La apuesta perfecta

Capítulo 35

No puedo creer lo que estoy haciendo.

No puedo creer que realmente esté haciendo esto, y lo que estoy apunto de hacer. Porque digo, ¿Cómo justificas esto? No hay respuesta, simplemente lo haces, pero lo que no comprendes es el por qué terminas haciendo esto. A mí no me interesa hacer esto, entonces... ¿Por qué estoy apunto de hacerlo? Mi cerebro sin duda no está procesando nada, absolutamente nada bien. Estoy teniendo mucho conflicto conmigo mismo por estar haciendo esto. Yo no hago esto. Pero hay muchas cosas que no hago y lo he hecho en las últimas semanas.

¿Cuando fue que me volví un cursi? ¿Eso es lo que hace uno cuando empieza a que te importe alguien? Eliot puedes verlo de este modo, no estás siendo cursi... Simplemente estás siendo alguien... Interesante, ¡Si, eso! Interesante, no cursi, también estás siendo alguien cool. ¡Agh!, apuesto a que esto no es interesante, ¡Es cursi!

Recuerdo que hace un par de semanas cuando la traje a su casa la obligue a que me contara más sobre ella, y entre una de las cosas que me dijo era que le gustaba salir por las noches y dar algún paseo.

¿Y eso que tiene que ver?, pues nada más y nada menos que estar aquí parado como idiota, en su casa, donde esta su ventana, lanzándole piedras.

¿Piedras a su ventana?
Pues claro, en estos instantes debe de estar durmiendo, pero lo cierto es que no me importa en lo más mínimo.

Hasta que ella abre la ventana, y se sorprende al verme.

—¿Que haces aquí Valerio? —Pregunta en un susurro, claro no puede gritar ya que son las doce de la noche o mañana, como lo quieran tomar. Madrugada le llamaré.

—¿Quieres dar un paseo? —Esto de hablar si que es lo mío.

Espera unos segundos antes de responder.

—¿Estas loco? —Hace una pausa—. O ¿Estas tomado? Porque si lo estás más vale que te vayas en estos instantes.

—No estoy ebrio tenlo por seguro, pueda que si loco, pero loco por una chica pelirroja y con hermosos ojos —Sonrío, tal vez no pueda verme por la oscuridad, pero espero que con mi tono de voz haya bastado—. Hey, vamos a dar un paseo.

Si bueno, eso de hablar no es lo mío. Últimamente no podía decir una oración sin que yo sonara como un completo idiota.

—Mañana ya entramos a clases, o tal vez se contaría como hoy, pero bueno entiendes a lo que me refiero —Escucho su suspiro largo—. Es tarde Valerio, buenas noches.

Veo que está apunto de cerrar sus ventanas pero vuelvo a hablar y se detiene.

—Lo se, pero recuerdo que me contaste hace un par de semanas que te gustaba salir por las noches y dar paseos —Me encojo de hombros, ni se porque lo hago si ella no me ve, es inercia —. Y dije ¿Por qué no?

Se queda un rato callada, nadie se mueve ni dice nada hasta que después de un rato ella dice algo.

—Te acordaste —Susurra algo sorprendida, se detiene varios segundos para pensar.

—Vamos, cariño... Podría ser divertido.

La veo como empieza a negar con la cabeza, después siento su mirada por segundos que parecen eternos.

—Espera, déjame me pongo un suéter y bajo.

Ella cierra su ventana con cuidado para no hacer ruido.

Rodeo la casa y la espero en la puerta principal, no tarda mucho en escucharse que la puerta se está abriendo, entonces la veo con su pantalón de lo que supongo que es pijama y un suéter. Eso si, lo que siempre trea puesto son sus gafas, de hecho ya no me importa mucho si las usa o no, sigue viéndose igual de linda.

En si, nunca le ha importado su apariencia, y menos ahorita.

Me acerco a ella.

—Hola, cariño.

—Hola —Susurra mientras se acerca a mi y cuando lo hace se queda varios segundos observándome—. Bueno, ahora que estoy aquí... ¿A donde vamos a ir?

—Donde indique tu corazón.

—Idiota —Murmura.

—A dar una vuelta ya te dije.

—No me sirve mucho la información que me estás proporcionando —Río por eso—. ¿Nos vamos a ir caminado?

—Claro que no —Entonces me dirijo a mi auto al asiento de atrás y de este saco una de mis patinetas, pero la más larga que tenía —. En esto vamos a dar un paseo.

Ella piensa unos segundos.

—Estoy en pijama, déjame me voy a cambiar.

Ella da la vuelta en dirección a su casa, la tomó de la mano para que no se vaya, tal vez si lo hace no regrese.

—Así estas perfecta —Ella niega—, siempre estás perfecta. Vamos, al cabo nadie te verá tenlo por seguro.

—Entonces iré por la mía... —Se refería a SU patineta, si lo sé.

—Creo que no me entendiste, los dos vamos a dar un paseo en esto —Y agitó suavemente la patineta.

—¿Los dos? ¿Y como piensas hacer eso?

Le sonrió, me acerco a ella, bajo la patineta al concreto y subo en esta.

—Te subirás conmigo —Ella hice lo que le pedí, no reniega, solo lo hace, y eso fue raro—. Ahora agárrate de mi pecho o estómago, como quieras, y así nos vamos a ir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.