La apuesta perfecta

Capítulo 45

Suspiro antes de entrar al lugar.
Me gusta venir al lugar, lo que no me gusta es saber quien es la persona que me espera dentro del lugar.

No entiendo el motivo por el que quiere hablar conmigo. Se que es mi padre pero él sabe muy bien que estoy demasiado enojado con él. De hecho que siempre estoy enojado con él.

Entro al lugar, y desde que pongo un pie dentro puedo oler el delicioso aroma de la comida italiana. Amo la comida italiana y este restaurante es el mejor, me gusta pedir lasaña, pero no creo que tenga mucho apetito esta noche.

Camino por el pasillo en busca de la mesa en donde se sentó Miguel, y lo localizo en una mesa junto a la ventana.
Me acerco a él, él me ve al instante y se levanta de su asiento, yo solo asiento y tomo mi lugar.

—Miguel.

Es lo único que puedo pronunciar después de verlo desde hace casi cinco meses.

La mesera viene y pide nuestra orden, como es de costumbre pido lasaña y él no lo se, ya que no me importa.

Me ve fijamente, tengo que aceptar que esto es muy incomodo, el yo de hace unos años atrás nunca se hubiera imaginado a un Eliot en una cena con su padre incomodo, ya que para el Eliot de hace unos años veía a su padre como el mejor de todos, como a alguien que podía confiar, lo veía como un ejemplo a seguir y ahora el Eliot de estos momentos no lo puede ver sin sentir odio, odio por saber como hizo sentir a la mujer que tanto ama en este mundo, odio por saber que mi vida fue construida a base de mentiras y engaños por él, odio por saber que nunca será lo mismo.

—¿Podrías dejar de mirarme así?

Supongo que llevo mucho tiempo tratando de no ocultar lo que siento.

—¿Así como? —No tengo otra mirada para él, más que la que suelo poner estando su presencia cerca.

—Con resentimiento —Supongo que a esa mirada se refiere.

—No quiero —Y no lo haré, definitivamente.

No volvemos a hablar.
Y me dedico a comer mi lasaña, cosa que me cuesta mucho trabajo ante la incomodidad.

—¿Para qué querías cenar conmigo? —Quiero ir al grano.

—Quería hablar contigo.

—Creo que de eso ya lo note, se mas especifico, que hoy no es uno de mis mejores días.

—¿Que ocurre?  —Jamás en la vida le volveré a contar algo de mi vida privada.

—Nada, sin rodeos —No quiero nada de rodeos—, ¿De qué quieres hablar conmigo?

Hoy fue un día pesado, desilusione a la posible chica que me haya importado más en esta vida, y no se como arreglarlo, y venir a soportar a Miguel no ayuda en nada.

—Como ya sabrás estoy trabajando en Houston, tengo un trabajo de planta.

—Aja —Supongo que lo mencionó en su última visita.

—Y como quiero pasar mas tiempo contigo, quiero que vayas a estudiar la Universidad en Houston.

—Claro que no —Respondo sin pensarlo dos veces, no y no.

—Te voy a pagar la Universidad.

—Eso lo ibas a hacer de todos modos, no quiero irme a una ciudad en la que estés tú.

Él suspira algo enojado.

—Por lo menos dime que lo consideraras —Su tono de voz vulnerable ya no me afecta ni en lo más mínimo.

—No —No tengo nada que considerar.

—Entonces no te pienso pagar la Universidad.

Abro mis ojos, ¿Qué tipo de padre tengo? Uno bipolar a más no poder, bien mi día no era bueno y este hombre quiere quitarme los recursos para la universidad.

Bien Miguel, no me tomaste de buenas y la respuesta definitivamente no será agradable.

—Está  bien, si tanto quieres que vaya a estudiar a Houston, respóndeme una pregunta, solo si la respondes bien me iré y si no, pagarás la universidad que yo quiero, quieres pasar tiempo con tu hijo, crees conocerlo. Pero te aseguro que no sabrás que responder. Si aciertas me voy y si no, verás que tipo de padre eres, alguien que realmente no conoce en nada a su hijo.

—Bien, dila.

Y sin más lo suelo.

—¿Qué es lo que quiero estudiar?

No responde al instante, lo he hablado con él, pero lo conozco y sé que no lo recordará, parte de que fue hace mucho tiempo cuando se lo comenté.

—Relaciones públicas —Murmura, pero lo alcanzó a escuchar a la perfección.

—Error —Le digo al instante—. Artes musicales.

Entonces se para de la silla muy rápido, creo que alguien se ha enojado un poco.
¿Y me importa?
No, en lo más mínimo.

—Mi hijo no va a estudiar eso —Me reclama al instante como era de suponer.

—Claro que lo va a hacer y será aquí, ya que la cuidad tiene una de las mejores academias de artes musicales, y tu me vas a pagar mi universidad, y gracias por invitarme a cenar, ya no tengo apetito —Me levanto de la mesa, y me retiro.

No tuve la oportunidad de cenar una deliciosa lasaña, pero realmente me disgustó esta platica.




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