuelga, se voltea y le sonrió.

—Hola Cariño —Tal vez no es el mejor momento. ¿Pero acaso existe alguno? Si no aprovechó ahora, jamás llegaré a algo y perderé mi reputación en cierto modo.

—¿Mi día no se puede arruinar más de lo que ya está? —Dice más para sí misma que más para mí—. ¿Se te ofrece algo? —Lo dice más tranquila, tratando de controlarse.

—De hecho, me preguntaba por ti. ¿Estás bien? —Tengo el presentimiento de que no lo está. Y que va a ser súper cortante.

Parece que ahora si va a explotar, suspira. Después habla mas tranquila.

—No tengo transporte para ir a casa, Román está enfermo... Y pues —Mira a su reloj de colores que tiene en su muñeca—, si corro alcanzaré al transporte del instituto, así que adiós Valerio.

Hace mucho que nadie me llamaba por mi apellido, bueno si me pongo a pensar bien... es la única forma en cómo me llama ella, pero al momento que se da la vuelta la tomo de la muñeca, esta acción provoca que mi mochila se caiga. Fue un movimiento estúpido, pero tenía que detenerla.

—Yo te llevo a tu casa —Si quería lograr tan si quiera algo, podríamos conversar algo en el camino—. Y si no estoy mal —Ahora yo estoy viendo mi reloj—, el camión se fue hace diez minutos.

Ella suspira, voltea a ver por el pasillo, luego me ve a mí, yo sigo sosteniendo su muñeca con mi mano un poco firme, suelto un poco mi agarre ya no la quiero lastimar, pero no lo suficiente para que se escape.

—Suéltame Valerio —Ahora está enojada, empiezo a creer que es un poco bipolar—, me iré de alguna manera, pero no contigo.

—No te soltaré —Sonó realmente infantil, pero en cierto modo no podía dejar que se fuera—, a nomas que aceptes que te lleve a tu casa.

Trata de zafarse de mi agarre, pero vamos, ambos sabemos que no puede contra mí.

—Aparte, ¿Acaso estás loca? ¡Está lloviendo! Si te vas caminando te resfriarás —Punto para mí.

Trata de volver a zafarse de mí, y si, no logra nada.

Suspira y me observa por unos momentos.

Vuelve a suspirar. Sus ojos verdes me miran fijamente. Sonrío un poco de lado.

—Acéptalo, te conviene que te ayude —Tenia que buscar una formar de acercarme poco a poco a ella.

—Está bien, pero que quede claro que es porque ya no tengo opciones —Sigo sujetándola de la muñeca—, ahora suéltame.

Eso duele, pero me conformo, y la suelto.


Nos dirigimos al estacionamiento corriendo para que no nos mojemos. Le presto mi sudadera para que la use de cobija.

Subimos a mi auto algo un tanto empapados.

—¿Sabes dónde vivo o te digo por dónde? —La verdad es que no—, no creo que seas un acosador, o eso espero, así que mejor te voy diciendo por dónde.

—Dime por donde —Le confirmó y ella asiente, me empieza a decir por dónde ir.

En el transcurso del camino escuchamos la radio.

—Bien veamos —Digo y parece llamar su atención—. Se tres cosas sobre ti, vas a la biblioteca los domingos, me odias y te gusta dibujar o algo por el estilo. ¿Qué mas no se sobre ti?

Ella me voltea a ver.

—¿Para qué quieres saber?, nunca te ha interesado lo que hago —Punto para ella—, yo creo que eso es todo lo que necesitas saber de mí, y se me hace mucho, a decir verdad.

—Pueda que no —Me encojo de hombros mientras le sonrió—, pero quiero conocerte.

Suspira. Después se muerde su labio, eso lo hace un tanto de reflejo cuando no quiere hablar y por lo que he notado ella no se da cuenta de su auto comportamiento de esto.

—¿Por qué? —Esa pregunta me sorprende un poco. Esperaba un comportamiento más negativo la verdad—. ¿Qué tiene de especial ahora?

—No sé, tal vez me empiezas a interesar —Ella se empieza a reír.

—No pareces de las personas que se interesan por otras, más bien eres de las personas que prefieren que los demás se interesen por ti —Arrugo un poco la nariz ya que es cierto, y no me suele importar eso—. Quieres jugar conmigo, Valerio —Medio sonríe—. No funcionará.

Vuelve a reír un poco. Trato de ignorarla.

—Entonces... ¿Que más te gusta hacer?, o ¿Que sueles hacer?, en serio te quiero conocer —Empieza a negar un poco con su cabeza—. Dime, por favor.

—Pues creo que ya lo sabes todo, no soy una chica súper social ni nada, no hago mucho y lo que hago ya lo sabes —Y ahora si habla de una forma brusca.

—No —No se lo creo—, hay muchas cosas más, solo que no me quieres decir, vamos.

—No —Determinada es la chica.

—Si —Me gusta llevar la contraria a veces.

—¡Que no Valerio!

—¡Que si Leire! —Me divierte esta situación.

—Ya para, no me gusta hablar de mí.

—Ahí está... Solo no te gusta hablar de ti —Era eso—, pero quiero escuchar hablar de ti.

Ella parece enojada y realmente frustrada por esta situación.

—Vamos ya, suelta qué hay más de ti —En serio quiero saber, esto podría ayudarme en un futuro.

—No —Rayos ella no lo hace nada fácil.

—Vamos, no hagas esto complicado, cariño.

—Deja de llamarme así —Si, definitivamente no le gusta que la llame cariño, pero lo seguiré haciendo.

—No te dejaré de llamar así —Le confirmó—, ya cuéntame sobre ti.

—No.

¡Oh vamos!, ¿Por qué demonios tiene que hacer todo esto tan difícil? ¿Qué le cuesta contarme tan si quiera un poco más de ella?

—Por favor... —Un par de intentos y ya.

—Valerio. No.

—¡Yaaaaaa! Pareces una niña aferrada y haciendo tanto drama por algo insignificante —Y en cierto modo lo es—, yo quería saber algo de ti, y tú siempre contraatacas, pero bien, si no quieres hablar sobre ti, ¿Pero sabes qué?, no me importa.




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