La apuesta perfecta

Capítulo 48

Dafne no para de enviarme mensajes, cosas como: "Recuerda Eliot serás mío", "Casa sola, ¿No vienes?", "Eliot fui una tonta perdóname se que tú y yo somos únicos, deberíamos intentarlo".
Los ignoro, ya no lo soporto y decido bloquearla. De hecho... Sigo sin comprender cómo consiguió mi nuevo número, no entiendo que es lo que hace como para encontrarlo siempre.

Bajo del auto, bajo el gran lienzo, una bolsa de pinturas y una imagen de lo que quiero que pintemos. Me acerco a la puerta y toco el timbre, me abre ella, le sonrío mientras que ella rueda sus ojos.
No se si sonrío porque estoy aquí y puedo arreglarlo o porque estoy nervioso, es la primera vez que entro en forma a su casa, donde ella está consciente y no la tenga que dejar en su cama medio muerta después de una fiesta.
Sus papás no están y Román debe de estar entrenando, escuche que entró a una buena universidad gracias a que es demasiado bueno jugando fútbol americano. Y también escuché que los papás de Román tienen una compañía muy grande internacional... Por lo que los papás de Leire siempre están muy ocupados... No me sorprende mucho que ella esté acostumbrada a estar sola.

—Pasa —Su tono de indiferencia suena como siempre—, pero no te pongas cómodo.

—Huy, que genio —Mi sarcasmo tampoco puede faltar.

—¿Te vas a quedar ahí parado o vas a pasar? —Y ahora lo dice con un tono de pocos amigos.

Ruedo los ojos, primero indiferente y después enojada.

—Ya voy —Entro y cierro la puerta.

Me dedico a observar la casa detalladamente, supongo qué hay veces que me gusta observar las cosas, pero lo cierto es que no es siempre, solo cuando me entra la curiosidad.

—Vamos afuera, al jardín —Yo no digo nada solo la sigo.

Noto que su casa es realmente grande, y creo que también bien arreglada. No me sorprende mucho después de haber escuchado el rumor de sus padres.
Llegamos a la parte trasera de la casa, que es el jardín y guau, hay una alberca, una mesa a lado de ella, y varias sillas alrededor de ella, y más al fondo hay jardín y varios árboles. Vamos a la mesa que esta a lado de la alberca y me siento.
Colocó las cosas en la mesa y ella me observa.

Nunca imaginé que su jardín estuviera así de grande, se que su familia tiene dinero, y no se porque a ella le gusta viajar en su patineta en lugar de tener un propio auto como el de su hermano.

—Muy bien —Su voz llama mi atención—. ¿Qué quieres pintar?

Abro mi boca para hablar pero mi celular esta sonando, lo saco para ver quien es.
Es Eduardo.

—Espera, dame un segundo —Le digo mientras me levanto, pero antes le entrego el dibujo o mejor dicho el collage que quiero hacer en tamaño grande, es un boceto que empecé a hacer.

Camino del otro lado de la alberca.

—¿Qué paso? —Le contesto a Ed.

—Eliot... —Su voz está temblorosa.

¿Algo le habrá sucedido?

—¿Si? —Me asusto un poco.

—Hermano, vamos por una cerveza —Idiota solo era eso —.Yo invito ando de buenas.

—No jodas Eduardo ya me había asustado por tu tono de voz —Le gruñó—. Eres un imbecil.

—Perdón se me me había olvidado del porque te llame en un inicio y pues se me ocurrió lo otro —Escucho su risa —. Bueno entonces qué onda ¿Vamos? Si quieres te recojo.

—No puedo Ed —Hago una pausa—, estoy con Leire haciendo un proyecto.

—¿Escuche bien Eliot? ¿Que tu estas trabajando? es una broma, ¿Verdad?

—No es broma, escuchaste bien —¿Qué tiene de malo que trabaje? Supongo que todos en algún punto de su vida han llegado a hacer tarea—. Tengo cosas que hacer, lo dejamos para otro día Ed.

—Tengo una idea, termina tu proyecto con Leire y después paso por ti y la invitas a salir con nosotros. Vamos... No seas un aguafiestas Eliot.

Niego con mi cabeza, no creo que ella vaya a aceptar esto, y menos porque sigue enojada.

—Esta bien, pero no te aseguro nada sobre Leire —Y era cierto, no aseguraba nada.

—Va pues, yo te llamo en un rato mas. Ahí te ves amigo mío.

Y con esto me cuelga.
Regreso a la mesa.
Leire me ve, sigue enojada, ¿Por qué las mujer son tan pero tan complicadas? ¿Por qué no pueden ser como nosotros? Que el enojo no nos dura mas que cinco minutos. ¿Por qué carajos?

—¿Por qué esto? —Me dice apuntando a mi gran boceto

—Me recuerda a ti —Me empiezo a reír—. ¡Nah! Es mentira, me gustan los lobos, y todo lo que ves ahí en el dibujo de muestra, yo hice el boceto. Está genial, ¿No?

Ella medio sonríe.
Y sin más asiente, y saca un lápiz.
Empieza a dibujar en el gran lienzo.

—¿Quieres que te ayude con algo?  —Le pregunto.

—No, esta bien. Ayúdame mejor cuando lo termine de trsnapasar y pintemos.

Yo asiento.
Observo como empieza a dibujar y mezclar las imágenes que le traje, para que quede el collage.

—Podemos ser amigos —Le susurró.

—¿Disculpa? —Se detiene y me voltea a ver.

—Si ya sabes, seamos amigos. Olvida todo. Olvida que nos besamos, bueno claramente no te acuerdas de eso así que para ti ya está más que olvidado. Olvídalo e intentemos de nuevo, ¿Bien? —Supongo que era una esperanza algo tonta.

—¿Qué te hace pensar que voy a querer olvidar y aceptar eso? —Suspiro.

Simplemente tómalo, era lo que quería.

—Porque me extrañas —O era más bien lo que yo esperaba que hiciera—. Yo solo quiero ser tu amigo.

Esto último lo dije cantando.
Soy un mentiroso, yo no quería buscar ser su amigo.

—No cantes —Ella ríe un poco.

—Vamos. Leire... Yo se que tu quieres —Seguía con esas esperanzas de que realmente fuera eso—, tenemos una buena amistad solo fue una noche que arruino todo, se puede olvidar.




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