La asistente equivocada

2. Una Morticia chaparrita

Kyle

♥︎

Mi selección musical retro logra robarle una sonrisa a Silvia, alias Morticia.

Leí su nombre en la aplicación de choferes apenas aceptó el viaje. Ahora puedo verla a través del espejo retrovisor, con la mirada fija en las calles de Brooklyn que pasan más allá de la ventanilla.

Reviso la dirección en la pantalla del celular. Está bastante lejos de casa.

—¿Queens? —pregunto.

Ella levanta la vista, y nuestros ojos se encuentran en el reflejo.

Son grandes, negros y profundos. Con pestañas largas y cejas perfectamente definidas que contrastan con su piel blanca y pálida, como si el sol fuera su enemigo jurado.

—Sí.

Su actitud definitivamente va más acorde con Merlina, pero físicamente es Morticia. No sé cómo no lo noté antes.

Es delgada, esbelta, con un porte sofisticado que no logra disimular, aunque esté encogida en el asiento trasero. Sus manos descansan sobre el regazo con una quietud elegante, y su mirada vuelve a perderse en la ventanilla, como si necesitara alejarse del presente.

—Vives lejos de tu trabajo —comento.

Silvia me mira de nuevo. Asiente.. y ya.

Perfecto.

Este va a ser un trayecto complicado.

Echo un vistazo rápido a la pantalla del celular montado al frente. Me están llegando mensajes sobre lo callada que está Silvia en la transmisión en vivo. Para los que ven esto, el silencio es aburrido, pero tampoco puedo obligarla a hablar.

Por lo general, las cosas fluyen mejor. Suelen reconocerme. No siempre, pero cuando pasa, todo se vuelve más sencillo. Me preguntan por Rowan —mi jefe—, por el helicóptero, el jet privado o mis últimas vacaciones en Dubái. El morbo ayuda a mantener la conversación viva.

Y los que no me reconocen, al menos preguntan cuántas personas están viendo el live. Cuando escuchan el número, de pronto quieren contarme hasta lo que cocinó su abuela anoche.

Pero Silvia… no.

Ella sólo está ahí. Callada. Observando el mundo como si no fuera parte de él.

—¿Trabajas en la lavandería?

Niega. Eso es todo. Si no fuera por el espejo retrovisor, ni siquiera sabría que respondió.

Suspiro hondo y sonrío hacia la cámara del celular. Luego comento:

—Es callada.

Los mensajes no tardan en llegar.

«Parece que le cobran las palabras.»

«Es una grosera.»

«Qué incómoda.»

Pero no creo que sea grosera, sólo es reservada. Hay personas así. No las entiendo, pero sé que existen.

Callie, la esposa de Rowan, también es un poco callada. Y eso no le quita lo amable. Es una empresaria admirable, dueña de una cadena de florerías que abarca todo el este del país. Y, aun así, mantiene esa sonrisa cálida que hace que cualquiera se sienta bienvenido.

Rowan, por otro lado, no es callado. En lo absoluto. Pero tampoco es un gran parlanchín.

Él es… sarcástico. A veces no sabes cuándo habla en serio y cuándo te está tomando el pelo… pero estoy profundamente agradecido con él.

Antes era su asistente. Mi única misión era hacerle la vida más fácil a Rowan Strathmore, el CEO de KAVAN, la marca de moda que se está convirtiendo en la más emblemática del país.

Pero me ascendió.

Ahora soy el Director de Operaciones en KAVAN.

Apenas llevo unos meses en el puesto y creo que lo estoy haciendo bien. Aunque claro… eso no significa que haya dejado de lado mis pasatiempos. Las redes sociales siguen siendo uno de ellos. Es un gusto culposo que ni los trajes elegantes ni los viajes de negocios por el mundo han conseguido borrar.

—¿Día difícil? —intento de nuevo, buscando romper el hielo.

Pero, una vez más, sólo consigo un leve movimiento de su cabeza.

Silvia asiente. Nada más.

»¿Hace mucho que trabajas ahí?

Esta vez, gira el rostro hacia mí y se queda observándome, como si se debatiera entre contestarme… o mandarme a callar.

Finalmente, elige responder:

—Unos meses.

—¡Vaya! ¡Yo igual! También llevo unos meses en mi nuevo puesto de trabajo.

Ella frunce el entrecejo y echa un vistazo alrededor, como si inspeccionara el interior de la camioneta.

—¿Como chofer?

—No exactamente…

—Ah.

Y vuelve a mirar por la ventanilla, como si la conversación hubiera sido una breve pausa entre un pensamiento y otro.

No puede ser que sea tan difícil.

Es joven. Es bonita.

Por lo general, al menos intentarían sonreírme un poco…

¿O será que no soy su tipo?




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