El beso fue tan inesperado como una arepa perfecta en manos de Nando. Se quedaron en un silencio cómodo, sonriendo, antes de que Maru se alejara un poco, con las mejillas sonrojadas. "Nando... esto es... esto es diferente".
"Lo sé", dijo él, con la misma sonrisa tonta. "No hay filtros, ni mentiras, ni cámaras. Es solo... la verdad".
Maru se rio, tomando su teléfono. Abrió la app "¡JANIPA!".
"¿Qué estás haciendo?", preguntó Nando, confundido.
"Estamos cerrando un ciclo", respondió ella, mientras abría el perfil de Nando. "Tú me diste un 'Ñapa' cuando yo era una farsa. Yo te di un 'Sí, con arepa' cuando solo buscaba un 'colaborador'. Pero ahora, la historia es diferente".
Maru borró la foto de su empanada falsa y la reemplazó con una foto de ella y Nando en el restaurante, cubiertos de grasa de las empanadas, riendo a carcajadas. La descripción decía: "No soy una chef profesional, solo una chica que encontró el amor de la manera más desastrosa. Y me sabe a gloria. Match oficial con mi 'destructor de arepas' favorito."
Nando, conmovido, hizo lo mismo. Borró su foto de la arepa rota y subió una selfie con Maru, sus ojos brillando de felicidad. Su nueva descripción: "Ella dijo que mis arepas rotas son perfectas. Así que aquí estoy. No hay mejor 'match' que la imperfección. Mi 'chef fantasma' me encontró. ¡Y ya no tengo JANIPA!"
A la mañana siguiente, miles de personas en Venezuela vieron sus perfiles actualizados. Los comentarios llovieron, llenos de felicidad y de mensajes de amor. @LaArepaMagica había pasado de ser una cuenta de comedia a una cuenta de amor. La gente se identificó con su historia, con sus mentiras y con su verdad. Y, por primera vez, Nando y Maru no estaban fingiendo nada. Su amor era tan real y tan auténtico como las empanadas que habían comido en su primera cita.