La apuesta perfecta

Capítulo 39

Suspiro en cuanto la veo.

—Supuse que podría encontrarte aquí —Camino lentamente mientras algo en mi sentía alivio.

Pude haber pasado a su casa, pero algo me decía en lo más profundo que ahí no iba a estar, y di varias vueltas en el auto, y sin más llegue aquí, y sabía o esperaba que ella estuviera aquí.

—Vine a pensar como siempre lo hago —Está en su momento de ida—. Y hacer tarea... Es más tranquilo aquí... Que en casa.

—¿Estas bien? —Es una pregunta estupida pero la hice porque realmente estoy preocupado, aunque ella no lo diga, puedo observar en sus ojos que esta mal, en la forma en como trata de evitarme.

—Si, igual que siempre. Siempre estoy bien —Lo dice muy segura de si misma, mientras agacha su cabeza y acaricia con sus dedos la arena de la cueva.

Aunque en la forma en como lo dijo se asemeja en la forma en como yo le sonreía a todo el mundo después del divorcio de mis padres, sonreía por inercia, y siento que ella dijo aquella oración por inercia. Llegando a una conclusión que no sabes si está bien o esta tratando de serlo. O simplemente nada está bien y no sabes cuando lo estarás.

—No, no estas bien y lo se, te afecta Dafne —Lo sabía en la forma en como agachaba su cabeza enfrente de ella—, que siempre te trate mal.

—Claro que no —Me dice a la defensiva y me mira por fin a los ojos.

—¿Por qué lo haces? —Le pregunto.

Creo que mis preguntas no tienen sentido, creo que estoy diciendo cosas tontas, ni si quiera entiendo de dónde salen las preguntas.

—¿El que? Se mas especifico —Suspiro, como dije, preguntas sin sentido.

—El ocultar tus sentimientos —Era cierto, abro una puerta con ella pero adelante de esta hay otra—, no lo hagas, no conmigo.

—Yo... Déjame, yo no oculto nada —Aunque lo dice segura su cabeza vuelve a agacharse.

—Por favor, no lo hagas, déjalo salir —Rio un poco—. Mi mamá dice que es bueno demostrar lo que sentimos, ya sea bueno o malo, aunque es pura palabrería, hazlo. Tal vez te sientas mejor.

—Ya te dije, estoy bien —No lo está, por la forma en que me respondió tan tranquila, ella hubiera contraatacado de mala gana, pero no lo hizo.

Entonces me acerco a ella y la abrazo. No se porque lo hago, no suelo dar abrazos a alguien, con trabajos se los suelo dar a mi madre y eso que a ella la adoro mucho.

—No lo estas, Cariño. Pero no te preocupes estoy aquí para ti. Si quieres llorar, llora; no te detengas por mi. Estas mal, casi siempre lo estas, yo lo se —La abrazo un poco más fuerte—. Pero no te preocupes, ella ya no te va a molestar, ya me encargué de ella. Estoy aquí para ti.

Puedo sentir una lagrima en mi piel, no es mía, es de ella, sabia que estaba mal, ella es muy fuerte, pero era hora de descargar todo. Ella me abraza también.

—Me prometí no volver a llorar, ¿Por qué lo estoy haciendo? ¿Y más contigo?

—A veces es bueno sacar todo lo que sientes, si se guarda es peor, y no te preocupes si lloras, no hay nadie que te vea para que te diga algo —Siguen siendo las palabras de mi mamá—. Aparte estás llorando conmigo porque soy guapo.

—Estas tu aquí —Susurra mientras ríe por mi último comentario—. No tiene sentido lo segundo.

—Si, pero estoy aquí para cuidarte —Sonrío aunque ella no pueda verme, se que no me puede ver pero lo hago por inercia—. Te lo prometí. ¿Lo recuerdas?

—¿Cuando te volviste un idiota inteligente? —Me cuestiona.

Suspiro, tomo un mechón de cabello de color rojizo que ella tiene, y lo enrollo entre mis dedos.

—Tal vez siempre lo fui, y nunca lo quise dejar salir, hasta que...

No completo la frase, la dejo en el aire.

—¿Hasta que...?

—Hasta que te conocí, quería que no sufrieras más, quería que no te sintieras mal por nada nunca más, y para hacerlo te tenía que cuidar, como lo hago en estos momentos —Supongo que es eso—. O tal vez sigo siendo el mismo idiota, pero que si le presta atención a las pláticas que su madre le suele dar de vez en cuando.

La escucho reír un poco.
Me separo de ella.
Me siento con mis piernas estiradas mientras le limpio sus lagrimas con mi pulgar.
Ella hace lo mismo, pero puedo observar que ya no esta llorando y eso me tranquiliza.
Después me observa mientras quita la ultima lagrima que corre en su rostro.

—Dices que te encargaste de Dafne, ¿Qué fue lo que paso?

—Lo veras mañana por ti misma —Eso espero, me gustaría que realmente se hiciera la diferencia mañana.

Ella asiente, y se acuesta en la arena.
Curiosamente yo hago lo mismo, acto seguido nuestras miradas se cruzan.
Le sonrió, ella me regresa la sonrisa débilmente.

Cierra sus ojos, después de unos minutos creo que se queda dormida.

Me siento, y la observo como se queda ahí, después de una hora me he dedicado a obsérvala. No es mala, solo gruñona. Pero puede llegar a ser una chica dulce.

Decido despertarla.
Esta medio oscureciendo.

—Leire —Empiezo a decir en un susurro—. Despierta Leire, es hora de ir a casa. Leire...




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