La apuesta perfecta

Capítulo 40

—¿Has pensado que... ya te encuentras totalmente perdido por ella? —Cuestiona Eduardo a lado de mi.

Estoy recargado en mi casillero viendo como ella guarda sus cosas en el suyo.
Me gusta observarla, como arruga su nariz a veces cuando esta nerviosa, o como frunce su ceño cuando se enoja.

—No, todavía no —Respondo al instante.

Ella cierra su casillero, y me ve.
En ese preciso momento camina en frente de mi Dafne con alguna amiga, y me ve feo, una mirada de muerte, después hacia Leire, la ve igual de feo pero no le dice nada.

Me acerco a ella, no me importa dejar solo a Ed.

—¡Hey, cariño! —Veo como se asombra al momento de escuchar mi voz—, ¿Como estas?

—Bien, ¿Creo?... Tenías razón sobre Dafne, todo mundo esta hablando sobre el asunto de ayer —Parece emocionada y eso me sorprende un poco la verdad—. Escuche lo que hiciste.

—No imagine que todo el mundo te dijera. Pensé que no hablabas con nadie la verdad.

—Valerio, no eres la única persona con la que hablo en el instituto. No te creas tan especial.

—Yo ya me creía especial, que yo fuera la única personas con la que hablaras —Y sin más ella pone sus ojos en blanco, sus hermosos ojos.

A veces sueno tan idiota, me alegro no decir todo lo que pienso, como Alison, mi prima, esa niña será todo un caos de grande ya que siempre anda diciendo lo primero que se le viene a la mente.

—¿Ya has pensado alguna idea para nuestro súper proyecto de pintura? —Me cuestiona cambiando de tema.

—No... Pero no te preocupes, para al final del día lo tendré —Aseguro—. Algo se me ocurrirá, créeme.

—Más te vale —Me dice con el ceño fruncido y apuntándome con su dedo índice—. Recuerda que no quiero hacer todo el trabajo yo sola.

—Si, lo prometo... —Entonces se me ocurre una idea—. Y tal vez podríamos ir a comer algo... Ya sabes para hablar sobre el proyecto.

—No te quieras pasar de listo —Niega con su cabeza—. Pero como no va haber nadie en mi casa y no quiero cocinar, te tomaré la palabra de ir a comer a algún lado.

—¡Hey si que te gusta usarme!

Río por lo bajo.

—Tu dijiste que te gustaba ser usado y mas si era por mi.

Es cierto que lo dije en algún punto, pero también pensé que no me gustaba ser usado, pero si se lo digo me veré muy niña.

—Tienes razón —Le dedico una sonrisa de lado y ella también me responde con una sonrisa.

—Bueno Valerio, ya me tengo que ir, llegare tarde a Informática.

—Si, nos vemos al rato —Le guiño un ojo y ella rueda los ojos—. Por cierto... ¿No puedes volver a llamarme por mi nombre como la otra vez?

Ella niega con la cabeza y empieza a caminar por el pasillo. Suspiro. En fin. No todo se puede.

—Estas perdido por ella —Me dice Ed mientras camina a mi lado.

—No.

—No te estaba preguntando, te lo estaba afirmando —Su tono de burla no me agrada—. Idiota vamos a clases, no nos van a dejar entrar a Historia.

Asiento, caminamos hasta llegar al salón.
Nos dejan pasar. Me siento hasta atrás.

Dafne no deja de verme en toda la clase. Si tengo el problema que está en todas, si en todas mis clases.
Siento que va a secuestrarme y me va a violar y después me va a matar. Cada vez que me ve con esa cara de muerte es lo único que puedo imaginar, siento escalofríos.

Me acuesto en la butaca, creo que me voy a quedar dormido igual que siempre en Historia.

Entonces mi celular vibra, lo saco sin que la maestra se de cuenta.

Tengo una llamada.

—¿Maestra me permite salir? Necesito atender esta llamada —Le pregunto interrumpiendo su clase.

Ella asiente enfadada, camino y salgo al pasillo.

Le pico al círculo de color verde de aceptar la llamada.

—¿Qué es lo que quieres?

Sin duda nada sutil de mi parte saldrá en esta llamada.

—¿Podrías ser más amable conmigo ?

—Podría... pero no, y sabes mejor que nadie que no lo sería contigo, ¿Qué es lo que quieres Miguel?

No recuerdo cuándo fue la última vez que lo llame por su título correspondiente.

—¿Ahora me llamas por mi nombre? —Puedo escuchar su enfado, y sonrió ante la satisfacción que me he generado.

Él sabe que siempre lo llamo así, no entiendo porque se hace el inocente.

—No te llamare de otra manera. No lo hago desde hace mucho.

Y sabe bien que tengo demasiados años sin hacerlo.

—Nunca se puede hablar bien contigo. Iré al grano, estoy en la ciudad y lo estaré por unos cuantos días y quiero verte.

—¿Qué pasa si yo no quiero verte?

Honestamente hubiera preferido no contestarle, pero ambos sabemos que dependo un poco de él, si no es que mucho.

—Te quitare el auto una temporada al igual que tu ingreso de dinero —¿Pensaban que todo llegaba mágicamente? No, llega por parte de él.




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