Maru miraba el chat con Nando en su teléfono, con la misma expresión de triunfo que un general victorioso. El "Ñapa" y el "Sí, con arepa" le habían dado el 'match' perfecto. Había encontrado a un "chef excéntrico" que podía proporcionarle contenido auténtico para su cuenta de Instagram.
Su perfil, @MaruCocinaConAmor, era una fachada cuidadosamente construida de su vida culinaria perfecta. Su galería de fotos era un desfile de platos que jamás había cocinado, con recetas que simplemente copiaba de Pinterest. Sus seguidores creían que era una maestra de la cocina, y en su último video, había prometido mostrar la "verdadera" cocina venezolana, no la de los restaurantes de lujo. Y para eso, necesitaba a alguien que supiera cocinar de verdad, pero que no fuera tan famoso como para robarle el protagonismo. El perfil de "Arepa Deconstruida" de Nando era la respuesta a sus plegarias.
Mientras su madre le gritaba desde la cocina real que le ayudara a pelar las papas para la cena, Maru le envió a Nando su dirección. En el mensaje, adjuntó una foto de ella sonriendo, como si estuviera a punto de cocinar la cena de su vida, cuando en realidad, solo había calentado unas sobras en el microondas.
Pensamiento de Maru: "Este Nando, con sus 'arepas deconstruidas', debe ser un artista raro, de esos que valoran más la presentación que el sabor. Tendré que fingir que estoy impresionada por su 'arte'. Pero al menos me dará el contenido auténtico que necesito".
El sábado por la tarde, Maru se puso su delantal más limpio, se recogió el cabello en una cola y se maquilló ligeramente. Había preparado la cocina, poniendo unas frutas frescas en un cesto y unas hierbas aromáticas en un vaso, para que la escena se viera perfecta para su próximo "Live" de Instagram. Todo era parte de su puesta en escena.
A las dos de la tarde, sonó el timbre. Maru respiró hondo, activó la cámara de su teléfono y empezó el video en vivo. "¡Hola a todos! Estamos a punto de empezar un día muy especial en mi cocina. Como les prometí, hoy cocinaremos con un invitado sorpresa, un verdadero artista del sabor. ¡No se lo pierdan!".
Abrió la puerta con una sonrisa radiante.
Y la sonrisa se le congeló en la cara.
Del otro lado, Nando no se parecía en nada al "chef excéntrico" que se había imaginado. Era un tipo alto, con una camisa de cuadros, un poco despeinada, y en lugar de traer un maletín de cuchillos de cocina, traía una bolsa de la compra de un supermercado, de la que sobresalían una bolsa de harina de maíz precocida y un paquete de queso blanco. Parecía el vecino que acababa de ir a comprar el pan.
"Hola", dijo Nando, con una sonrisa nerviosa. "Soy Nando. ¿Todo bien con el 'deconstruido'?".
La cámara del teléfono de Maru estaba grabando. La gente en los comentarios de su "Live" empezó a preguntar: "¿Quién es ese?", "¿Ese es el chef?", "¡No parece chef!".
Maru, con el pánico en los ojos, se forzó a reír. "¡Hola, Nando! Me alegro de que llegaras. Eh... ¡pasen, pasen! ¡Estamos en vivo!".
Nando entró, sin saber que su entrada había sido transmitida a miles de personas. Miró a su alrededor. La cocina de Maru era impecable, parecía sacada de una revista. No era un "laboratorio culinario", era un set de grabación.
Se quedaron en un silencio incómodo, con la cámara de Maru grabando cada segundo.
"Bueno", dijo Maru, rompiendo el silencio. "Vamos a empezar. ¿Qué necesitas para el 'plato deconstruido'?".
"Ehh...", dijo Nando, levantando la bolsa de la compra. "Pues, harina, agua, sal, queso... lo básico para una arepa. Y el budare. ¿Tienes un budare?".
Maru lo miró con los ojos muy abiertos. "Un... ¿budare?".
Continuará...