Kyle
♥︎
¿Ella es la hermanita de Silvia
No podían ser más opuestas ni queriendo.
Mientras Silvia viste de negro, con la piel pálida y el cabello negro y lacio, su hermanita es de piel bronceada, con pecas, ojos azules, cabello rubio cubierto de rizos y sujeto en dos coletas.
Y no es sólo el físico.
Hasta la ropa es diferente.
Por supuesto que Chloe usa uniforme, pero se ve nuevo e impecable. Incluso la mochila que lleva en la espalda es de dibujos animados y se nota costosa. Silvia sólo usa un bolso de mezclilla gris oscura que ha pasado por bastantes lavadas.
—Es mi jefe —explica Silvia con una mirada apenada—. Se llama Kyle Holloway.
Chloe se aparta de Silvia, acomoda su uniforme y, con los mejores modales, extiende su pequeña mano hacia mí.
La acepto de inmediato y ella dice:
—Hola, señor Holloway, mi nombre es Chloe Marlowe. Es un gusto conocerle.
No puedo estar más sorprendido.
—Es un placer, señorita Marlowe…
Chloe parece a punto de decir algo más, pero una voz nos interrumpe y rompemos el saludo.
—Buenos días, señorita Marlowe —saluda una mujer con un vestido azul marino desde los escalones que conducen al interior del colegio—. ¿Podríamos hablar en mi oficina?
—Sí, por supuesto —responde Silvia—. Vamos, por favor.
Yo sigo a las chicas Marlowe en silencio.
El interior del colegio me sorprende. Por fuera parece una típica escuela pública de ladrillo rojo, pero por dentro… todo brilla.
El piso es tan pulido que refleja las luces del techo, y los murales en las paredes son más creativos que muchos de los que he visto en galerías modernas. Dibujos de planetas, citas de escritores, incluso caricaturas de Shakespeare con coronas de cartón.
Los pasillos huelen a crayones y papel nuevo, mezclado con ese aroma limpio de desinfectante que casi todos los colegios tienen. A lo lejos se escuchan risas, una lectura en coro y un piano mal tocado desde la sala de música.
El pasillo termina en una puerta de madera con placa dorada que dice «Principal’s Office».
Me piden esperar en la pequeña sala que está afuera, así que tomo asiento mientras ellas entran en la oficina, donde —al parecer— ya esperan las otras personas involucradas en lo que pasó.
Respiro hondo y trato de no pensar en que jamás he estado en un colegio por alguien más que no sea yo. Nunca he tenido que pensar en la educación de un hijo, en encontrar el mejor colegio.
Es inevitable preguntarme cómo ha hecho Silvia para hacerse cargo sola de una niña.
Y creo que lo ha hecho bien. Es decir, estudia aquí, y eso no es sencillo. Mucho menos con el tiempo reducido que de seguro ha tenido y con sus salarios, que apenas le alcanzaban para lo esencial.
Aunque… entiendo.
Por eso Silvia tenía varios empleos, para poder solventar el colegio de su hermanita.
Mi mirada se dirige hacia la puerta de la dirección.
Y es inevitable sentir admiración. No sé si yo podría hacer todo lo que hace ella. La realidad es que jamás he tenido problemas económicos, no sé bien lo que es eso. Nací en una burbuja de privilegio, lo sé.
Rowan interrumpe el rumbo de mis pensamientos con un mensaje:
Rowan: No puedes posponer la revisión del presupuesto.
Kyle: Estoy en medio de algo, no sé si llegaré a tiempo.
Rowan: Usa el helicóptero o no sé, pero tienes que estar ahí.
Dudo un momento antes de contarle, pero antes que mi jefe, es mi amigo.
Kyle: La hermanita de Silvia tuvo un problema en el colegio y vinimos por ella.
Rowan lee el mensaje, pero espera unos segundos antes de responder.
Rowan: ¿No piensas que te estás involucrando demasiado?
Kyle: Estábamos muy lejos, no llegaría a tiempo por ella. Así es más rápido.
Rowan: Kyle, no sé si es buena idea todo esto… Ya me llegaron rumores.
Kyle: ¿De qué?
Rowan: Su ropa, que no sonríe, que parece querer matar a todos con los ojos y que se queda contigo mucho rato a solas en la oficina.
Suelto una risa baja.
Kyle: No quiere matar a nadie, sólo es seria. Y es normal estar en la oficina. Es mi asistente.
Rowan: Eso supuse, pero… ¿y la ropa?
Kyle: Pues es su ropa, ¿qué hago? Le gusta vestir de negro y nosotros no tenemos políticas en contra de eso.
Rowan: Es lo de menos, me refiero a que está vieja. Y rota.
Oh, bueno.
Trago duro.
Sí, la ropa de Silvia está vieja y tiene reparaciones.